viernes, 10 de abril de 2020

Cuestionarios del Confinamiento (40): Manolo D. Abad


Manolo D. Abad (Oviedo, 1968) es escritor, periodista y crítico de rock y cinematográfico. 
Ha publicado la novela Elevator (2012), los libros de relatos Vasos sucios en la madrugada (2008), Viajes al fondo del precipicio (2012), Justos por pecadores (2014) y Rec-Capitulación (2018), el de poesía Ahora que ya somos solo silencio (2019) y la recopilación de artículos de inminente aparición Ojo Avizor (2020). Además, ha participado en diversos volúmenes colectivos: Avilés, espíritu de rock´n´roll. 1960-2002 (2002), Songbook (2006), Mensajes de un mundo dibujado (2007), Palabras con Ángel (2008), Una noche de verano (2010), Neo Noir, Cine Negro Americano Moderno (2011), Leyendas Urbanas (2012), 25 relatos de hotel (2013), Oviedo, libro abierto (2017), Songbook 2 (2017), [O] Anatomías del Antiguo (2017), Barra Libre (2018), Ars Moriendi (2018), Erótica XXI (2018), Sucedió en Oviedo (2018) -también editor-, Los 52 Golpes 2017 (2018), Habitación 2019 (2018), De vinos (2019), De sidras (2019), Obras para coleccionistas pobres o avaros (2019), 7siete (2019), Miedos (2019), Fuera de Guión (2019), Con-Sentidos (2019), Cocina en su tinta (2019), Amanece en Oviedo (2020) -también editor-.
En 2015, recibio el Premio de la Crítica de Asturias de columnismo literario que otorga la Asociación de Escritores de Asturias y en 2019 fue galardonado como "mejor comunicador musical" por la Semana del Jazz de Candás.
Desde 1998 a 2004, editó y dirigió la revista cultural Interferencias. Ha sido asesor y programador musical de la RTPA -la radiotelevisión autonómica de Asturias- en 2010-2014 y 2015-2018. En medios escritos ha publicado en publicaciones como El Comercio, La Nueva España, Les Noticies, Atlántico Diario, ElSummum, AsturRock, Astur Music, Crónica Azul, Ábaco, Mondosonoro, Red Sonora... También en radio (RPA, RNE-Radio 4, Radio QK) y televisión (Oviedo TV).

-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?
No son unos días muy distintos de los habituales. Todos los que somos (o hemos sido) freelance solemos pasar un gran número de horas en nuestros domicilios trabajando. La escritura, sea periodismo o literatura, trae consigo ese voluntario encierro. Lo que cambia es la sensación de libertad de movimientos, de poder salir a darte un buen paseo para desconectar o para liberarte del colapso mental, que, a veces, te deja la cabeza embotada y con un atasco importante. Esa posibilidad de desagobiarte, dando un paseo, yendo a comprar a una tienda, sólo tiene equivalente similar en ponerse a cocinar, en unos prolegómenos donde te pones a preparar los ingredientes. Aunque no es ni mucho menos, una sensación similar, sólo puede aproximarse.
Antes del confinamiento, tenía estructurada una rutina que me estaba resultando muy productiva. Todo eso lo ha roto el confinamiento. Así que oscilo en una montaña rusa caótica de sensaciones: hay días buenos, productivos; otros, anárquicos. Pero sí que, al romperse toda la rutina que había conseguido estabilizar en los últimos meses, los diferentes proyectos han sufrido un inesperado parón. Menos mal que varios estaban ya terminados o en la recta final. El libro de artículos Ojo Avizor está ya listo -sólo a falta de corregir las galeradas-, y el colectivo de relatos que estoy coordinando El mundo en torno a un balón prácticamente también. Me falta rematar la colaboración para el colectivo que está coordinando Lauren García sobre literatura y rock de título Palabra Fiera, que espero completar en unos días. El de poemas -no digo título, aunque lo tenga- llevaba buen ritmo, pero se ha detenido casi en seco. Y al de relatos -no digo título, aunque lo tenga- protagonizado por mi detective Julián Solares le ha sucedido lo mismo, aunque me he propuesto darle toda la caña que pueda, por encima de lo que sea. La idea de estos "Cuestionarios del Confinamiento" me ha permitido recuperar el ritmo de trabajo, la necesaria constancia para imponerse al caos que siempre me acecha. Y comprobar la generosidad y el buen rollo de tod@s aquell@s que han respondido afirmativamente a mi requerimiento. Por lo demás, cocinar, limpiar, ordenar estantes, leer, ver series y películas, pocos informativos y cuidar de que mi madre esté bien.

-¿Cómo es el lugar donde vives?
El viernes 13 de marzo decidí pasar el confinamiento con mi madre, cuidar de ella. De modo, que me fui de mi piso de unos 40 metros cuadrados en el centro y me quedé en el dúplex de mi madre, de unos 90. Aunque muchas veces pernocte allí, para mi rutina de trabajo supuso un golpe fuerte, del que trato de ir recuperándome,... pero, mi casa es mi casa. Es esa intimidad imprescindible que necesito. Pero, bueno, hay situaciones que requieren una decisión así: ahora era mucho más importante cuidar de mi madre, estar junto a ella todo el tiempo, aunque ello supusiese un retraso en los proyectos personales. Con el transcurso de las semanas, uno se acostumbra. Los días que me toca hacer la compra o ir por medicinas, me acerco a mi apartamento, pongo música en el equipo y me juego unas partidas al pcbasket con lo que consigo desconectar un poco de toda esta tribulación.

-¿Qué es lo que más has añorado hacer en estos días y lo que menos?
Pasear. Pasear por el Campo San Francisco, acercarme al estanque de los patos, escucharlos porrear, sumergirse, nadar, oler la primavera que en el pulmón de la ciudad llega con una gama de colores y de sabores que embriaga y que limpia. Estar con l@s amig@s en una terraza, a cualquier hora, tomando algo. Entrar en una librería o una tienda de discos a trastear un poco. Jugar al pcbasket con la libreta de los poemas (siguiendo el "sistema Lombardero" que ya me permitió terminar el anterior libro de poemas Ahora que ya somos solo silencio), acercarme a La Salvaje a ver un concierto, ver un partido de fútbol o de básket... Ir a buscar a primera mañana a mi sobrino-ahijado para acompañarlo al cole.
Lo que menos: sumergirse en esas insoportables aglomeraciones de gente por las calles a ciertas horas del día. Ese insoportable ritmo de las ciudades donde todo el mundo parece tener una irrefrenable prisa. Evitar por las noches los lugares donde está la puta mierda de los botellones, el tener que dar un rodeo para evitarlos.
-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras este confinamiento?
Sí, lo que no sé es en qué sentido. De momento, en el orden mundial ya parece que se va a hacer real. La preponderancia de Estados Unidos va a declinar, ya no van a ser los "gendarmes" del planeta, en parte gracias a la ineptitud de Donald Trump, que trastocó un estado de las cosas como la globalización que le beneficiaba y que ha torpedeado desde dentro con un estúpido e infantil proteccionismo, que le ha puesto en bandeja a China el poder liderar el mundo sin ningún tipo de problema. En cuanto a Europa, aparte de otra estupidez monumental como el Brexit a cargo de otro tontorrón salvapatrias televisivo, ya vemos cómo la fractura norte-sur comienza a ser una tremenda grieta, donde el egoísmo de los países -supuestamente, más "desarrollados"- impide que Europa avance con un proyecto común.
Volviendo a la vida cotidiana, dudo que nada vaya a cambiar. Y siento decirlo, pero pronto todo volverá a ser igual. O peor, porque habremos perdido un montón de libertades y avances por el camino. Ya no sabremos si besarnos, abrazarnos, darnos la mano, darnos una palmadita amigable... la desconfianza se abrirá paso. Lo siento: no espero grandes cosas del ser humano en su globalidad. 
De la crisis económica, mejor no hablar ni pensar.

-¿Qué será lo primero que harás cuando se acabe el confinamiento?
Supongo que esperar un poquito y comprobar cómo va a desarrollarse. Parece que será escalonado. Me imagino que se producirá una masiva explosión de gentes en las calles que no creo que vaya a ser positiva, así que mucha cautela. Eso sí, mi madre quiere cogerse un taxi (andando ya le queda un poco lejos) hasta el Mercado del Fontán de Oviedo y hacer una buena compra de pescado y marisco. Comprar una planta y yo regalarle el ramo de flores que el viernes 13 de marzo quería llevarle para celebrar mi cumple del día anterior. Juntarme con l@s amig@s y comenzar por la tarde con sidras, luego una buena cena y salir hasta las mil (o las tres mil). Asistir a un concierto. Ver a mi hermana y mi cuñado, bromear de fútbol con mi sobrino-ahijado. Y, claro, preparar las presentaciones de los nuevos libros. Y pasear por el Campo San Francisco, ver a los patos...

MANOLO D. ABAD
Foto: ALBERTO CEÁN