Crónicas de
Vestuario. –
“El poder de la
fe”
Amanecía el
domingo un día soleado en Oviedo, desafiando las predicciones meteorológicas
que acabarían por imponerse una hora y media antes de la disputa del encuentro.
Tremendo aguacero que remitiría en los momentos finales del partido. Fue como
un resumen del choque ante el peleón Burgos. Una gran primera parte, con un
equipo azul mandando no sólo en el dominio de la pelota sino en el ritmo del
partido, eso sí, quizás con menor profundidad que en otras ocasiones, pues los
burgaleses apretaron las tuercas de sus bandas para evitar las penetraciones de
Susaeta, Nacho López o un Eneko que va, poco a poco, redescubriendo sus
virtudes y recuperando la confianza. Un hecho aislado, el gol del empate de
Quesada en las postrimerías de esa primera mitad dejó a la grada boquiabierta y
al once azul con la duda camino de los vestuarios.
En esa situación, cuando los jugadores se sientan en la caseta, en silencio, preguntándose el porqué de su fatalidad es el momento donde los grupos fuertes, con jugadores mentalmente duros y un entrenador consciente de que hay que creer en las propias posibilidades acaban por imponerse y salir adelante.
En esa situación, cuando los jugadores se sientan en la caseta, en silencio, preguntándose el porqué de su fatalidad es el momento donde los grupos fuertes, con jugadores mentalmente duros y un entrenador consciente de que hay que creer en las propias posibilidades acaban por imponerse y salir adelante.
El Real Oviedo
transitó dubitativo durante los primeros veinte minutos de la reanudación, pero
la entrada de Diego Cervero y los buenos aportes de velocidad y desborde del
también incorporado en la segunda Sergio García dieron sus frutos. Los azules
recuperaron mando y ritmo, regresando a unas bandas donde Dani Bautista comenzó
a asociarse con más descaro con Héctor Font y un muy presente Susaeta,
moviéndose con gran dinamismo entre líneas, y el fruto, madurado con paciencia
y fe, acabó por llegar. Decía el poeta italiano Arturo Graf que la constancia
es la virtud por la cual todas las demás dan fruto. El conjunto que dirige
Sergio Egea es consciente de que van a ser muchos los onces que van a proponer
aguerridos planteamientos defensivos, de sudor y colocación de líneas muy
cerradas y que va a ser necesaria fe, paciencia y la constancia de la que
hablaba Graf como suma para vencer en ese camino hacia el objetivo final del
ascenso.
Este Real Oviedo
lucha por ser fiable en defensa con una entrega solidaria de todos sus hombres,
imprescindible para afrontar grupos como el castellano que llegan al escaparate
del marco estelar del Tartiere con ganas de destacar.
La construcción desde atrás, donde deberíamos resaltar a un Jonathan Vila que no empezó en esa posición de defensa central pero se ha acoplado con brillantez, es la principal asignatura que los azules han de apuntalar. Brillantes de cara al gol, incisivos por banda y con esa demostrada fe, el once oviedista contagia fundadas esperanzas. Parafraseando a Martin Luther King: “Da el primer paso en la fe. No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso”.
La construcción desde atrás, donde deberíamos resaltar a un Jonathan Vila que no empezó en esa posición de defensa central pero se ha acoplado con brillantez, es la principal asignatura que los azules han de apuntalar. Brillantes de cara al gol, incisivos por banda y con esa demostrada fe, el once oviedista contagia fundadas esperanzas. Parafraseando a Martin Luther King: “Da el primer paso en la fe. No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso”.