sábado, 30 de octubre de 2021

Lauren García escribe sobre "Infernales, tóxicos y demás parásitos"

 


Ayer, viernes 29 de octubre de 2021, regresamos al Manglar (diecinueve meses después de la anterior presentación) para hacer los honores a mi noveno libro, tercer poemario "Infernales, tóxicos y demás parásitos" (Más Madera, 2021). Me acompañaron dos grandes poetas, Jose Yebra y Lauren García, quien escribió y leyó este texto, que, ahora os transcribo.

"Del arte y la literatura elijamos siempre el fogonazo que chasquea y no se muerde la boca; esa esencia que nos prenda sin saber el motivo, ajena a birlibirloques y ditirambos. Quedémonos, pues, con la fuerza expresiva del creador, que quiere desprenderse del mausoleo de elogios y llama unívocamente a las puertas de la vida. Apartarse de la viscosidad repelente de los que quieren descansar solamente en el olimpo de la vacuidad gratuita de la fama, con excusa y falso permiso de la cultura. La banalidad toma asiento, mejor que en ningún otro lado en la presunción, en la feria circense que Manolo D. Abad retrata en "Infernales, tóxicos y demás parásitos" (Más Madera, 2021). Personajes diezmados, no de ambición, sino de ruindad, en la carrera ciega y torpe en torno a eso tan inaprensible que algunos llaman "éxito".

Vivimos tiempos donde se atasca la frondosidad del pensamiento, donde se llama poesía a la letra de una mala condición y artista reconocido al amante de las relaciones públicas más dañinas. Situacionismo, lo llaman ahora. En ocasiones, la mala calidad de la obra del autor emparenta -término de dudosa reputación- directamente, con la bajeza de su persona.

Manolo D. Abad no tiene piedad con ellos, pero les deja despeñarse solos en este libro. Toda envoltura meliflua, cae como un castillo ante sus actos, sin cortinas de humo. Las impostadas apariencias vuelan con la dinamita literaria, no hay refugio para tanta mentira, que ha de sufrir la cólera de su propia soledad.

La verdad es genuina, si no queremos convertir el sentimiento en algo vacuo. Se recomienda huir de la calderilla-propina del todo vale. Ahora que el criterio parece estar en la mano de unos pocos, que la altura de miras más cercana es pisar al prójimo.

En muchos casos, el odio se desplaza hacia el hombre de talento. El infernal y tóxico se siente justamente humillado en su triste quehacer y dispara con violencia de un can sarnoso. El soñado parnaso a algunos le va a costar caro, desquiciados de nerviosismo.

Conozco a más autores de raigambre que son buenas personas, en cuyas manos se soporta ese vacío, en el que algunos poderes y mentecatos quieren convertir la cultura.

Por supuesto que siempre ha habido creadores cretinos, cuya inteligencia salva, al menos, parte de su obra. Este libro sirve de exorcismo frente al desmán con que algunos desprecian la bondad, con la soberbia más indecente.

En la vida literaria, si es que se la puede llamar vida, se ha visto de todo, traspasando la hilaridad más absoluta, algunos piensan que para hacerse famoso están sólo los saraos televisivos. "Sarao", por cierto, palabra un tanto infernal, tóxica y arasitaria.

Manolo D. Abad parece recrearse y alzar los colmillos ante tal especie, un tanto protegida.

En la voluntad de todos está buscar salida hacia el viento racheado, una elección que justifique las inigualables propiedades de la certeza."

LAUREN GARCÍA