viernes, 21 de septiembre de 2012

Licor añejo y botellón

“Licor añejo y botellón”

LOS TRÍPODES, CIUDAD BAMBÚ, QUEEN BITCH

Concurso de Rock “Ciudad de Oviedo”. Jornada 5.

Plaza Feijoo, Oviedo.

Miércoles 19 de septiembre de 2012.

La historia –ese mal necesario que sobra en la sociedad actual de técnicos despiadados e inhumanos- siempre resulta un asidero clave a la hora de subirse a un escenario. La historia habla de esos grupos de rock trabajados en locales pequeños y nocturnos que, cuando les llega la hora de acceder a mayores empresas, les permite sonar con la fuerza requerida. El cuarteto Queen Bitch es una de esas formaciones que han trabajado duro desde la base, tocando en salas pequeñas a lo largo de meses, y eso se notó en su show: sonido demoledor y una personalidad cuajada. Un repertorio donde cabe el rock setentero vía Rolling Stones, preferiblemente etapa “Exile on Main St.” o, por citar una referencia más cercana, los esenciales Black Crowes, además de gotitas del Bowie más glam-rock. Una delicia para los degustadores de alcohol añejo, como un buen bourbon de reserva, en un pub oscuro y con rock´n´roll sonando hasta altas horas con una buena compañía del otro sexo.

Ciudad Bambú practican ese pop de serie española de televisión para adolescentes botelloneros y de fácil calentura sexual que ha hecho millonarios a Pignoise. Chicle fácil que te asalta cuando menos te lo esperas. ¡Y qué molestos son los chicles cuando se te pegan a la suela de los zapatos! Ellos tienen respuesta clara a la pregunta que el historiador Jean Chesnaux se formulase en su libro “¿Hacemos tabla rasa del pasado?” hace años. Respuesta: ¡Pues sí, claro, que somos jóvenes y otros nos lo pagan todo! ¡Viva la barra libre aunque sea alcohol de garrafón!

Desde Gijón, Los Trípodes opinan lo contrario. Son un trío de rock´n´roll que venera las lecciones de los que han hecho grande al rock en el pasado. Aunque no estén apuntalados aún del todo -jóvenes son, tiempo tienen- sí resulta de lo más reconfortante escuchar instrumentales vibrantes con guitarra afilada o surfera o bluesera según lo pida la ocasión y saber que el esfuerzo con sacrificio acaba por dar frutos. El tramo final con el “Psycho” de los Sonics y un “Boom boom” homenaje al espíritu de John Lee Hooker dejaron al personal con ganas de más, creo que incluso al técnico de escenario –el bueno de Gus Bocanegra- a quien le tocó la ingrata labor de cortar un show que entregaba una nueva ronda del licor añejo preferido de cada cual. Con su aroma, en su ambiente, sin “garrafas” ni los botellones extemporáneos que están arruinando la noche conquistada en los 80 y, por supuesto, a ese ambiente de rockera nocturnidad cada vez menos frecuente.

MANOLO D. ABAD

Publicado en el diario "La Nueva España" el viernes 21 de septiembre de 2012