miércoles, 8 de abril de 2020

Cuestionarios del Confinamiento (34): Alfredo González


Alfredo González (Turón, 1981), se subió a un escenario por primera vez a un escenario mediado el 2001, en el Café La Pista,  de Mieres, para abrir un concierto de Pablo Mónico. Aquellas canciones sólo llamaron la atención de una persona que, curiosamente, era el técnico de sonido de la actuación y acababa de poner en marcha un estudio de grabación. Hablamos de Marco Castañón, primer apoyo y culpable (en labores de producción artística y coproducción ejecutiva) de La vida de alquiler (2004). Como todos los comienzos, fue un disco ingenuo y cariñoso, pero cumplió su papel. N´Asturies el nome de Alfredo comenzó a escucharse tímidamente y aquellas copias empezaron a venderse de escenario en escenario.
En mayo de 2008, firma su primer contacto discográfico y publica su primer disco a nivel estatal: Dudas y precipicios (DFX Discos Especiales, 2008). Pocos meses después, llega a un acuerdo con Discos L´Aguañaz para editar su primera referencia en llingua asturiana, que vería la luz en diciembre del mismo año con el título de La nada y tú. Con esos dos trabajos consiguió cuatro premios de la música asturiana (mejor letrista, mejor videoclip, mejor canción otras escenas y mejor teclista), un "Premiu al Meyor Cantar" por La nada y tú, y Premiu de la Crítica de RTPA al meyor discu d´autor por La nada y tú.
Hasta el año 2011 presenta ambas grabaciones por toda España, llegando a finalizar su gira en Colombia, acompañado por Pablo Moro.
En 2012 presenta Dobleces (Algamar Producciones) con diez canciones en español y diez en asturiano (estas últimas con letras de Pablo Texón), en el que colaboran artistas como Quique González, Hendrick Röver, Fabián o Fernando Macaya.
En febrero de 2015, también bajo el sello Algamar Producciones sale al venta La paciencia del faquir, toda una vuelta artística que contó con la producción de Paco Loco en su estudio del Puerto de Santa María. Con la idea de realizar conciertos sólo en formato eléctrico, se organizó una corta gira -con parada también en Colombia- que finalizó en diciembre del mismo año.
En julio de 2016, publica su primer libro con la Editorial Bonaparte, una cuidada colección de poemas, con la que realiza una extensa gira de presentaciones por todo el estado.
A comienzos de 2019, llega a un acuerdo con Warner para la publicación de su sexto trabajo Afluentes.

-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?
Intento que no sean demasiado distintos de los días de la vida al aire libre. Al menos, los días de la semana, pues los del fin de semana suelen ser de tocar y, en fin...
La diferencia con la vida normal estriba en que estoy haciendo mucho trabajo pendiente que iba a dejar para el verano (canciones por encargo, composición de mi nuevo disco, organización de archivos del ordenador...), y, también, para leer, ver, escuchar, que siempre hay deudas relegadas.

-¿Cómo es el lugar donde vives?
Desde hace unos cuantos años, cambio de residencia con cierta eventualidad. Esta temporada me ha pillado en Tinéu, en el occidente de Asturies, lo que, en este estado, es una buena noticia porque el paisaje que se ve a través de las ventanas no es un bloque de hormigón (y también, porque aunque la calma se presuponga en todo el país, en este lugar casi se toca).

-¿Qué es lo que más añorado hacer en estos días y lo que menos?
Soy una persona que abraza mucho, añoro abrazar a mi familia y a mis amigos. Añoro tocar el piano,)el confinamiento me pilló desprevenido y sólo tengo una guitarra), añoro el calor del público en los conciertos (yo no tengo mucho, pero me aplauden bien)... Y, para qué mentir, muero por volver a tomar ese vermú y que se me vaya de las manos.
En cuanto a lo que menos he añorado hacer... pues, no sabría decirte. Tenía por delante varios meses de mucho viaje y trabajo. Y me encanta mi trabajo. Creo que en estos días sólo tengo motivos para echar de menos.

-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras este confinamiento?
Desafortunadamente, sí. No me quiero poner distópico, pero me da la sensación de que la vida de quienes nos dedicamos a la cultura, gente que necesita de las "aglomeraciones" para vivir (ya sean en cines, presentaciones, conciertos, exposiciones...) vamos a padecer la era post-coronavirus. Además, incluso con la mejor de las perspectivas, todos sabemos qué es lo primero de lo que prescinde el gran público cuando hay escasez...

-¿Qué sera lo primero que harás cuando termine el confinamiento?
¿He hablado ya del vermú?

MANOLO D. ABAD