sábado, 9 de agosto de 2014

Las Ratas


Vetusta Blues. –
“Las ratas”
“Las ratas” es una de las inolvidables novelas de Miguel Delibes que reúne muchas de las virtudes de su literatura: denuncia social, una sutil muestra de lucha entre el bien y el mal, personajes inocentes y limpios sometidos a la tiranía de los miserables… Las ratas menos literarias, las reales, consiguen siempre y a prácticamente todo el mundo provocar repulsión, asco y rechazo. Sin embargo, forman parte del paisaje urbano o, más bien, suburbano. Un punto de atención constante puesto que transmiten multitud de enfermedades y su hábitat encuentra acomodo entre la suciedad. Son, pues, todo un problema “oculto” para cualquier ciudad que se acentúa cuando el abandono crece.
Oviedo hace bandera de su limpieza, de sus calles inmaculadas y de sus escobas de todos los metales. De ahí que cuando aparecen focos de abandono o de suciedad las alarmas deberían saltar con resorte inmediato. Las ratas son una enfermedad crónica de las ciudades pero no debería descuidarse la lucha contra ellas: de las cercanías del Parque de San Pedro de los Arcos a la Florida, de la Carisa al Oviedo Antiguo siempre existe la posibilidad de que se genere un foco de alarma.
Cuentan los expertos en desratización que, aunque casi imposible de contabilizar, hay al menos una rata por habitante en la ciudad, lo que supone una elevada población subterránea. Prolíficas, adaptables a las circunstancias y avispadas, las ratas provocan un unánime rechazo que no sucede con, por ejemplo, otro animal urbano devastador –en especial para los edificios- como las palomas. Precisamente quienes dan de comer a estas aves deberían pensar no sólo en lo corrosivas que son para la arquitectura ciudadana, sino que esos restos que dejan para alimento de las palomas sirven también para atraer a las ratas. En general, todos los depósitos de basura a su alcance en bolsas sin la protección de cubos les sirven.
Animales nocturnos que algunas ocasiones pude ver al regresar a mi domicilio tras una noche de amigos o de conciertos, aunque la vez que más me impresionaron fue cuando hace muchos años, apenas un niño, en Oporto, vi cómo campaban a sus anchas por las calles.
La lucha contra las ratas no será uno de esos argumentos estrella en los programas de los políticos municipales, tampoco lucirá en la prensa como cuatro mil globitos lanzados al cielo de la ciudad, pero es uno de esos objetivos que no conviene descuidar ni permitir que el olvido o un mal entendido pudor lo silencie. En juego está la salud de los ciudadanos, una parte importante de su bienestar.

MANOLO D. ABAD 
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 9 de agosto de 2014