sábado, 1 de agosto de 2015

Los mensajeros del apocalipsis

 

Vetusta Blues. –

Los mensajeros del Apocalipsis”


Por doquier, hasta de debajo de las piedras, quién sabe si desde las profundidades de las ruinas del spa del Naranco, surgen voces que nos alertan del peligro que se cierne sobre la ciudad: el desgobierno. El alcalde no es sino una mera pantalla en manos de Somos, Oviedo se ha entregado a la anarquía y al caos y el gobierno municipal no ha existido en este mes de vida del tripartito (añadan la coletilla “radical”). Gritos e infundios de telepredicador que auguran un futuro negro para nuestra ciudad. ¡Cuidáos, hermanos, han llegado los radicales y el caos con su desgobierno e insolvencia!
Toda esta pataleta estúpida no resultaría grotesca y hasta indignante, si no fuera porque el panorama desolador que dejaron quienes ahora se rasgan las vestiduras -como en el más rancio espectáculo de unos mensajeros del Apocalipsis por arribar- no hubieran cometido tal cantidad de excesos, de abusos y de caprichos que hipotecaron a la ciudad y la dejaron tal cual está: hecha unos zorros. Y la labor de reconstrucción no se realiza en el tiempo de un chasquido de dedos. Eso, quizás, habrá que dejarlo a los telepredicadores del caos, a los mensajeros del Apocalipsis que está por llegar. Esos que callaban ante atroces barbaridades como la gestión (¿sensata?) de la siniestra empresa Cinturón Verde; los que miraban para otro lado ante caprichos a coste de oro –para todos los contribuyentes ovetenses- como el Asturcón; quienes cerraron la boca cuando se planeó horadar el Campo de San Francisco para construir un parking con el que pagar pufos del tipo Villa Magdalena, sin importarles que se cargaran el pulmón y corazón de la ciudad.
Esos son los que ahora nos hablan de solvencia, sensatez y buen gobierno. Los mismos que estando “en funciones” se saltaron toda ética, para cerrar todo tipo de contratos con los que dejar atados y bien atados muchos compromisos clientelistas. Estos son los telepredicadores del caos, los mensajeros del Apocalipsis, que aparecen por doquier cacareando las virtudes del buen gobierno, de la seriedad, de la sensatez y de la solvencia. Estos son los que alzan con soberbia su voz, a la busca de un pábulo con el que justificar tantos y tantos desmanes de un régimen que ya agotó todo su crédito en la ciudad. Me sorprende que aún existan, que alcen la voz, que traten de imponer unas lecciones que jamás se aplicaron a sí mismos pero que tratan de adjudicar a los demás con el descaro de quien siempre tuvo excusa para justificar el injustificable expolio de la ciudad. Con lógica de telepredicador del caos, con la delirante visión de los mensajeros del Apocalipsis.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 1 de agosto de 2015