miércoles, 17 de octubre de 2018

Desiertos y Océanos



Crítica. Música. –“Desiertos y Océanos”

JAYE JAYLE + EMMA RUTH RUNDLE
Lata de Zinc, Oviedo.
Miércoles 10 de octubre de 2018.

Las propuestas de conciertos de la gente de Humo siempre vienen con la garantía de encontrarnos ante algo excitante, algo que saca a la ciudad de endogamias y de (interesados) círculos cerrados, para abrirnos al mundo. No imaginábamos que los dos conciertos de Jaye Jayle y Emma Ruth Rundle iban a superar cualquier otra expectativa y sumergirnos en uno de los conciertos del año.



Jaye Jayle son una de las formaciones más sugestivas que se pueden encontrar en el panorama actual. La voz de Evan Patterson es una de esas que te pone en situación y te transporta a un territorio inhóspito donde los espejismos se tornan pesadillas y los sueños terminan en delirios. Un desierto donde se hunden las zanjas del corazón, alimentado por tétricas estampas de desolaciones obsesivas. Todo ello expresado con un bagaje musical rico, con el omnipresente bajo de Todd Cook impregnando una atmósfera cargada de desazón y escalofríos.



Para el apocalipsis final contaron con la presencia de Kiko Flores a un saxo alejadísimo de su labor con los Trashtornados, buscando demonios para exorcizarlos con una especie de improvisación –se había aprendido su parte unas horas antes, cuando espontáneamente se encontró con los miembros del grupo estadounidense- en la que demostró que el riesgo y la versatilidad viven en la escena asturiana y sólo hay que dejarla que rezume más allá de otras posturas oportunistas, parásitas y cómodas que anulan la creatividad y sólo resultan un sacaperras con mercancía rancia de tercera, como las de las neoorquesta rock de pachanga “tributo a”. El extraordinario saxofonista rockero mierense, que lo borda en esa magnífica perla que son los Trashtornados, dotó al espeluznante “Low Again Street” de Jaye Jayle de una perspectiva ignota que remató uno de los mejores conciertos a los que he tenido la suerte de asistir este año.






Tras viajar a las profundidades del alma, a sus paisajes desérticos, como en un regreso salvaje al inicio de “Paris Texas”, entrar en una dimensión opuesta como la de Emma Ruth Rundle se antojaba difícil. Más aún cuando el sonido no terminó de ajustarse en los primeros temas. Consiguió remontar y que sus inundaciones de sentimientos, esos torrentes emocionales que se desencadenan en oleadas que discurren en altos y bajos, alcanzaran al personal con creíble entusiasmo. Océanos de sensaciones que se desarrollan al ritmo de mareas y resacas. Remató en solitario para capturar a todos y, si bien no acercarse a la catacumba de Jaye Jayle, sí dejarnos momentos de creíble intensidad y sentimiento.

MANOLO D. ABAD