martes, 11 de junio de 2013

“A la busca de la electricidad perdida”


Crítica. Rock. -
“A la busca de la electricidad perdida”
HAVALINA
La Antigua Estación, Oviedo
Sábado 8 de junio de 2013.

En los últimos años, hemos tenido que contemplar atónitos cómo el término “indie” se despojaba del “alternativo” que le solía acompañar desde finales de los 80- principios de los 90, cuando se gestó una generación de nombres variopintos pero memorables como Cancer Moon, Surfin´ Bichos o Lagartija Nick. Resulta grotesco como bandas que reclamaban la electricidad guitarrera con tal ahinco que se les llegó a etiquetar como “noise” queden oscurecidas cuando se menta el “indie” por grupos de pop fofo y ñoño o folkies de saldo mientras lo “alternativo” se identifica para el público español con otro tipo de formaciones bien distintas a las que se adscribe en el resto de Europa. Viene todo esto a cuento de los madrileños Havalina, enorme grupo madrileño guiado por las guitarras de Manuel Cabezalí que espantará al público “indie” adscrito a lo más ñoño y blandengue con su propuesta de un alternativo multicolor que sabe beber de multitud de fuentes para emulsionarlas en una propuesta personal, altamente estimulante, distinta en este erial donde se impone el poppy más gastado y se combaten guitarras y todo lo que huela a vibración eléctrica.
No pudo tener mejor final esta temporada de los siempre avispados y atentos chicos de La Radio de Cristal, que sí tienen esa amplitud de miras para ofrecer a su público opciones de gran calidad como la de Havalina. Resulta inquietante que una banda tan sólida apenas termine de cuajar en un público más amplio y se queden en un limbo, a medio camino de ninguna parte, con ganas de luchar y añadir más fieles a quien se atreva a verles en concierto, pero a un nivel menor que otros consagrados con argumentos más dudosos. Sólo ya ese comienzo con “Norte”, valdría para derrotar a muchos de los impostores a los que tenemos que enfrentarnos tantas y tantas veces. Guitarras atmosféricas que crean unos climas de oscuridad neopsicodélica como los que certificasen a principios de los 80 aventureros como Will Sergeant (Echo & The Bunnymen), The Chameleons o los australianos Church. Pero no sólo de esas inquietantes atmósferas se nutre Havalina, sino que también recogen la fortaleza y furia grunge de finales de los 80-principios de los 90 (Sugar, Screaming Trees) al que suman en una simbiosis única paisajes de slowcore (Codeine, Acetone) e incluso del post-rock más ensimismado y menos tortuoso. Con todo ello, su rico cancionero se refleja en directo con potencia y solidez, dejando la sensación placentera de poder disfrutar de una formación que, en cualquier otro lugar donde los tics y modas no manden tanto como en España, estaría afrontando actuaciones ante públicos mucho mayores. Y uno, egoístamente, se siente bien de que sea así por haber podido ver su categoría e intensidad tan de cerca, pero mal al comprobar cómo la tontería vuelve a crecer al amparo de etiquetas que son sólo una nueva mentira para justificar la ausencia de talento. El que, por cierto, les sobra a Cabezalí y los suyos. Ya les estamos echando de menos.


MANOLO D. ABAD
Foto: MANOLO D. ABAD