martes, 29 de noviembre de 2022

Hoodoo Gurus "The right time"

 


Wilko Johnson, Oviedo, 5 a.m.

 


WILKO JOHNSON, OVIEDO, 5 a.m.

22 de junio de 1989, en La Real, en Oviedo. Ya nos estábamos acostumbrando a ver conciertazos internacionales allí, a escribir de ellos en la revista "Ruta 66", a disfrutar del tiempo y del momento. Es ese instante de la juventud en que hay que atraparla, porque si no, la estarás persiguiendo con desesperación cuando ya sea demasiado tarde. ¿El coste? ¿Quién con 21 años puede pensar en los costes y en la supervivencia?

Tenía el disco de Wilko Johnson "Barbed wire blues" en mi plato desde hacía semanas y no paraba de sonar a toda potencia en mi pequeña habitación de la ovetense calle San Bernabé, hasta que se supo la noticia -entonces no corrían con tanta agilidad como ahora- de que la leyenda guitarrera pararía en mi ciudad. Si hay dos guitarristas que me marcaron en esto del rock, uno de ellos era Wilko Johnson. El otro Tom Verlaine. Esos riffs, esa manera de sostener el ritmo, eléctrica e incisiva, además de esa puesta en escena  tan suya dirigiendo su SG al público como si de una ametralladora se tratase, ra-ta-tá, el efecto era demoledor. A mi hermana le había regalado uno de sus novios un vhs con un concierto de Dr. Feelgood grabado de la tele inglesa donde estaba realmente impresionante. A los Feelgood había podido verlos en el mismo escenario unos meses antes, un 6 de abril de 1989, con nada menos que "Gypie" Mayo a la guitarra, lo que también eran palabras mayores y, por supuesto, con un eminente Lee Brilleaux al frente, quien volvería a abarrotar el recinto de la calle Cervantes un 15 de febrero de 1990 ya sin Gypie. Recuerdo haber bajado a camerinos -estaban situados en el garaje de la edificación- para charlar con Lee, animado por mi amiga Ana Espina y tomarnos unas cervezas a las que el británico nos invitó y responder a mi pregunta de "¿dónde crees que estará Gypie?" con una carcajada: y un "emborrachándose en algún pub hasta no tenerse en pie".


Lo de un concierto a las una de la mañana parecía un poco raro. Pero mis meses de junio siempre lo habían sido: amores, algunas (pocas, muy pocas) peleas, encuentros desagradables, amores nocturnos truncados, rupturas amorosas también demoledoras, mal tiempo para dedicárselo al estudio y sí para ir a un concierto tras otro... Tiempos diferentes de épocas vividas con la mayor de las intensidades.
Una de la mañana... ¡uuuf! Apuramos todo lo que pudimos en la cafetería de enfrente -el legendario Los Peces- jugando a la máquina de marcianitos mientras trasegábamos un par de cubatas de ron añejo con Coca-Cola hasta el momento del cierre. Ya no nos quedaba otra que entrar en la sala y cambiar a cervezas. 
A la una, sólo se veía el back-line de la banda, pero no el aparataje de equipo de voces y demás. Las dimensiones de La Real eran grandes, capacidad para más de mil personas, lo que hacía que si se juntaban entre doscientas o cuatrocientas -una buena entrada para una ciudad como Oviedo- pareciese medio vacía. Aquella noche no creo que se superaran las doscientas. 
Unas cuantas, muchas, cervezas después, el dinero comenzaba a escasear. De hecho, se acababa. Eran ya las cuatro de la mañana y el concierto no empezaba. Sin móviles ni ningún otro medio de comunicación parecido, sólo sabíamos que no se iba a suspender, que la banda estaba en los camerinos y que sólo faltaba que llegara el equipo, que estaba siendo utilizado en las fiestas mierenses de San Juan para un concierto de Ilegales. ¡Ay, ay, ay!


Y, si no me falla la memoria, la gente de Musical Marcos con el inmenso Andrés al frente, lo montó todo en un pis pas. Arrancó Wilko con su trío donde Norman Watt-Roy se alineaba con su bajo de ritmo puro para desgranar el magnífico "Barbed wire blues" y algunos clásico feeelgodianos para regocijo de los que, como yo, ya habíamos rellenado nuestros vasos con agua de los servicios... Al salir, ya amanecía en la ciudad. Pensé que no me encontraría con mi madre, que seguramente ya se habría ido a trabajar a la radio, RNE en Asturias, que entonces tenía una apretada programación. O no, que habría apurado para verme llegar como hacía siempre... la no-excusa, de tan absurda, iba a ser totalmente creíble.

Mucho tiempo después, un 29 de enero de 2016 en el Centro Niemeyer de Avilés, volvíamos a encontrarlo en concierto. Había superado un cáncer de páncreas y venía con el aval de un gran disco donde Roger Daltrey lo respaldaba. Béznar Arias -uno de esos promotores de esta Asturias de mis dolores por los que vale la pena seguir metido en este mundillo- apostó por traérselo, en lo que fue, sin duda, una jornada para el recuerdo. Por desgracia, perdió dinero, pues las cuatrocientas y pico personas que pasaron por caja no fueron suficientes para amortizar la inversión. "Son los peajes del rock que uno debe pagar, callar y continuar", me comentaba hace unos días Béznar en un guasap. Y no puedo estar más de acuerdo, cada uno a su manera, los hemos pagado y aceptamos el precio porque no hay otra. Siempre nos quedan los recuerdos de tanta música y de tanta vida, que otros/as sólo cuentan desde referencias alejadas de todo eso, con tono cursi de universitario prepotente y nada vivido.

MANOLO D. ABAD

Wilko Johnson murió un 21 de noviembre de 2022 a los 75 años







miércoles, 23 de noviembre de 2022

Wilko Johnson (1947-2022)

 






lunes, 21 de noviembre de 2022

Diario de un mundial de fútbol en otoño (1)

 

DIARIO DE UN MUNDIAL DE FÚTBOL EN OTOÑO (1)





"DE BOICOTS Y DE PERSONAL LIBERTAD DE ELECCIÓN"

Es la tentación de imponer, algo que se ha incrementado con la proliferación de las redes sociales, lo que ha inspirado el boicot al Mundial de fútbol que se celebra en estas extrañas fechas de otoño y que ha condicionado el desarrollo de todas las temporadas de todas las ligas regulares del mundo. Viene alguien y promueve un boicot, como, por ejemplo, a este Mundial de fútbol, exponiendo unos argumentos pueriles que se caen por su propio peso ante cualquier análisis mínimamente riguroso.

Aviso a navegantes: si alguien cree que profeso la más remota simpatía hacia el régimen que gobierna con mano dura desde una teocracia infame a Catar, se equivoca de lugar. Aún sin saber -no se caracterizan por su transparencia las dictaduras- las cifras de muertos en la construcción de los estadios de este Mundial, sí conocemos que tanto las condiciones de esclavitud de los trabajadores como todo lo demás produce náuseas. De ahí a proponer como solución y/o protesta no ver los partidos discurre ese espacio rayano en la demagogia más infantil. Porque los mismos que se rasgan las vestiduras exigiendo un boicot, ¿son conscientes de que ese país es un productor clave de gas -ahora que comienza el frío- y de derivados del petróleo, eso que permite que funcionen automóviles, aviones y barcos? Son servicios necesarios, exponen. Con lo cual, problema resuelto: como "servicio esencial" se traga uno la indignación. Muy bonito.
Cosa seria es que el régimen catarí haya sido uno de los promotores del terrorismo islamista y muchas otras basuras diversas que tanto daño han hecho a la civilización occidental. Los del boicot ni se acuerdan, seguro. El mundo hoy es así, ya lo cantó John Lee Hooker, a quien hace unos pocos años el genial músico australiano Hugo Race -con la inestimable compañía del genial armonicista italiano Michelangelo Russo- le dedicó todo un álbum de homenaje donde se podía escuchar esta canción.




 
Pero, no, la culpa es del fútbol, siempre del fútbol. Ese, supuestamente, servicio innecesario. Y, ¿quién lo dice? En esta "sociedad solitaria", ¿es tan malo ilusionarse con el fútbol, con un Mundial? ¿No sería un "servicio esencial" para quien encuentre esa ilusión o para alguien que esté bajo los efectos de la depresión? Hay muchos más ejemplos, pero es que a mí me encanta el fútbol. ¿Qué pasa? Y el cine. ¿Qué pasa? Y la literatura. ¿Qué pasa? Y el rock. ¿Qué pasa? Y el baloncesto. ¿Qué pasa? Y el ciclismo. ¿Qué pasa? 
De las condiciones infrahumanas y de esclavismo en las minas de litio en África, nada se dice. De las consiguientes guerras entre tribus de un supuesto país que no es tal, tampoco. De esas mismas guerras, con mutilaciones infantiles y carne de cañón en forma de niños armados en primera fila hasta los dientes, tampoco. También se olvidan de esas mujeres y niñas valerosas que desean aprender en esas latitudes y son secuestradas y violadas por salvajes que las desean ignorantes y esclavas. Podríamos continuar con las injusticias de este mundo y, para los partidarios del boicot al Mundial, encontraríamos un mismo culpable: el fútbol. Porque, cuando hubo los Juegos Olímpicos en Beijing, todo era precioso, ¿no?


¿Mi forma de protesta? Acompañar -mientras veo todos y cada uno de los partidos- de productos prohibidos por el régimen catarí mi dieta: chorizo, lomo, jamón, chuleta de cerdo, cerveza y vino. Ya está. Nadie me va a imponer que ejerza mi libertad, de modo que yo elijo ver los partidos de fútbol, lo que no supone que admita nada de ese régimen teocrático asqueroso.
Nada les diré de la ceremonia de inauguración, tostón insoportable y prescindible en el que aproveché para prepararme el almuerzo mientras sonaba el "Religion" de P.I.L. entre otros muchos grupos.
Y, bueno, vamos al fútbol, aunque poco hay que decir. Ecuador desnudó a Catar con una salida digna de enmarcar. Un primer gol anulado fue el preámbulo de unos veinte minutos arrolladores que cayeron como una tormenta de juego que se plasmó en dos tantos que le dieron a los sudamericanos la suficiente tranquilidad como para no despeinarse en el resto del encuentro ante la inoperante impotencia de los anfitriones, una selección de un nivel ínfimo que deambuló por el terreno de juego al tiempo que sus aficionados abandonaban -ya en el descanso- sus localidades en un episodio pocas veces visto en un Mundial. Comienza, pues, a perderse lastre y ya creemos que un combinado tiene todas las papeletas para hacer las maletas. Lo que nos ahorramos con el hecho de que sean los anfitriones. Y, hoy, lunes, sesión triple que comienza con un "set" (6 a 2) de la tapada Inglaterra frente a Irán. Pero, de ese, y del resto del menú, hablaremos en el segundo capítulo de este diario.

MANOLO D. ABAD




domingo, 13 de noviembre de 2022

Keith Levene (1957-2022)

 


jueves, 10 de noviembre de 2022

Chris Cacavas & The Junkyard Love "Truth"

 


Tan alto que no puedes superarloSo high you can't get over itTan ancho que no puedes rodearloSo wide you can't get around itTan profundo, más profundo que un océanoSo deep, deeper than an oceanHasta ahora, va para siempreSo far, it's goin' on foreverAsí de grande es la verdadThat's how big is truth
Tan cerca que descansa sobre tu hombroSo close it rests on your shoulderTan simple que los líderes mundiales no pueden entenderloSo simple, world leaders can't understand itNo es acostarse con la multitudIt ain't laying in with the in-crowdNo va donde va la multitudDoesn't go where the in-crowd goesAsí de hip es la verdadThat's how hip is truthAsí de grande es la verdadThat's how big is truth
Algunos toman el camino más largoSome take the long way aroundAlgunos toman el camino más largoSome take the long way aroundAlgunos toman el camino más largoSome take the long way aroundTe diré lo que encontraronI'll tell you what they foundVerdadTruth
Tan fuerte, más fuerte que un coheteSo loud, louder than a rocketTan silencioso que cabe en tu bolsilloSo quiet it fits in your pocketDespués de la caída de la bombaAfter the bomb's fallDespués del muro de BerlínAfter the Berlin wallHay una cosa que aún se mantendrá erguidaThere's one thing that'll still stand tallAsí de grande es la verdadThat's how big is truthAsí de definitiva es la verdadThat's how final is truth
Algunos toman el camino más largoSome take the long way aroundAlgunos toman el camino más largoSome take the long way aroundAlgunos toman el camino más largoSome take the long way aroundTe diré lo que encontraronI'll tell you what they foundVerdadTruth

martes, 1 de noviembre de 2022

¿Todos los públicos?

 



Pick Up. -

"¿Todos los públicos?"

Una de las falacias más extendidas en el mundillo cultural es la de las obras para todos los públicos. Más bien, para todo tipo de públicos. Falacia porque la sociedad cada vez es más diversa porque las nuevas tecnologías han ahondado en las brechas generacionales y en la diferenciación de gustos.

Trasladada esta realidad a la música y cómo se debería abordar una programación desde un estamento municipal que abarcase el amplio espectro estilístico que se presenta en la población habría que tener en cuenta varios factores: el fin de los macroconciertos como un dinosaurio poco rentable (aún esperamos las cuentas del pufo de lo de Marc Anthony en Oviedo) y la necesidad de adaptarse a actuaciones de más pequeño formato pero abarcando todas las sensibilidades, sean rock, jazz, folk, alternativo, fado, rap, clásica, electrónica, músicas del mundo, por solo citar unas pocas de las muchas que existen. Evidentemente, los pelotazos quedan exentos: el pequeño formato exige esfuerzos, muchos, un trabajo continuado y con conocimiento del terreno y el mantenimiento de unas mínimas condiciones de calidad.

Se acabó la comodidad de las grandes cifras de asistencia a un estadio, algo solo plausible para dos o tres nombres y con un enorme riesgo. Y bienvenidos a una nueva realidad que impone trabajo duro y olvidarse de pelotazos y demás chanchullos.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el número de noviembre de 2022 de la revista digital "Pick Up"