lunes, 19 de febrero de 2018

Atasco






Crónicas de Vestuario. -"Atasco"

Más que un partido-trampa, se trataba de un choque extraño en un momento difícil del tránsito liguero frente a un rival de trayectoria engañosa. El Albacete logró superar un arranque desastroso de la mano de un entrenador como Enrique Martín, incansable motivador, un torbellino de los banquillos, cuyo carácter le ha llegado a costar hasta un ataque cardiaco, lo que no es de extrañar vista su efervescencia. Diríase que hay muchos puntos en común en la forma de jugar de ambos conjuntos, aunque el Real Oviedo cuenta con mejores argumentos y un armazón con mayor capacidad para resolver en los tramos decisivos, algo que el cuadro manchego consiguió neutralizar en la tarde del sábado.



Venían los azules a mantener su última racha positiva y no pudo ser. El equipo se mostró sin capacidad resolutiva y, lo que es más preocupante, sin profundidad ni ritmo de juego. Fue un choque de amenazas que apenas llegaron y en las que los de Anquela se mostraron romos y con poco acierto en las escasísimas ocasiones de que gozaron, la más clara de ellas de un Cristian Fernández que optó por un remate acrobático a bocajarro que se marchó fuera cuando lo más sencillo parecía haber sido empujarla con el pie dada la altura que había cogido el balón. Malas decisiones en décimas de segundo que también lastraron a los ovetenses.



Cerradas las bandas con un Aarón en crisis de juego y confianza en la derecha, donde Diegui Johannesson tampoco parece estar en sus mejores días, y una izquierda donde tampoco se vieron asociaciones brillantes entre Mossa y Saúl Berjón, y con una zona de construcción sin el castigado David Rocha y un Hidi excesivamente precavido y con poca iniciativa, el trabajo del Albacete se limitó a no complicarse en exceso la vida y buscar un zarpazo a la contra que, por fortuna, no llegaría.



Probó opciones Anquela con el deseado Fabbrini, aún muy falto de ritmo, y el partido se fue diluyendo en una ola de inconsistencia. Como siempre decimos, el tránsito es largo y ahora parece que nos encontramos en ese lugar donde solventar dudas, aplicarse en las virtudes, redoblar la fe en la identidad propia y en recuperar la forma de ser, son los elementos trascendentales para superar este muro maratoniano del que ya hablamos, ese momento en que aparecen las crisis y la mente debe permanecer inquebrantable. Una tarea donde han de entrar nuevos actores y en la que los habituales deben intentar redescubrirse, recuperar su fe en sí mismos. Siempre es importante sumar en un tránsito así, tan largo como el de la Segunda. Olvidarse de las rachas, abrir una nueva. Queda lo mejor, lo más duro. Confiemos y no desesperemos.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: J.L.G.FIERROS