lunes, 10 de octubre de 2016

Matinés de tres


Crónicas de Vestuario. -

Matinés de tres”


 
Partido en horario mañanero es sinónimo de victoria azul. Y, como en Cádiz, con un dos a cero. Y con un encuentro bastante convincente ante uno de los gallitos, al menos a priori, de la categoría. La impresión que nos ha dejado el once ovetense ha sido bastante buena. Los de Fernando Hierro supieron explotar sus virtudes y minimizar sus defectos ante un Rayo Vallecano bien distinto al Reus o al Numancia. Las hechuras de los de Sandoval no son tan férreas como las de los catalanes o los sorianos y eso supone un respiro para un conjunto como el azul que sigue negando las bandas como territorio apto para profundizar. 





El primer acto mostró a un Real Oviedo deseoso de encontrar un ritmo vivo, no sólo en el desplazamiento del balón, sino en los propios movimientos de sus jugadores ofensivos. El tridente mágico Michu-Linares-Toché se desplazaba por las zonas de ataque con agilidad para pasmo de una defensa lenta como la de los vallecanos, con Amaya de emblema de falta de cintura. Fue Toché quien primero lo intentó, en unos minutos de arranque eléctricos, como se echaron en falta en otros encuentros. El gol de Linares tras un soberbio centro de Michu -hoy estelar por momentos- muestra el camino hacia la portería que maneja el cuadro azul como concepto, siempre buscando el centro de la defensa, nunca, o casi nunca, las bandas que prácticamente jamás, pisan Fernández y Fernández, José y Christian. Tras la explosión de júbilo por el tanto, llegó el momento de que Juan Carlos mostrara sus grandes reflejos en dos remates de Manucho y Trashorras -éste a bocajarro- cruciales para asentar el dominio asturiano sobre la cancha.



Arrancó la segunda parte con un equipo azul algo atolondrado en defensa. Segundo tanto anulado justamente y al mismo jugador que en la primera -Galán- y momentos donde los de Hierro parecieron titubear. Con el paso de los minutos el Rayo perdió fuelle y el once azul tuvo ocasiones para remachar. Lo haría en un claro penalty a Michu que transformó Toché. De nuevo con un pase directo al área para aprovechar la envergadura del ovetense y la lentitud de Zé Castro y Amaya en el centro de la defensa rayista. A partir de ahí, el Rayo pareció resignarse a su suerte y aflojó, dejando múltiples espacios que bien pudieron ser aprovechados por los azules al contraataque.



La escritora estadounidense Marianne Moore afirmaba que “como el contagio de una enfermedad, el contagio de la confianza puede generar más confianza”. Así parece que fue en esta sesión vermut, que se saldó como la anterior, con una victoria que permite avanzar en la clasificación y afirmarse en la confianza. Sabiendo explotar las virtudes y minimizando los defectos, todo un abc del fútbol al que el Real Oviedo se apuntó para creer y vencer. Falta superar los defectos para que lleguemos a la etapa más deseada, aquella en la que se sume a esos dos verbos un tercero: convencer.

MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 10 de octubre de 2016