lunes, 16 de marzo de 2015

El juego de la paciencia


Crónicas de Vestuario. –

“El juego de la paciencia”

Afrontar el tramo final supone encontrarse con partidos complejos donde nadie va a darse por vencido. Hay mucho en juego en todas las posiciones de la tabla y las diferencias se acortan. No se regala nada y cada punto se gana con el mayor de los sudores. Llegaba el Marino en última posición dispuesto a intentarlo, enquistado en la plaza de colista, pero deseoso de recortar las gigantescas distancias que le separan de una salvación casi utópica. Pero si existe un deporte donde los milagros y las proezas puedan darse, ese es el fútbol. Por su parte, el Real Oviedo afronta desde lo más alto el reto de seguir líder, de saberse superior si mantiene su concentración y su nivel de juego. Y, por supuesto, esa racha sin perder de catorce encuentros consecutivos.


Podría parecer una balanza desigual y el aficionado engañarse con la tentación de un paseo sin bajarse del autobús, como en esa frase de Helenio Herrera elevada a clásico futbolero. Pues no, mono de trabajo, fe, concentración y esfuerzo. No hay paseos posibles y todos los equipos vienen a presentar en el Tartiere su mejor imagen. El Marino, con bastante disciplina táctica y el sacrificio constante del mejor Espolita de la temporada en todas las ayudas, consiguió salir indemne hasta bien entrada la segunda parte. Cierto es que el once azul tuvo varias en el primer acto, pero no estuvo con la contundencia habitual.


Salió con más fe y empuje en el segundo período, consciente de que no sólo es la paciencia sino también la determinación la que podía decantar el partido del lado del líder. Ahí estaba Linares para volver a anotar y decidir el choque. El Marino se diluyó en sus dudas y acabó por ceder, provocando un carrusel de ocasiones desaprovechadas. Hubo algo de egoísmo en algunos jugadores azules, también cierta precipitación y hasta la oportunidad de que Rafa Ponzo se luciera. Los de Luanco habían perdido su confianza y fruto de ello, de las urgencias de una mala clasificación, llegaban los errores. En un clamoroso fallo de Boro, Manu Redondo aprovechó para anotar el de la tranquilidad. Y disfrutar del relajamiento y de tres puntos más para seguir ditanciando a cinco a un Real Murcia empeñado en mantener el ritmo. Ni siquiera un lío de Esteban al final, provocando un libre indirecto tras el acoso de un Draman que había desaprovechado una ocasión clarísima minutos antes, consiguió inquietar a los de Egea. El entrenador azul aprovechó los últimos minutos para pruebas tácticas y seguir probando las posibilidades ante todo lo que se avecina. Decía el poeta y erudito italiano Giacomo Leopardi que “la paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo”. Toca tiempo de paciencia y de concentración, a la espera de rematar toda la faena construida, con gran esfuerzo, en estos pasados meses.


MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: PABLO LORENZANA
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 16 de marzo de 2015