jueves, 20 de septiembre de 2018

Con Mando


Crónicas de Vestuario. –
“Con mando”

Tras el varapalo contra el Real Zaragoza y su incontestable recital táctico ante los azules, además del rutinario partido de Copa ante el Mallorca, llegaba el momento de mostrar poder, fuerza, temperamento, ante el Lugo. Y así ocurrió, por fin, como todos los carbayones deseamos, con fuerza, con mando, con poder. En todos estos años escribiendo sobre el conjunto azul no había visto una demostración semejante de poder y de control como la que exhibió el once de Anquela en la primera parte. Ese es el camino a seguir: mandar. Mandar con argumentos, con un despliegue total para anular al rival. Desde la portería hasta el delantero. De principio a fin. 
No es de extrañar que esto ocurriese gracias a la “dobleF”: Forlín y Folch. El regreso del argentino al centro de la defensa fue el fin de las dudas, de todos los titubeos, de la capacidad para resolver los problemas de la forma más sencilla. No liarse: si hay que despejar, se despeja; si hay que jugarla, un pase. Al lado de Forlín, sus compañeros son mejores casi siempre. Un jugador necesario para esa columna vertebral que configura los grandes bloques. La otra “F” es la de Ramón Folch, hombre esencial, casi imprescindible para el entrenador andaluz y que jugó su mejor partido con la camiseta azul cuando más parecía que las dudas lo anulaban. Un despliegue en toda regla: táctico y físico. Estuvo en todas partes, allí donde se le necesitaba y ofreció variables de todo tipo en la creación –quizás su punto habitualmente más flojo donde lució ante los rojiblancos gallegos como nunca-. Con semejantes mimbres, y el aporte de Joselu en una presión incansable que, además, coronó con un gol, el equipo azul se sintió con mando, con fuerza y con temple.
Para el segundo acto, tocó defenderse, quizás demasiado echados atrás y sin un contragolpe letal. Sigue siendo ésta una de las mayores asignaturas pendientes de los asturianos, que no encuentran ni la velocidad ni la claridad en los pases para resolver, para matar, para destrozar a los rivales cuando más sensibles se encuentran. Aprender esta asignatura, que tan bien nos planteó el Zaragoza en la jornada anterior, sería la reválida necesaria para no tener que pasar apuros o estar a expensas de los giros de azar tan presentes en el fútbol. 
Este es el camino. Queda mucho y no es tiempo para la euforia, pero sí para sonreír con esperanza. Un lujo que nos hemos ganado tras tanta travesía de dolores y sufrimiento.

MANOLO D. ABAD