martes, 7 de noviembre de 2017

En la montaña rusa


Crónicas de Vestuario. -

“En la montaña rusa”

Una nueva prueba de líder superada, pero diferente. El conjunto azul había sido incapaz de vencer al Lugo, que se había convertido en una de esas bestias negras que tanto abruman el corazón de los oviedistas, y quizás por eso -además de tratarse de uno de los mejores conjuntos de la categoría- la victoria tiene gran valor. Eso y el romper una racha negativa que había acrecentado las dudas entre jugadores, cuerpo técnico y afición.

No fue, sin embargo, un camino de rosas sino un magma de emociones contrapuestas que se manifestaron en dos partes completamente distintas. En el primer acto, fue el Lugo quien mandó en el encuentro, con el gol de Cristian Herrera en el minuto 11-nuevamente, a la primera tentativa entre los tres palos- y otras dos ocasiones más, que pudieron haber decantado la balanza del lado de los gallegos. El Real Oviedo volvía a ser el mismo caos de las últimas jornadas: incapaz de hilvanar tres pases seguidos, las líneas muy separadas, sin conexiones por las bandas, nervioso, impreciso y muy frágil en defensa. El Lugo se había aplicado a defender sin problemas las miserables llegadas de los azules y en contragolpear con sentido usando las autovías de las bandas donde jugadores como Fydriszewski, Seoane, Campillo o Fede Vico campaban a sus anchas. Sólo en el tramo final Diegui Johannesson y Aarón Ñíguez trataron de asociarse en profundidad, raquítico balance para derrotar a un líder asentado y seguro de sí mismo.

No sabemos qué sucedió en el vestuario, el caso es que el once de Anquela salió transformado. A ello ayudó -evidentemente- el adelantar a los dos estiletes de las bandas azules -Diegui Johannesson y Mossa- que comenzaron a a conectar con Saúl Berjón y Aarón Ñíguez y a desdoblarse por las alas como no habíamos disfrutado aún desde que el entrenador jienense se hizo cargo del equipo. Con eso, se mantuvo muy ocupados a los extremos lucenses que se tuvieron que aplicar más en labores defensivas. Con tres centrales -y Forlín en plan estelar en contraposición a un desafortunado Carlos Hernández- el equipo se lanzó a una ofensiva total que dio sus frutos. Primero, en un inocente penalty de Ignasi Miquel sobre Ñíguez que transformó con elegancia Saúl Berjón. Segundo, en un saque de esquina botado en corto hacia Aarón que permitió a Linares ganar la cartera a la defensa y anotar de preciso remate de cabeza, su primer gol en la competición. Bueno es que el delantero aragonés -siempre discutido por un sector de la grada- rompa su mala racha. Se le va a necesitar mucho en las próximas semanas. Que a su infatigable brega una el acierto anotador es otra de las buenas noticias que deja el encuentro.

La historia parecía empeñada en repetirse y la réplica del rival tras el gol volvió a suceder. Y ya son demasiadas veces en esta campaña. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, los de Anquela no se hundieron ni perdieron la fe. Impulsados por su afición, redoblaron sus esfuerzos. Creyeron en sí mismos y en su juego, en tratar de abrir las bandas, con un Mariga que pareció despertar, mandando como no lo había hecho en todo el tiempo anterior sobre la parte central del campo. Los gallegos se echaron atrás y el gol de la victoria llegó tras una combinación entre Saúl Berjón, Mossa y Aaron Ñíguez, que la finalizó con brillantez. Hubo la posibilidad de culminar algún contraataque en el tramo final, con el Lugo volcado sobre la meta de Juan Carlos hasta que el árbitro Sagués Oscoz -entregando un minutito de regalo a los líderes- dio paso a la explosión de alegría.

Un triunfo que debe servir para la reflexión y la confianza. Reflexión sobre a qué debe jugar el once azul, que había prescindido en demasía de las opciones de sus magníficos laterales Diegui Johannesson y Mossa, además de para la confianza necesaria para abordar los dos próximos partidos fuera de casa, trascendentales para afrontar los dos tercios de Liga que quedan por delante en el grupo de cabeza, que comienza a marcar una pequeña fractura de puntos respecto al vagón de cola. Fundamental no descolgarse de ese pelotón y básico vencer cuanto antes en un choque lejos del Tartiere.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS