Crítica. Música. –
“Tras la tormenta”
THE CHARLATANS+NACHO
VEGAS+CARLOS SADNESS
La Ería, Oviedo.
Miércoles 17 de septiembre
de 2014.
Una tormenta de dimensiones descomunales no fue el
mejor preludio para quien se plantease acudir a una de las más interesantes
sesiones que se planteaban en el recinto anexo al Tartiere. Unos problemas
burocráticos nos dejaron fuera cuando Carlos Sadness enfilaba la recta final de
su concierto que tuvo otro abrupto cierre similar al de Los Ruidos dos días
antes: no pudo acabar su show y vio como se reducía el volumen mientras el
telón con el logo de Oviedo se bajaba ante sus ojos.
Turno para Nacho Vegas que, por mucho que se empeñen
algunos, ya está por encima de etiquetas. Posee su propio lugar, espacio y, por
supuesto, personalidad. Y ahí manda un compromiso político, un compromiso
social con la situación en que nos encontramos, sí esa del abuso de la crisis.
En consonancia con ello y, antes de tocar “Ciudad vampira”, quiso entregar la
palabra a los desalojados del centro social La Madreña. Xuan Cándano me
comentaba que les faltó una buena pancarta para completar la reivindicación.
Nacho Vegas, respaldado por una banda de lujo, entregó una versión profunda, de
gran calado, densa en muchas ocasiones, de un repertorio que se centró en su
reciente “Resituación”. A ello también ayudó la presencia de un coro de
dieciocho voces (nueve masculinas, nueve femeninas) que dotó a muchos de los
temas de un inequívoco aire a Leonard Cohen. El gijonés entregó grandes
momentos como un denso, eléctrico, “Adolfo suicide” donde brillaron las
guitarras del gran Joseba Irazoki. Una demostración de categoría más allá de
traídas y llevadas etiquetaciones de un indie cada vez más desposeído de su
esencia.
Normal que esos indies que más bien son poppies –ni
más ni menos- desconozcan lo que representan The Charlatans. Para los indie-tex
la cabeza borradora funciona de tal manera que jamás serán capaces de entender
ese espíritu hedonista que alumbra su repertorio. El que alimentó noches
eternas a un compás envolvente que va apoderándose de tus pies, pero también de
tu propia alma para que nada importe. No faltaron clásicos ineludibles como
“The only one I know” o “Can´t get out of bed” para completar una actuación a
la altura de su leyenda. Psicodelia bailable que recuerda un tiempo pasado pero
que merece la pena reverdecer para volver a sentirse vivo con el espíritu de
una época, esa de principios de los 90, que ya no volverá.
MANOLO D. ABAD
Fotos: ALBERTO NORIEGA (Charlatans y Nacho Vegas); MARCOS CERRO (Joseba Irazoki)
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el viernes 19 de septiembre de 2014