sábado, 10 de octubre de 2015

El Cartel


Vetusta Blues. -
El Cartel”

Aunque estemos en 2015 hay actitudes y circunstancias que no le dejan a uno de sorprender. Términos que nos devuelven a unos tiempos que ya creíamos superados, pero que regresan, circulares como un pesadillesco bucle, de vez en cuando, para recordarnos que siguen ahí, adheridos como un musgo nocivo en las mentes de muchos. Sin embargo, persisten como una mala digestión.

Resulta que, dentro de unos días, habrá una representación en la ciudad de un espectáculo que retoma el cabaret, el café-teatro más canallesco y que decidieron anunciarlo por todo lo alto con la imagen de una mujer mostrando sus esplendorosas piernas abiertas de par en par. Seguro que lo habrán visto. O, quizás, oído vía quien se haya fijado en los susodichos carteles. Hasta aquí, todo normal. Uno puso la vista en la imagen de las magníficas extremidades de la mujer, casi distraídamente, pensando que son esa parte del cuerpo donde un cirujano tiene poco que hacer...

Lo peor vino cuando llegaron las protestas de “los de siempre”, esta vez con la coartada de un presunto peligro hacia la infancia. Estamos en 2015, repito. Esos, tan preocupados por la salud de los niños y por su educación, quizás sean los que los tienen despiertos, correteando por las terrazas donde ellos y ellas se toman algo hasta altas horas de la madrugada. O quizás sean los que justifiquen las bestiales ingestas de alcohol de esos mismos niños, privados del necesario sueño unos años antes(se ha demostrado que el crecimiento físico y mental depende de un adecuado descanso en edad infantil), cuando alcanzan la preadolescencia. O esos que dejan a los pequeños sueltos por esas mismas terrazas sin preocuparse de que crucen la calle sin control en zonas donde no existen semáforos para controlar el tráfico. O los que echan la culpa (y el peso de la educación de sus hijos) sobre los docentes cuando les consienten absolutamente todo si no los desautorizan cuando toman una medida dura. No, hombre, no, lo más alarmante es que sus pequeños observen dos espléndidas piernas en un cartel.

Uno, que se crió de pequeño en la etapa de la Transición, se fijaba en los anuncios de aquellas películas clasificadas “s”, films eróticos que hicieron furor en España a finales de los 70 y principios de los 80, en la prensa o en los cines y no sólo no ha tenido ningún trauma sino que ha sabido afrontar con total naturalidad todo lo referente al sexo. Veíamos las portadas de los kioscos con revistas como el “Lib” o los mismos “Interviú” y aprendíamos a no acomplejarnos. Ni de nuestros cuerpos ni de nuestros deseos y fantasías ni, por supuesto, de nuestra incipiente sexualidad. Puritanismo, censura, no son más que cortapisas capadoras de una libertad que se debe aprender desde niño. Sin que eso suponga, en modo alguno, menoscabo de los valores educacionales -estos sí que se pierden con alarmante rapidez- que son la base de toda formación humana. No vengan a echar la culpa ahora a un cartel de una mujer espectacular y de sus dos hermosas piernas. Menos hipocresía y más cultura y educación de una puñetera vez. Aunque parezca increíble, estamos, sí, en 2015.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 10 de octubre de 2015