lunes, 18 de enero de 2010

El Asesino Martillo



Estaba eufórico y tenía sed. Me paré en el camino de vuelta a tomar una copa en uno de mis bares favoritos, el Peacock Lounge, en Liberty Street. Eran más de las doce de la noche, la hora de cierre. La camarera, Rachel, estaba cerrando la puerta pero como me conocía me dejó entrar a tomar un coñac rápido.


Dado lo tardío de la hora y la desolación que flotaba sobre la ciudad como una mortaja nos pusimos a hablar del Asesino Martillo. Rachel estaba aterrorizada y no dejaba de llamarlo "ese monstruo" o "ese perverso". Me pareció mal. Era una estupidez, de acuerdo, pero no pude impedir sentirme irritado.


Le propuse llevarla en coche (vivía en un barrio alejado), cosa que aceptó encantada. La ayudé a llevar la basura a un oscuro patio de detrás del bar. Decorado ideal para un bis, sobre todo teniendo en cuenta que seguía llevando conmigo la hoz. La saqué, ataqué. ¡Y ya van siete!


Marc Behm. "Aullidos". Semana Negra de Gijón, 2008.