miércoles, 28 de febrero de 2018

Madrugada "Vocal"



You better run, you better run You better not wait too long You better run, you better run You better run for you have a heart So let's start, so let's start So let's start, tear it all apart You better run, you better run You better run for you have a heart Well, oh, well, oh, you know it's only so much I can take I buried my head in that pillow for a million days So, oh, oh well, I'm sorry but I do not care to wait Dare not walk through the light Dare not walk through the light Your vision's travelled far today So why don't you run away Your vision's travelled far today Like in the times when you say I have a cry, I have a cry, and I will not be contained I have a cry, I have a cry, and I will not be contained, no Oh well, oh you know it is only so much I can take Buried my head in that pillow a million days oh, oh Oh well, I'm sorry but I do not care to wait Oh, dare not walk through the light Dare not walk through the light, oh Oh, dare not walk through the light Dare not walk through the light

martes, 27 de febrero de 2018

Enrique Castro "Quini" (1949-2018)


El Muro



Crónicas de Vestuario. -"El Muro"

Ya hemos hablado alguna vez de las similitudes de la competición de la Segunda con un trayecto maratoniano. 42 kilómetros, 42 jornadas. Como todo aquel que esté familiarizado con el gran fondo, existe en esa carrera lo que se denomina "el muro", un bajón de energía que suele producirse entre los kilómetros 30 y 35. En esta temporada 2017-2018 parece que al Real Oviedo le ha sucedido antes. Sí, parece como si el once azul se hubiese desinflado tras el derby; como si tras quitarse el peso de vencer al eterno rival todo se hubiese terminado. Esa es la impresión viendo al equipo, que -sin perder su intensidad característica- sí da muestras de cierto agotamiento, sobre todo en la parte creativa: hay menos profundidad, menos fluidez, menos remate.
Siempre hemos resaltado la dificultad de un trayecto tan largo como el que se da en la segunda categoría del fútbol español. Los equipos se rearman, la competencia se recrudece, algunos resucitan de sus cenizas y otros se vienen estrepitosamente abajo. El conjunto de Anquela afronta en estos momentos su peculiar muro. Sus jugadores más imaginativos -Saúl Berjón y Aarón Ñíguez- no logran combinar con sus extraordinarios complementos de banda -Mossa y Diegui Johannesson- lo que lastra al juego ofensivo. Por otra parte, el "scouting" (esa palabra que nos trajo el baloncesto) funciona cada vez más en todos los equipos, lo que hace que, a estas alturas de la temporada, todos sepan cómo se puede neutralizar a los rivales. Y al Real Oviedo se lo tienen perfectamente aprendido. Quizás por eso, ante el Zaragoza fue Fabbrini el jugador diferencial, no sólo por sus propias características, sino porque está muy poco estudiado por unos rivales que apenas han tenido oportunidad de verlo en acción.
Que el cuadro de Anquela necesita algo de aire fresco parece evidente. Toca reinventarse, pulsar alguna tecla para sorprender a los contrarios. Ofrecer otras opciones y ahí entra Fabbrini, claro, pero, fundamentalmente, la sabiduría de un entrenador que ha dado pruebas sobradas de su capacidad. No hay que desesperarse, ni hacer caso de esos agoreros siempre dispuestos a recitar sus letanías a toro pasado. Toca reflexionar, analizar qué falla y dónde pueden estar las soluciones. Lo primero, desde luego, tener paciencia, no desesperarse, observar el camino recorrido hasta este punto. Rearmarse, siempre rearmarse ante las adversidades. Como en la propia vida. Y superar "el muro" con convicción, fe y esperanza. Con unión, humildad y trabajo se puede conseguir.
MANOLO D. ABAD

sábado, 24 de febrero de 2018

Lagartija Nick "Mi vida anterior"




viernes, 23 de febrero de 2018

Lagartija Nick "Supercuerda"




Havalina "Música para peces"



Duerme duerme 
Lindo pez 
En tu sueño 
Yo me veo 
Morir 

Duerme duerme 
En mis brazos 
Cada noche 
En cada trazo 
De este amor 
Tan acuático 

Llevo tiempo 
Esperando 
Bajo el agua 
Con las cena 
Para dos 

Duerme duerme 
Lindo pez 
Bajo el agua 
Duerme duerme mi amor 

Cada noche 
Ire a buscarte 
En tu sueño 
Yo me veo 
Morir

lunes, 19 de febrero de 2018

"Barra Libre", muy pronto a la venta


Nuevo libro en el que participo. ¡Muy pronto a la venta!
Seguiremos informando...

Atasco






Crónicas de Vestuario. -"Atasco"

Más que un partido-trampa, se trataba de un choque extraño en un momento difícil del tránsito liguero frente a un rival de trayectoria engañosa. El Albacete logró superar un arranque desastroso de la mano de un entrenador como Enrique Martín, incansable motivador, un torbellino de los banquillos, cuyo carácter le ha llegado a costar hasta un ataque cardiaco, lo que no es de extrañar vista su efervescencia. Diríase que hay muchos puntos en común en la forma de jugar de ambos conjuntos, aunque el Real Oviedo cuenta con mejores argumentos y un armazón con mayor capacidad para resolver en los tramos decisivos, algo que el cuadro manchego consiguió neutralizar en la tarde del sábado.



Venían los azules a mantener su última racha positiva y no pudo ser. El equipo se mostró sin capacidad resolutiva y, lo que es más preocupante, sin profundidad ni ritmo de juego. Fue un choque de amenazas que apenas llegaron y en las que los de Anquela se mostraron romos y con poco acierto en las escasísimas ocasiones de que gozaron, la más clara de ellas de un Cristian Fernández que optó por un remate acrobático a bocajarro que se marchó fuera cuando lo más sencillo parecía haber sido empujarla con el pie dada la altura que había cogido el balón. Malas decisiones en décimas de segundo que también lastraron a los ovetenses.



Cerradas las bandas con un Aarón en crisis de juego y confianza en la derecha, donde Diegui Johannesson tampoco parece estar en sus mejores días, y una izquierda donde tampoco se vieron asociaciones brillantes entre Mossa y Saúl Berjón, y con una zona de construcción sin el castigado David Rocha y un Hidi excesivamente precavido y con poca iniciativa, el trabajo del Albacete se limitó a no complicarse en exceso la vida y buscar un zarpazo a la contra que, por fortuna, no llegaría.



Probó opciones Anquela con el deseado Fabbrini, aún muy falto de ritmo, y el partido se fue diluyendo en una ola de inconsistencia. Como siempre decimos, el tránsito es largo y ahora parece que nos encontramos en ese lugar donde solventar dudas, aplicarse en las virtudes, redoblar la fe en la identidad propia y en recuperar la forma de ser, son los elementos trascendentales para superar este muro maratoniano del que ya hablamos, ese momento en que aparecen las crisis y la mente debe permanecer inquebrantable. Una tarea donde han de entrar nuevos actores y en la que los habituales deben intentar redescubrirse, recuperar su fe en sí mismos. Siempre es importante sumar en un tránsito así, tan largo como el de la Segunda. Olvidarse de las rachas, abrir una nueva. Queda lo mejor, lo más duro. Confiemos y no desesperemos.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: J.L.G.FIERROS

sábado, 17 de febrero de 2018

El valor de lo básico


El Tocadiscos. -

El valor de lo básico”


LOS TAL “Colegas”

Acme Studios

13 canciones. 10€.

Enroscados en esa montaña rusa de la moda inmediata, de los modos y modas que nos envían los popes que imponen desde ciertas publicaciones y programas qué es y qué no es, podemos perder la perspectiva de unos valores que no cambian, que son imperecederos si se consigue tocar esa tecla sagrada para que el rito de “sólo es rock´n´roll, pero me gusta” funcione.

Los de Sotrondio lo consiguen de una forma rotunda en este su tercer (y mejor) álbum. Funcionan las guitarras, funcionan las canciones, funcionan los riffs y funcionan los estribillos. También, todas sus intenciones. Intenciones, que no son pretensiones. Intenciones que nos llevan a un concepto básico donde se mezclan el hardrock, el bluesrock, el rock´n´roll de guitarras americano, sin otro propósito que pasar un buen momento. Decir esto en estos tiempos puede resultar casi un sacrilegio, pero cuando te encuentras con una canción como “Tú verás si merece la pena”, que nos remite a ese entretenimiento puro y duro que proponían los Creedence Clearwater Revival comprenderás que, a veces, lo básico, sin más, puede resultar el mejor de los planes.

Un trabajo para disfrutar sin excusas, para respirar unos momentos de ese rock´n´roll intemporal, bien cuajado (muy a la ejemplar manera de Los Deltonos) y con la suficiente agilidad para liberar complejos y complejinos.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 17 de febrero de 2018

The Brian Jonestown Massacre "Anemone"




I, I think I know how I feel
'Cause I, I only play it for real
You should be picking me up instead you're dragging me down
You're flying over my head, you're landing all over town

You, you know that I try
Try to tell you the truth, oh, baby don't make me cry
You should be picking me up instead you're dragging me down
Now I'm missing you more (more)
'cause baby you're not around
Now that you're not around

I, I want to know how it feels
'Cause I, I only play it for real
You should be picking me up instead you're dragging me down
I could be giving you love (love)
But you're not around, now that you're not around
Now that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around, glad that you're not around
Glad that you're not around

viernes, 16 de febrero de 2018

Mogwai "20 Size"


domingo, 11 de febrero de 2018

Carnavalada


Crónicas de Vestuario. -

“Carnavalada”

1- Acción, broma o fiesta propia del carnaval.

2- Asunto o hecho que resulta grotesco por no tener la seriedad que le es propia.
(Fuente: Real Academia de la Lengua Española.)
Para lo acontecido en el Ramón de Carranza debemos tomar la segunda acepción que nos propone la RAE. Sólo así se puede explicar lo sucedido en este Cádiz- Real Oviedo que se cargó sin miramientos, sin vergüenza, sin ambages, el árbitro canario Juan Luis Pulido Santana con una psicodélica expulsión que sólo estuvo en una mente calenturienta que ya había comenzado a dar pequeñas -sibilinas- señales en los minutos previos. Creíamos que después de los sucesivos escándalos de David Pérez Pallás ya estaríamos a salvo de actuaciones vergonzosas, pero no, aún nos quedaba este trencilla especialista en lesionarse en playoffs decisivos. A las sospechas a sus actuaciones (¿debería entrecomillar esto?) recibió el “justo castigo” -premio, no se equivoquen con mi sarcasmo- de lograr un ascenso para seguir perpetrando arbitrajes como el del sábado que tuvieron su culmen en la expulsión de David Rocha por disputar con vehemencia un balón. Un poco de teatrillo y charanga de parte del jugador amarillo (el color del Las Palmas, también, igual por ello se “confundió” el colegiado) Carpio, quien minuto y pico después había olvidado de qué pierna cojeaba, y una roja de regalo para que el carnaval se travistiese de atraco. Como no hay carnaval sin palmeros, Perea se unió a la charanga con unas declaraciones vergonzosas justificando el robo en la peor tradición de aquellos que niegan la realidad sólo cuando benefician a sus propios intereses. Tomamos nota, que la memoria suele ser implacable en estos casos.

Había comenzado el Cádiz impetuoso pero sin excesivas luces ni profundidad, a base de patadones al área, uno de los cuales remató Barral para que Alfonso Herrero mostrase sus mejores virtudes estirándose para enviar a saque de esquina. Como si esa jugada sirviera de acicate, el equipo azul se levantó y pasó a mandar, con pausa, desgastando en la presión a los gaditanos, moviendo el balón en busca de la profundidad hasta que llegó la carnavalada arbitral que hermanó a Las Palmas con Cádiz. Ya saben: las dos fiestas de la época más famosas en España. Carnal y Cuaresma unidos para un entierro de la sardina, de la limpieza, para manchar bien la competición ahora que algunos amigos -perdón, presuntos amigos- de los maletines y demás asquerosidades parece que van a pagar por sus presuntos delitos. Uno de ellos estuvo sentado en ese palco hasta hace poco... Lo peor de las injusticias es que cuando llegan la ley y el orden el tiempo ya ha transcurrido...

Finiquitado el primer tiempo tras unos ajustes donde se dejó la defensa de cinco trasladando a Forlín al doble pivote junto a un inmenso Ramón Folch -quien antes había recibido un entradón por detrás digno de tarjeta amarilla que no llegó, la astracanada de Pulido en estado puro- para lograr una estabilidad que no descompensase al once que eran diez.

La segunda parte supuso un desgaste tremendo para un conjunto azul que se negaba a darse por vencido, que seguía luchando frente a un reservón cuadro amarillo y que supo explotar sus virtudes para anotar el primer tanto por mediación de Linares tras otro excepcional centro de Saúl Berjón al botar una falta. Anquela mostraba su ojo reemplazando a un oscurecido Aarón Ñíguez por Cotugno, tratando de conservar la ventaja, pero el empuje del Cádiz, que a raíz del gol asturiano se lanzó a una ofensiva total, conseguía remontar el tanteador. Una nueva carnavalada de Pulido Santana tras comerse una clamorosa mano en la jugada previa al gol (un déjà vu del partido del Rayo Vallecano, la cuenta de los robos permanece abierta por desgracia) permitió el injusto resultado.

Se termina una racha espectacular de diez partidos invictos, tres meses donde incluso se han merecido mejores resultados -Huesca, Rayo Vallecano- pero que muestra la aplastante realidad de un bloque compacto, solidario, unido, con fe, que transmite esperanza desde su propia coherencia. Toca levantarse, pronto. Porque se está en la buena línea y el tránsito que aún queda es el más duro.

MANOLO D. ABAD
Foto: J.L.G.FIERROS

Tiempos perdidos


El Tocadiscos. -

“Tiempos perdidos”


FLY MOSQUITO “Al diablo con los perjuicios”

Robot Records
8 canciones. 10 €.
Cuando uno escucha a grupos como los ovetenses Fly Mosquito se da cuenta de cómo han cambiado los tiempos (musicales) en las dos últimas décadas. Se habrá podido asimilar cierta movida, pero lo que no ha cambiado es el planteamiento de ciertos prejuicios (que no perjuicios como en el título). Es como si aquellas “Hornadas Irritantes” que encabezaban los inigualables Derribos Arias y a los que siguieron formaciones como Polanski y el Ardor, Sindicato Malone o Glutamato Yeyé no hubieran existido. Si quienes ponen el grito en el cielo por ciertas canciones les escucharan ahora seguro que emprenderían las más duras acciones legales para reprenderles.

Siguiendo esa senda perdida de incomodidad políticamente incorrecta, la banda que encabeza Gus González se afana en un punk chatarrero con formas de inmediatez rockabilesca en lo musical para sacarle afilada punta a todas sus composiciones. Que serían perseguidos por los guardianes de la moral no nos cabría ninguna duda. Que representan un estímulo necesario en estos tiempos de inmovilismo puritanista, tampoco.

¿Los prohibirán próximamente? ¿Serán perseguidos como un estigma de tiempos hoy perdidos en los túneles de la memoria? La respuesta en este sarpullido a ocho canciones, verdadero revulsivo para afrontar estos días de tantas (e innecesarias) cazas de brujas.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 10 de febrero de 2018

The Traveling Zoo "Naufragando"


René de Coupaud (1952-2018)

martes, 6 de febrero de 2018

La victoria más deseada


Crónicas de Vestuario. –

“La victoria más deseada”


A nadie, a ningún aficionado al fútbol, a ninguno de los que forman parte de todo este deporte-espectáculo se le escapa, lo puede negar, que un derby (yo lo pongo en inglés, homenaje al equipo que dio nombre a ello, disculpen la incorrección en español) es algo especial. Si se produce tras tres lustros donde hubo guerras civiles, intereses espúreos creados y barro, mucho barro (pero no en los campos, en las instituciones y demás despachos) la cosa alcanza unas proporciones que superan la épica. Si, visto lo visto en el campo –que no barrizal- hay tal aplastante superioridad que sólo quedan como recurso rabietas infantiles, la dimensión llega a las proporciones que sólo podrían cantar los Stranglers en “No more héroes”.



Porque no se necesitan héroes. Porque la vida y la victoria están ahí. Sólo contemplar el nuevo estadio, único en el mundo donde los fondos son este-oeste producto de una especulación lamentable de un gobierno local que campó a sus anchas durante dos décadas, ya es añorar nuestra magnífica bombonera de Buenavista donde tanto disfrutamos. Algunos…, porque tras catorce años –¡una generación!- hubo demasiada gente que no supo lo que era un derby. Pero llegó. Sí, sí, llegó. Impresionaba el Nuevo Carlos Tartiere, pero… ¿se imaginan al viejo?



No es tiempo de añoranzas. No es tiempo de recordar. No. Es tiempo de mirar hacia delante. Es tiempo de disfrutar. De disfrutar mucho. De brindar y de mirar hacia delante. Sólo de estúpidos y de interesados es tratar de sacar partido de esto o de aquello. Vivamos el momento. Aunque ese mismo momento nos obligue a pensar en el Cádiz. En el próximo sábado.



Regresemos al partido. ¡Menudo partido! Un equipo contra once jugadores. Un bloque contra una colección de jugadores. Desde el primer minuto, el Real Oviedo tuvo el mando del juego, de tal forma que hasta el minuto 21 no llegó el primer remate del eterno rival. Tras una jugada de billar, tres rebotes, llegó el gol del exjugador azul reenganchado en el mercado de invierno Jony. En ese momento, pensé: “esto lo vamos a remontar”. Porque este conjunto azul posee fuerza –se la transmite su entrenador-, porque tiene fe, porque creer en uno mismo y ganar.



Y llegó el gol. Y hubo oportunidades antes. No vamos a hablar del penalti a Carlos Hernández antes del 0-1, porque de los mediocres es poner excusas, de los zafios es negar la mayor. La elegancia no son unos trapitos: la elegancia es reconocer la derrota, la elegancia es ser educado, no mentir sino ser consecuente con los hechos.



Otro gol. El de la jornada. Mossa, Mossa, Mossa, buen momento para que digamos: ¡Mossa! Y un repaso bestial en la segunda parte. No vamos a profundizar a nivel táctico, pero la propuesta a uno y otro lado era abismal. El Sporting ha sido el peor equipo que ha visitado el Tartiere en esta temporada, sin lugar a ninguna duda. Tácticamente, inexistente. A nivel de intensidad, cero. No hubo mayor herida quizás porque la propia emoción de un derby los libró de ser masacrados.




Y la “haka”. ¡Me encanta la haka, joder! ¡Hay que celebrar, mucho! A los mediocres y llorones, a esos que parecen un baboso José Sacristán de una película de José Luis Garci, a los que sacaron partido de los días tristes, a los estraperlistas –los que hemos estudiado historia sabemos cuántos agentes dobles hubo en la Guerra Civil española, cómo no en la del Real Oviedo-, y a los tuercebotas, juntaletras y destajistas, a esos, mejor los olviden. Disfrutemos de la grandeza, no de los mediocres.



Mi corolario serían las palabras del patrón Arturo Elías: “Unidad, humidad y trabajo (duro)”. Casi parecen dichas por Juan Antonio Anquela. ¿O fue el jienense quien lo dijo antes?




La liga no da descanso y el sábado hay otra prueba, que casi no sabría cómo denominar porque este tránsito no deja descanso. Aunque uno tiene la sensación de que este gran grupo está preparado para todo.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS


sábado, 3 de febrero de 2018

Una historia de mi vida


Una historia de mi vida”

Mi padre nació en Gijón, en el Natahoyo, y mi madre en una aldea de Viséu (Portugal). Casi de casualidad, llegué a este mundo. El médico no aparecía, tampoco la comadrona y, gracias a una monja, pude ver la luz de este mundo en la falda del Naranco. Soy ovetense, de primera generación, sin las raíces de otros, pero me siento ovetense, profundamente ovetense. Y ser de Oviedo, de mi ciudad, es ser también del Real Oviedo, no quepa ninguna duda.

Me gusta el fútbol. De pequeños, soñábamos con vernos sobre un terreno de juego, marcar los goles de la vida, vencer en todas y cada una de las batallas que en tantas ocasiones, las más, se pierden. Nunca fui un portento técnico, quizás pude serlo físico, pero eso se pierde en las tardes, los meses, los años. Poco importa eso ya. Pero siempre tuve una memoria, una grandísima memoria que me permitía –en tiempos donde no había grandes posibilidades de cultivarla- guardar datos de todo tipo. Con los cromos, con la revista “Don Balón”, con los “Superdinámicos” llegué a almacenar un montón de estadísticas inusuales para un niño de siete años. Mi padre –como mi madre- trabajaba en RNE. Como se ocupaba de los equipos técnicos, tuve la posibilidad de acompañarle en su trabajo. Una de las primeras tardes sucedió en el estadio El Molinón. Me había invitado el llorado periodista del diario “El Comercio” Jenaro Allongo. El Sporting de Gijón vivía días de gloria en los pies de algunos de sus mejores jugadores: Quini, Ferrero, Morán, Mesa, Redondo, Doria,… y allí estaba yo, en las cabinas de la prensa. Me sentaron en un taburete junto a José Luis López del Valle que intervenía en el carrusel de RNE, mientras le comentaba un sinfín de datos. Al descanso, todos los periodistas salieron al pequeño pasillo. Allí, Allongo me interrogó sobre mis preferencias.

-Tú, Manolín, ¿de quién eres?

El Real Oviedo había vuelto a caer a Segunda División, pero no me corté.

-¿Yo? –dije, mirando entre un mar de piernas,…: Yo, del Real Oviedo.

El gran Jenaro Allongo no se lo creía, y la risa sonaba a frustración. Algo así como si ellos pensasen “¡joder, con el enano!”.

Pasaron los años y las cosas nunca fueron fáciles. Mi padre me llevaría en algunas ocasiones a las cabinas, pero se negó siempre a pagarme un recibo. “Cuando te lo puedas pagar, adelante”. Y llegó el momento, tendría catorce años, y el Real Oviedo seguía en Segunda División. Incluso llegó a caer otra categoría más: a Segunda B. Ya socio, pagándolo con mi dinero, viví un ascenso. Y otro más. ¡En Primera, una noche inacabable de celebración en el Rosal! Los que vivimos eso jamás podremos narrar nada parecido. A pesar de que en los medios no saliera nada, se tapase todo, aquello fue inigualable y nada será parecido.

Mi generación fue maltratada por el paro y por las drogas. A falta de una épica que le sacase brillo, como hicieron otros, nosotros tragamos y aguantamos. Durante muchos años pagué mi carnet de socio mensual ya que no podía hacer frente al recibo por año. Seguía viviendo en casa de mis padres y aquel paisano que lo cobraba llegaba afogado al cuarto piso de la calle San Bernabé donde residía. Muchos fines de semana mi único día de diversión fue el domingo en el viejo Carlos Tartiere, en la curva Chiribí, saltando con aquellos cánticos únicos que hoy recibirían la censura de los mandamases de la LFP.

Y llegaron los días de derby. Mi primera experiencia en Gijón fue inolvidable. En la burbuja, claro. De aquella, los grupos de policía aún no estaban tan especializados como hoy y tuvieron la ocurrencia de llevarnos por las callejuelas del Coto. La entrada al campo nos trasladó a los tiempos de un concierto de punk en el Rockola. Yo llevaba mi chupa punkera que acabó llena de salivazos como si fuera uno un componente de los Damned o los Stranglers en la mítica sala madrileña. Lo peor, tras un inesperado empate –se suponía que nos iban a masacrar- llegó a la vuelta. Comprendí entonces por qué algunos de los chavales que me acompañaban iban con un caso de obrero de color azul. En las ratoneras de aquellas callejas de Gijón llovían las botellas de sidra lanzadas desde cada esquina por paisanos hechos y derechos. Los policías sólo nos decían que corriéramos hasta que conseguimos alcanzar la estación de tren. Antes de llegar a La Calzada, un señor no uniformado –un policía secreta que parecía controlar todo el cotarro- nos dijo que nos alejáramos de las ventanas. Las piedras retumbaban sobre el vagón en medio de un silencio sepulcral.

El último viaje fue en 1997. El Sporting sumaba una racha catastrófica –estuvo un montón de semanas con el “puntín” y logró un récord negativo de puntos en la Liga- y llegamos en multitud, como nunca, al muro de San Lorenzo. En algunos balcones, algo inaudito, se veían banderas azules. Dely Valdés, que cumplía años el mismo día que yo, hizo uno de los dos goles y regresamos con una inigualable sensación.

Pasó el tiempo y los días, los meses, los años, se convirtieron en una pesadilla. No sólo para mi querido equipo, también para mí. Pero, cuando todo parecía acabarse, llegó el entonces director del diario “El Comercio” Íñigo Noriega y me ofreció escribir de mi equipo, del Real Oviedo. Fueron cuatro años maravillosos, un ascenso y la sensación de reengancharse a algo que ya creía perdido. Hoy estamos aquí: vivos, dispuestos a disfrutar de nuevo un encuentro de la máxima. Con esperanzas y con la fe intacta, como si volviese a sentir lo mismo que aquel inocente niño de siete años que manifestaba su amor azul por encima de los vaivenes del juego.

MANOLO D. ABAD
Publicado en la revista digital "El Cuaderno" el sábado 3 de febrero de 2018.
https://elcuadernodigital.com/2018/02/03/derbi-de-vuelta/

Y mañana nos vemos en Vinx Tv a las 20:45 h.

La vida era esto


“La vida era esto”


CUATRO MILLONES DE GOLPES

Autor: Eric Jiménez. Biografía. Ed.: Plaza y Janés. Barcelona, 2017. 286 páginas. 18,90 €.

El mundo del rock es un trampolín para los mediocres”, cantaba Lagartija Nick en una de sus más célebres canciones: “Tan raro, tan extraño, tan difícil”. Da la impresión que lo que una gran parte del público espera de la biografía de un rockero es la narración de una vida de excesos sin límite, de hedonismo llevado al extremo, de una trepidante travesía sin freno a través de las drogas, el sexo y la música.

Algo de esto podrán encontrar en la biografía del personal baterista de Lagartija Nick y Los Planetas, pero se equivocarían si se quedan en la superficie de la canción con la que Ian Dury patentó el célebre tópico (“Sex, drugs and rock´n´roll”). Si tuviera que establecer una conexión, la novela de Dan Fante “Chump Change” (Sajalín, 2011) podría ser el referente ideal. Detrás de todas las luces, del fulgor y del brillo que iluminan el escenario, de esa condición de dioses que puede cegar a quien no sea capaz de ver el lado humano, late la existencia y sus renglones torcidos. En el caso de Eric, el camino de piedras no fue fácil. Ni en su niñez, ni en su adolescencia, ni tan siquiera en la vida esperada ganándose las habichuelas en aquello que siempre quiso hacer.

Narrada con una voz a tumba abierta, de una sinceridad brutal que no elude ni esconde, “Cuatro millones de golpes” es un relato ágil y apasionante, que se lee con devoción si se es capaz de buscar entre sus líneas las sombras que se ocultan más allá de los focos. Los miedos, las pequeñas tragedias cotidianas, los sacrificios en pos de una ilusión, los múltiples errores en cada devenir, las pesadillas y, también, las múltiples satisfacciones de poder dedicarse a tu propia vocación, a eso para lo que crees que has nacido.

Si el lector no es capaz de hallar más que una colección de excesos, se perderá la verdadera sustancia que hace a esta biografía grande: la del desafío vital que supone, más allá de las dudas, de los miedos y de las circunstancias, perseverar hasta conseguir ese sueño juvenil y ser capaz de hallar tu lugar en el mundo.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 3 de febrero de 2018.