Pablo Moro (Oviedo, 1978) es músico, filólogo, gestor cultural, colaborador en medios, guionista, productor de radio y televisión, creador del estudio creativo especializado en identidad verbal La Punta de la Lengua y socio fundador de la productora audiovisual La Fábrica de Humo.
En su faceta de música ha realizado giras por España y América Latina. Ha publicado cinco álbumes: Emepetreses (2005), Smoking point (2007), Pequeños placeres domésticos (2009), La vida solucionada (2013) y Una forma rara de ser tonto (2015). Desde siempre ha estado ligado al mundo de la creatividad y de la comunicación, formando parte de eventos, proyectos y organizaciones relacionadas con el sector.
-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?
Tengo la suerte de tener bastante trabajo y mi mujer y mi dos hijas con las que convivir, hablar, discutir, jugar y, en fin, compartir este confinamiento. Uno trata de crear rutinas para que el tiempo pase lo más agradable posible sin que nos afecte demasiado el encierro. La rutina no es amiga del romanticismo, pero, a mí, me encanta. Así que, por una parte, vivo en el parque de atracciones del conformismo. Y soy muy conformista, principalmente, porque soy un burgués afortunado con una vida estupenda. Y creo que, hasta ahora, conseguimos no volvernos demasiado locos. Me da por las niñas, me gustaría que saliesen un poco, pero, es verdad, que tampoco ellas parecen echarlo tanto de menos. Al menos, por ahora. Trabajo, leo, cocino, toco un poco la guitarra, juego, hago gimnasia, etc.
-¿Cómo es el lugar donde vives?
Vivo en un piso, supongo que ni muy grande ni muy pequeño. Es bastante luminoso y da a un parque amplio y eso siempre ayuda para salir a la ventana y respirar un poco.
-¿Qué es lo que más has añorado hacer en estos días y lo que menos?
Creo que lo que más he añorado estos días es estar solo. No me entiendas mal: me gusta mucho pasar tiempo con mis hijas y mi chica, pero siempre he tenido una parte bastante independiente, y siempre me ha gustado pasar ratos a mi aire. Echo de menos la soledad, aunque pueda resultar paradójico.
-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras los confinamientos?
Me gustaría pensar que sí. Que esta historia será un unto de inflexión. Pero uno ya va conociendo al género humano. Encontraremos una vacuna, volveremos a la calle, nos abrazaremos mucho y beberemos y cantaremos. Pero, poco a poco, todo volverá a la normalidad y seremos, de nuevo, la misma especie egoísta compuesta de algunos individuos maravillosos y, también, de auténticos hijos de puta. O a lo mejor, no: a lo mejor, repensamos el sistema y empezamos a crear una sociedad más justa e igualitaria, y sabremos que lo importante es el amor y la verdad y el respeto y la inteligencia y el conocimiento y nos da por pensar un mundo mejor. ¡Quién sabe!
-¿Qué será lo primero que harás cuando se acabe el confinamiento?
Veremos cómo se produce la apertura de puertas, pero, en condiciones normales, supongo que salir a pasear por el casco antiguo de Oviedo, donde habré quedado con mi madre, mis hermanos y mis sobrinos, tomar una cerveza con ellos, ir al Museo de Bellas Artes, conducir un poco (también lo echo de menos), ir a comer a la playa, comprar un libro en una librería, quedar con los amigos y apagar el móvil.
MANOLO D. ABAD