Crónicas de Vestuario. –
“De sudor y de telarañas”
Enfrentarse al Avilés, ese equipo
donde Josu Uribe despliega toda su sabiduría como entrenador, es toda una
prueba para tomar la temperatura de este Real Oviedo que aspira a lo máximo. El
empate a cero podrá saberle a poco a quien no haya visto el encuentro, a quien
se quede en los datos fríos y se aleje de todo lo que el fútbol puede ofrecer
en un once contra once sobre otro césped en un gran estado como el del Suárez
Puerta.
Es el once blanquiazul un grupo aguerrido, con una estricta disposición
táctica donde el sacrificio y la colocación priman sobre cualquier otra
característica. Sin la magia del genial Álex Arias o los arrebatos de Ito, el
equipo avilesino se aferra al orden, a la presión, a la absoluta solidaridad de
todos sus hombres para crear una telaraña con la que tutear a un conjunto como
el Real Oviedo, bien armado también, con mucha clase en sus filas y con un
espíritu bien alejado del quebradizo que caracterizó muchos momentos de la
pasada campaña.
El partido no será una maravilla visual, con ese brillo con el
que a veces se nos engaña, pero sí deparará los momentos donde se pueden intuir
cuáles son los grupos con garantías y quiénes los onces que sólo deslumbran
cuando el viento sopla a favor.
El combate -pues sólo puede
llamarse así a un partido donde las estrategias, la disciplina, la
concentración y la fuerza física imponen los tiempos- tuvo varias fases donde
cada uno de los contendientes tuvo sus oportunidades. Comenzó el equipo de la
capital del Principado, vestido con esa hermosa tercera equipación vintage,
golpeando con ese estilete que es Linares, siempre presto a asociarse con
quien esté dispuesto a otorgarle un pase en condiciones.
Sin embargo, los de
Uribe fueron tejiendo su malla en el centro del campo para desactivar al
conjunto azul y llegar con algo de peligro. La segunda parte comenzó con
grandes detalles de los blanquiazules, empujados por un sensacional Omar, un
muy sacrificado Chevi y un Rubén Rivera a la busca de un hueco claro. Lo que no
esperaban encontrarse es a un supremo Esteban, mostrando clase superlativa,
rapidez y reflejos, justo lo que tantas veces hemos echado en falta en estos
años. Tras sus intervenciones colosales, el equipo se contagió de su liderazgo
y aparecieron las oportunidades. A destacar la gran potencia física que el
conjunto azul fue capaz de imponer en el tramo final. Ahí se desvelaron las
diferencias entre los avilesinos y los de Egea: en ese cuerpo a cuerpo total,
en el intercambio de golpes, era el Real Oviedo quien se encontraba más fresco
al final. Ahí llegó el momento de Cervero, con excelentes movimientos para
romper a la línea defensiva de los de Uribe, de los centros a la espalda de los
centrales avilesinos y, también, de un nuevo error arbitral (esta vez decisivo,
no como el intrascendente penalty de la semana pasada, si es que alguna vez
algún penalty fue intrascendente) que perjudicó a los azules otra vez.
El camino es largo, pero los
pasos suenan poderosos y, esta vez sí, parece que las muchas piedras del camino
no van a ser suficientes para acabar con una esperanza lenta -como cantaban
Nacha Pop- a la que se debe alimentar, sin descanso, día a día. Con partidos
como el del sábado, parece justo creer y confiar.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: PABLO LORENZANA
Reportaje fotográfico: PABLO LORENZANA
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 1 de septiembre de 2014