viernes, 28 de junio de 2013

"Fantasmas y sombras"


Crónicas de Vestuario. -
Fantasmas y sombras”

Al final, no se repitió el maracanazo en el estadio Mineirao y sí un nuevo episodio de victoria nada convincente de Brasil en esta Copa Confederaciones. Uruguay tuvo oportunidades y puso el único juego de un nuevo encuentro miserable más de la canarinha. Pero, como se suele decir en el mundo del fútbol: “En la rula no preguntan, apuntan”. Y la selección de Felipao se ha plantado en la final sin convencer ni a su propio director técnico. Lo cual ya es mucho decir.
Los fantasmas de Ghiggia, Schiaffino y Obdulio Varela -los protagonistas del célebre maracanazo de la final de la Copa del Mundo de 1950 donde los charrúas derrotaron a los brasileños- comenzaron a aparecer pronto, con el penalti a favor de los uruguayos. La oportunidad de oro la marró más Forlán que la despejó Julio César y todo se detuvo allí. Uno de esos momentos donde la vida debe continuar pero todo se para irremediablemente. Como cuando el corazón elige enamorarse de un flechazo y ya no se ven defectos en el objeto de nuestros sueños, eso que tan bien reflejó Cervantes con Alonso Quijano y su Aldonza Lorenzo. La victoria soñada, en nuevo maracanazo, se convertía en un despertar a la realidad, a un jarro de agua fría que te sacuda las flechas de Cupido y te lleve a la realidad: a pesar del buen trabajo táctico del combinado celeste, llegó el habitual tanto -un churro de un Fred en estado de gracia tras algo de lo poco bueno que aportó Neymar en el partido- de los amarillos casi al filo del descanso.
La historia se empeñaba en parecerse y los uruguayos dirigidos por Óscar Washington Tabárez, aquel entrenador que pasó con mucha pena y ninguna gloria (aquella apurada promoción en Las Palmas) al frente del Real Oviedo, creyeron en la remontada que sus compatriotas habían iluminado tras el descanso sesenta y tres años antes. Cavani, decidido a reivindicarse, ofreció un recital táctico y físico rematado con un gol, que terminó como suele acabar cuando Felipao se sitúa en el banquillo: con la flor refulgente en forma de un nuevo tanto cuando se intuía una prórroga épica por el desgaste físico de ambos contendientes. “Brasil no jugó bien y tiene que madurar”, declaró Luiz Felipe Scolari. De momento, no debe preocuparse: su flor luce intacta ante las sombras que deberían cernirse ante un juego tan mediocre.

MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el viernes 28 de junio de 2013