sábado, 8 de noviembre de 2014

Oviedo, Pravia


Vetusta Blues. –
“Oviedo, Pravia”

En la vida, acostumbran a suceder momentos donde -en ese instante fugaz, en el que la instantánea tiende a difuminar los colores y las formas- no somos conscientes de la huella que va a dejar en nuestra memoria. De esos, a través de muchos años, de muchas vivencias, de mucho esfuerzo entregado, de demostraciones contra reticencias, de convencimiento de posibilidades ante mucho mediocre pleno de un currículum sospechoso y prefabricado, de tanta vida y, al fin, de tal número de grandes vivencias que superan sinsabores, puñaladas traperas y envidias, se nutren las Jornadas Literarias de Pravia de la Asociación de Escritores de Asturias. Y este fin de semana, un año más, Pravia nos otorga su bendición a estos locos creadores para tratar de que algo de lo mejor de nosotros pueda ser entregado en ese reto que siempre supone salir de nuestro mundo de creación y palabras al de encarnar con el propio rostro letras y existencia. Literatura y vida, en viva voz.

Lo que Oviedo no fue capaz de entregarnos, siempre nos lo dio Pravia. A través de un alcalde como Antonio de Luis Solar que siempre ha apostado por la cultura, las Jornadas Literarias de la AEA han sido un ejemplo de cultura y libertad. Recordar tantos momentos y emocionarme al ver sobre las tablas del Auditorio praviano la exhibición jazzística de un enorme Jacobo de Miguel bendecida por cinco premios nacionales de literatura allí congregados, pero en especial de un Félix Grande impresionado, que le comparó con el eminente Keith Jarrett antes de recitar, como sólo en él era posible –sentimiento y verdad-, algunos de sus necesarios versos, prendidos de amor y autenticidad. O cómo pudo llegar al público de Pravia la música de autores como Pablo Moro, Igor Paskual, Pablo Valdés, Toli Morilla o Alfredo González enlazada a poetas como Pelayo Fueyo, José Luis Piquero, Eva Vaz, Rubén Rodríguez, Javier Lasheras, Miguel Rojo, Santiago Bertault, Guillermo del Pozo y otros muchos en varios inolvidables recitales que, cada noviembre, la AEA –con ímprobo esfuerzo- fue capaz de hacer realidad en sus Jornadas Literarias.

Se habla de convocatorias similares en Oviedo, pero, aquí y ahora, me resulta imposible que mi ciudad pueda recrear ambientes y momentos como los que he vivido en Pravia. Ojalá haya la posibilidad de repetir esos instantes que se graban en la memoria: comentar con Javier Reverte acerca del partido de fútbol que se proyectaba en la pantalla de un local; que Luis Alberto de Cuenca me pregunte sobre el grupo que llevo en mi camiseta, del que le encanta el cómic dibujado; descubrir al personal el “nuevo periodismo” con la compañía imprescindible de mi querida Silvia Grijalba; conversar filosófica y gastronómicamente con el gran Miquel de Palol o jugarse unas partidas de billar con Jesús Palacios mientras rememorábamos escenas de pelis de ciencia-ficción como, por ejemplo,”Atmósfera Cero”.

Conseguir naturalidad en la cultura, desproveerla de ese envaramiento que quieren esos a los que sólo priva el lujo y la apariencia es lo que se logra en Jornadas como las de Pravia. Ahora que el derrumbe de las Cajas de Ahorro ha acabado con la Obra Cultural de Cajastur se hacen más necesarias, casi vitales, para poder respirar la cultura libre, convocatorias como estas Jornadas Literarias de la AEA que, este finde, vuelven a ser un nuevo milagro contra mediocridad, dogmatismos e ignorancia y resultan básicas para seguir alimentando la esperanza de que la cultura es el mejor salvavidas.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 8 de noviembre de 2014