domingo, 19 de abril de 2015

Bajo un trillón de estrellas


Crítica. Música. –
“Bajo un trillón de estrellas”
LUNA + FLOWERS
Gijón Sound Festival
Albéniz, Gijón.
Viernes 17 de abril de 2015.
Explican Luna su regreso tras una década de silencio para cuidar su legado. Tantos kilómetros recorridos, tantas aventuras, demasiadas desventuras… para, con el transcurrir de los años, darse cuenta de una esencia propia, personal, casi irrepetible en un mundo como el alternativo que trata de escapar a todas las convenciones que nos asolan con pertinaz insistencia. Esa vía que abrió Velvet Underground, continuaron  Televisión y recogieron ellos es un camino singular que ha enriquecido el rock para aquellos que deseen sentir emociones únicas.
Y es esa reivindicación de su alternativa la que les hace fuertes en su regreso. Porque hay vueltas justificadas que vienen a poner en su sitio talento, actitud y esencia. A Luna les sobra por los cuatro costados cada una de ellas. Sólo hay que dejarse enredar por las guitarras de Wareham y Eden, hilo fino que comunica con los que creíamos irrepetibles Lloyd y Verlaine, mecerse en sus claroscuros vitales que tan pronto nos narran el momento de asomarse al abismo en medio de lo que supuestamente es el éxito (“Chinatown”) como el de ese instante en que reímos por no llorar (“Tracy I love you”). Definiciones de vidas que no se llenan con las repeticiones de las jugadas más interesantes sino que transcurren en pequeñas viñetas, a veces imperceptibles, otras memorables, casi sin darnos cuenta, en una sucesión de guitarras excepcionales que transforman el concepto de psicodelia en algo superior. Flotar sería la palabra, como si las notas libres de Wareham y Eden nos llevasen a unas aguas tranquilas en medio de la tormenta de la vida, en esas estampas agridulces que nunca verás llenando las grandes biografías de nadie. Casi como las que retrató el propio Dean Wareham en su imprescindible autobiografía “Postales Negras”.


Jesús Palacios definió mi cuarto libro “Justos por pecadores” como “romanticismo gélido”, y no se me ocurre mejor descripción para la música de Luna –discúlpenme la automención- que se desliza hasta el interior con ritmo pausado pero profundo, con hipnosis de guitarras envolventes y la voz nasal de la antiestrella aguda e inteligente que es Dean Wareham. Luna se marcan uno de esos conciertos magníficos, a dos guitarras capaces de todo, respaldados por una base efectiva y sin alharacas, con el magnético Lee Wall llevando el ritmo con una precisa discreción que se enrosca en la sugestiva atmósfera guitarrera, bien respaldado por la mesurada puntuación de Britta Phillips.
La magia de unos alquimistas únicos, que trazaron en su búsqueda un camino nada trillado, iluminaron con su clase uno de esos conciertos para conservar en la memoria, alejados de convencionalismos, recuperando los sueños de que un día algo podría haber cambiado en una escena empeñada en repetirse como una pesadilla. El legado permanece vivo y coleando para quien desee impregnarse de su peculiar hechizo.


MANOLO D. ABAD
Fotos: M.D.A.
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 19 de abril de 2015