Juan Santaner es mallorquín. Guitarrista y compositor en Vancouvers y Jet Lag. Ha trabajado en Love To Art y I´m An Artist. Ha sido mánager de artistas como Nacho Vegas, Sidonie, León Benavente o Christina Rosenvinge. En la actualidad, dirige Industrias Bala, agencia en la que están Australian Blonde, Cápsula, Crudo Pimiento, Eme Dj, Side Chick, Julieta 21, Tucho y hasta un total de quince artistas.
-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?
Pues, sorprendentemente, dedico la mayoría de mi tiempo a trabajar. Cuando empezó todo esto, pensé que podría leer y escuchar música, pero no ha sido así. Sí, escucho bastante música, pero menos de la que pensaba. El primer día de confinamiento, leí. Pero ya no he podido volver a hacerlo con tranquilidad. Hemos decidido seguir adelante con los lanzamientos de Meritxell Nedderman, Sofía Comas, y la canción de homenaje a la sanidad pública de Julieta 21. Además, andamos con alrededor de veinte conciertos en streaming, hechos o por hacer. Y serán más. Lo más complicado está siendo recolocar los cuarenta conciertos que, aproximadamente, hemos aplazado o cancelado. Y, en estos días, los papeleos para tratar de solucionar la situación legal y los impuestos. ¡Una auténtica locura y llena de incertidumbre! Además, tengo a dos adolescentes de dieciséis años conmigo: mi hijo y su novia. La convivencia está siendo maravillosa. Por este lado, ha sido una oportunidad increíble para estar juntos y hablar y querernos. Como cualquier madre o padre, hago comida, hago cena, pongo lavadoras y huelo a lejía. Pero, vamos, con más estrés que Lloyd Bridges en "Aterriza como puedas": ¡Elegí mal día para dejar de fumar!
-¿Cómo es el lugar donde vives?
Una casa preciosa en el barrio de La Latina, en la Cava Baja. Al menos, tenemos dos balcones. Es de alquiler. Nos quieren echar. Me llegó el típico burofax hace pocas semanas. Esto es la zona cero del AirBnB. Había conseguido una prórroga por parte del dueño para poder buscar otra casa. Era muy pesimista. Pero, ahora, soy un poco más optimista. Todo esto va a afectar a los alquileres. Cuando salimos cada tarde a las ocho a aplaudir, descubrimos cómo era de profunda la invasión de los pisos turísticos. Digamos que sólo un tercio de las viviendas están aún ocupadas por habitantes reales. El resto (las que tienen mesitas y sillas para que los guiris desayunen encantados y la fregona y el cubo fuera, detalles delatores) están cerradas a cal y canto. Son putos AirBnB y son más que nosotros. Nos estaban arrasando.
-¿Qué es lo que más añorado hacer en estos días de confinamiento y lo que menos?
Sin duda: el contacto con los amigos. No se me ocurre nada más definitorio de estos momentos que la expresión "distanciamiento social". ¡Es terrible! Normalmente, voy a los bares del barrio y quedo con gente todos los días. Ahora trato de sustituirlo con videollamadas. Me he autoimpuesto, al menos dos al día, mis "vermús de la cuarentena". Y brindamos. Llámalo efecto placebo. Y los conciertos, por supuesto.
-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras este confinamiento?
Sin duda. La gente buena seguirá siéndolo. Los hijos de puta, también. Se está destapando de una forma repugnante, y me gustaría que lo pagaran. Aunque aquí soy menos optimista. Es terrible saber que, al menos, el 10% de nuestro país abraza ideas y modos fascistas. Los teníamos ahí y no nos dábamos cuenta. Da miedo, y más pensar que puedan salir reforzados después de esta pesadilla. Creo que cambiarán muchas cosas: el teletrabajo, la protección social, se volverá a desinflar la burbuja de viviendas y alquileres, se valorará mucho más el trabajo de sanitarios, cajeros, barrenderos, conductores, policías... O, al menos, así debería ser. De verdad que me da miedo ilusionarme con estas cosas, porque ya nos hemos llevado suficientes hostias, y van a llegar épocas muy duras, pero ojalá podamos mejorar todo esto. Me encantaría que ocurriera algo con la monarquía y con la iglesia, dos instituciones cuyo silencio está siendo clamoroso e insultante. No han sido capaces de hacer absolutamente nada en el peor momento de nuestras vidas. Así que no les debemos nada a partir de ahora. Sobre la industria de la música no me atrevo a hablar hasta que sepamos cuánto dura esto y hasta cuándo no se pueden celebrar conciertos y festivales. Es inútil divagar.
-¿Qué será lo primero que harás cuando se acabe el confinamiento?
Bajar a la calle como un Miura y tomar botellines con los amigos.Eso también da miedo.Vamos a salir, pero no sé cómo vamos a volver, jajaja.
MANOLO D. ABAD
Foto: JAVIER ROSA
Foto: JAVIER ROSA