sábado, 11 de julio de 2009

Lo que más quieras



Sin el aislamiento de la música, Hierro se encontraba de pronto inmerso en un mundo que le resultaba incomprensible. Parejas idiotas que hacían manitas y despilfarraban sonrisas y piropos que más tarde echarían en falta, en el amargo automatismo del matrimonio. Madres que empujaban cochecitos con niños, mostrándoles un escenario deteriorado que iba a peor, "míralo bien, nene, porque cuando seas mayor todas estas maravillas serán basureros y ruinas". Hombres poseídos por el furor del trabajo, enloquecidos por prisas e intereses ajenos, cegados por la necesidad de hacer algo para huir de la angustia de no ser nada. Mundo de gilipollas. Cuando Hierro se quitaba los auriculares, ya estaba deseando volver a ponérselos.


Andreu Martín "Lo que más quieras" (Bibliotex, 1994).