martes, 31 de octubre de 2017
domingo, 29 de octubre de 2017
Los Locos de azul
Vinilo Azul. -
“Los Locos de azul”
Eran unos años -los 80-
de “sidra y rosas” como tan certeramente los describen los
Traveling Zoo en su reciente canción “Tívoli”, que también da
título a su nuevo e inminente cuarto álbum. Eran años de apertura,
de tolerancia, donde los extremos no sobresalían. Había ganas de
vivir la existencia hasta la última gota, las noches hasta bien
entrado el amanecer, muchas noches, casi todas las noches. Y Los
Locos reinaban, como no podía ser menos, como unos reyes de harapos
a los que sólo se les reconocía en Oviedo.
Y sucedió un episodio
que, en estos tiempos de intolerancia y furia revanchista desbocada,
hubiera supuesto la censura máxima en Gijón, por eso de las
rivalidades, ya saben. El 9 de septiembre de 1988, Los Locos saltaron
al escenario de la plaza de la Catedral -por entonces situado sobre
la fuente- ¡vestidos con los colores del Real Oviedo!. Sí, tras la
actuación de los gijoneses Fuera de Serie, formación injustamente
olvidada que lideró Luis Núñez, hoy reconocido con el premio al
meyor cantar junto a su proyecto Los Folgazanes, el célebre trío
saltó con la camiseta azul y el pantalón blanco para regocijo o
sorpresa de quienes se encontraban allí. El Real Oviedo acababa de
regresar a Primera División tras doce años y en la ciudad se abría
un tiempo nuevo. También para mí, ya que junto a los componentes de
The Amateurs empezamos a forjar una gran amistad con dos de ellos
-Carlos Redondo y Paco Loco- además de su letrista, el gran Boni
Pérez.
El círculo se cerraría
en otro concierto, un 12 de septiembre de 1991, con Los Murciélagos
en esa plaza de toros que hoy va acrecentando su ruina para pena de
quienes anhelamos un lugar decente donde poder asistir a conciertos.
Fueron tres años muy intensos para todos, puesto que las cosas
cambiaban a pasos agigantados. Paco Loco comenzaba su aventura como
productor, que muchos años de trabajo después le ha llevado a ser
reconocido en todas partes. Carlos también iniciaría su labor
grabando maquetas a un montón de chavales ruidosos que, luego,
protagonizarían el Xixón Sound. The Amateurs se convertirían en
una de las grandes bandas de rock alternativo estatal, en la
emergente escena underground donde comenzaban a despuntar Surfin´
Bichos, Sex Museum, Lagartija Nick, Vancouvers, Los Deltonos, Cancer
Moon o Los Clavos.
No he hallado ningún
testimonio gráfico de aquella noche, de esa actuación. Tampoco fue
recordada en el documental “Los Años Eléctricos” de Chus Neira.
Guardo en la memoria el día de su estreno en el Teatro Filarmónica
porque, al acabar la proyección, Carlos Redondo mantuvo su última
conversación conmigo:
-¿Qué les ha hecho a
Chus para no salir en la peli? No puedo entender que tú no aparezcas
-me dijo.
-Lo mismo que tú,
supongo -le contesté.
Reímos camino del
Flamin´, en la plaza del Sol donde nos esperaban para una fiesta a
propósito del docu. A mí me tocaba pinchar. Recorrimos el pequeño
trayecto hablando de muchas cosas y, al llegar a la puerta del local,
Carlos bromeó con la enorme foto mía que habían colocado en la
puerta. “¿Ves? Esto es más importante que salir en cualquier
documental”, me dijo con esa sonrisa suya que levantaba al ánimo
más alicaído. Pienso en esa noche muchas veces y en que jamás
imaginé que nunca más volveríamos a mantener otra conversación. Y
que yo recordaría aquel concierto en que se embutieron una
indumentaria futbolera de la ciudad vecina y eterna rival.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "D-Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 29 de octubre de 2017
sábado, 28 de octubre de 2017
Inagotables
El Tocadiscos. -
“Inagotables”
THE WAR ON DRUGS “A
deeper understanding”
Atlantic Records
10 canciones. 17€
El grupo que encabeza
Adam Granduciel ha conseguido superarse y superar su anterior “Lost
in a dream”(2014) con un excepcional trabajo repleto de grandes
canciones. La simbiosis entre el rock americano y la neopsicodelia
vaporosa que triunfase en los 80 con grupos como Echo & The
Bunnymen, The Chameleons o The Church alcanza sus más altas cotas en
este trabajo.
El mayor mérito de los
americanos está en su capacidad emotiva, con temas envolventes
producidos con elegante pulcritud que logran una atmósfera
ensoñadora, muy sugestiva, ya sea en las composiciones más
intimistas o donde se desatan las guitarras. Sin miedo a romper
límites -los once minutos de la maravillosa “Thinking on a place”
discurren con agilidad- los de Philadelphia se muestran en todo su
esplendor, aunando intensidad con lirismo, deslizándose por las
fronteras de la realidad y de la fantasía.
El gancho de la
inmediatez de canciones tan redondas como “Holding on”, “Nothing
to find” o “Pain” se combina con habilidad con temas de un
intimismo fascinante como “You don´t have to go”, “Strangest
thing” o “Clean living”. “A deeper understanding” es un
disco inagotable, para sumergirse en él incontables veces si la
magia que destila acaba por seducirte, dotado de esas atmósferas
embriagadoras que se contagian casi sin que nos demos cuenta. Un
álbum magnífico.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 28 de octubre de 2017
miércoles, 25 de octubre de 2017
martes, 24 de octubre de 2017
lunes, 23 de octubre de 2017
La Bien Querida "Los jardines de marzo"
Todo el mundo tiene restos de sueños
Y regiones de la vida devastadas
Todo el mundo tiene una infancia
Que resuena en las esquinas de su casa
Todo el mundo buscó algo algún día
Y no lo encontró, y no lo encontró y no lo encontró
Y yo que buscaba siempre las llamas contigo
Ahora ardo por ti como un pagano
Alguien me dijo ayer que todavía me querías
Y a mí contigo me pasa igual
Y a ver cómo lo arreglamos
Que ya va siendo hora de estar a tu lado
Y cada día tengo más claro
Que hemos nacido para encontrarnos
De rodillas cada noche rezo
Sin Dios, sin fe, sin cruz
Mi cuaresma, mi locura, mi príncipe que encanta
Mi canto de sirena
sábado, 21 de octubre de 2017
Riesgos poéticos
El
Tocadiscos. –
“Riesgos
poéticos”
LOSONE
“El Domador de Versos”. Sonidópolis, 2017. 8 canciones. 10-12 €
Es
el grupo asturiano Losone una de esas bandas que, a diferencia de la
mayoría establecida, trabajan sobre múltiples riesgos sonoros sin
ningún miedo al vacío y, al final, acaban resultando vencedores.
Formaciones con su personalidad abundan poco en una escena
indie-alternativa, cajón de sastre donde entra desde el más
convencional pop-rock a artistas que buscan simbiosis sonoras
sugestivas.
El
camino de funambulistas de emociones como el quinteto astur no es
fácil y para su segundo álbum tuvieron que recurrir al socorrido
crowfunding para financiarlo. Todos aquellos que les apoyaron pueden
estar satisfechos, puesto que Losone han conseguido un magnífico
trabajo donde la poesía no se traduce en cursilería, ni la lírica
en obviedades, ni, mucho menos, la búsqueda en caos inconsistente.
Y,
por supuesto, este segundo álbum se nutre de espléndidas canciones
que transmiten sentimientos, ya sean oscuros o retorcidos –la que
da título al disco, por ejemplo- o cristalinos (“Canto al verte”).
Lo mismo ocurre con los diversos registros, ya sea desde estructuras
sencillas, redondas, pop, como la mencionada “Canto al verte”
como en otras piezas con más aristas –“Recuerdo latente (Wey)”,
“Hoy como ayer”-.
Pero
lo principal, con todo, además de su mágica versatilidad es que se
mueven con destreza, con consistente destreza, hasta cuajar un disco
insólito, desprovisto de pretenciosidad y, al mismo tiempo, dotado
de una gran profundidad, repleto de emociones.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 21 de octubre de 2017
viernes, 20 de octubre de 2017
martes, 17 de octubre de 2017
El día que murió Toni Cuervo
Crónicas de Vestuario. -
“El
día que murió Toni Cuervo”
Unas horas antes del comienzo del choque del Real Oviedo frente al
Granada se conocía la muerte de uno de los símbolos más grandes
del oviedismo: Toni Cuervo. Uno pensaba que sería la ocasión
perfecta para levantarse, romper la racha fuera de casa, rendir
tributo a uno de los jugadores que sintió más profundamente la
camiseta azul. Me equivocaba. A cambio, el once de Anquela ofreció
un partido deplorable, mostrando una imagen desastrosa a todos los
niveles, en un encuentro que despertó los fantasmas que creíamos
borrados de nuestras memorias, en aquellas pesadillescas tardes lejos
del Tartiere a las órdenes de Fernando Hierro.
Revivir esos malos recuerdos y en el peor momento. Envueltos en una
racha de resultados que ya se ha trasladado al juego. Absoluta falta
de concentración, una indolencia preocupante y un caos táctico
total fueron algunos de los alarmantes síntomas que el Real Oviedo
mostró en la tristísima tarde granadina. Podrían excusarse algunos
en el gol encajado en -otra vez más- una jugada a balón parado y al
poco de comenzar el choque. Pero es que la falta de reacción, de
ideas y de juego fue total. La presencia de Forlín por delante de la
defensa no parece dar ningún fruto, dado el atolondramiento
generalizado -en especial del lentísimo y descolocado Valentini- de
los componentes de la defensa. Se han vuelto a capar las bandas y los
laterales se incorporan en muy contadas ocasiones al ataque. Con la
entrada de Mossa y, en menor medida, de Diegui Johannesson en la
segunda parte al menos se vieron algunos centros al área, paupérrimo
bagaje aún así.
La desconexión total en el medio del campo también resulta
inquietante. Apenas son capaces de darse tres pases que no sean de
seguridad y no hubo enganche con un Toché que corrió sin rumbo
hasta el más profundo agotamiento sin tener ninguna ocasión de
remate. Saúl Berjón y Aarón Ñíguez hacían la guerra por su
cuenta, individualistas hasta la extenuación, empeñados en conducir
el balón, sin profundizar ni asociarse con ninguno de sus
compañeros. Rocha y Folch naufragaban, descolocados, sin rumbo ni
intención. Un desastre total.
El cambio en los laterales apenas dio de sí, más que en unas
intentonas a la desesperada del valenciano Mossa que protagoniza uno
de esos “expedientes x” que nadie entiende: un jugador de sus
características debería tener más oportunidades para demostrar el
fútbol que tiene. Estoy seguro que -como Diegui Johannessson- sería
fundamental para desatascar unas bandas que no funcionan, que carecen
de combinaciones y apoyos para romper a equipos como el conjunto
nazarí, que nadó y guardó la ropa sin apenas inmutarse.
El desesperado desorden táctico, la nula intensidad, la falta de
concentración suponen un reto que el once de Anquela debe superar.
De acuerdo en que los azules han sufrido graves e importantes bajas,
pero la imagen ofrecida en Granada debe llevar a una profunda
reflexión en el cuerpo técnico y en todos los jugadores. Así, no,
señor Anquela.
MANOLO D. ABAD
sábado, 14 de octubre de 2017
Atmósferas inquietantes
El Tocadiscos. –
“Atmósferas inquietantes”
HUGO RACE, MICHELANGELO RUSSO “John Lee Hooker´s World Today”
Gusstaff Records, 2017.
LONG DISTANCE OPERATORS “Catherine Graindorge/Hugo Race”
Sub Rosa, 2017.
Puede
que sea un secreto aún para el gran público, pero la dilatada
trayectoria de Hugo Race (Melbourne, 1963) es una de las más
apasionantes para quienes estén dispuestos a descubrir emociones
fuertes. Para las enciclopedias queda su presencia, a principios de
los 80, en los seminales Bad Seeds de Nick Cave –cuando se hacían
llamar Man Or Myth o The Cavemen- aunque ya antes había marcado su
propio territorio con los intensos The Wreckery. Apasionado del
blues, cierra su propio círculo vital y artístico con un
apasionante homenaje al grandioso John Lee Hooker. El resultado es un
trabajo repleto de atmósferas de blues cargadas de una sobria,
tenue, casi imperceptible, tensión, a partir de las composiciones de
Hooker envueltas en densas nieblas sónicas, sugerentes, sólo aptas
para quien esté dispuesto a desprenderse de clichés establecidos e
internarse en un apasionante bosque mágico donde Race descubre
nuevos caminos para el blues.
La
inquietud del australiano le lleva a unirse a la violinista y actriz
belga Catherine Graindorge en un nuevo proyecto: Long Distance
Operators. El producto de esta unión es un álbum muy diverso,
convulso, con joyas plenas de una intensidad y un sentimiento que
escapan a todo canon convencional, ya sea desde una perspectiva más
tradicional o una más rompedora. En ambas se maneja el dúo con
destreza, logrando paisajes sonoros sugerentes, sublimes. Una
verdadera maravilla fuera de toda norma.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "Culturas" del diario "El Comercio" el sábado 14 de octubre de 2017.
jueves, 12 de octubre de 2017
Ocón de Oro
Crónicas de Vestuario. -
“Ocón
de Oro"
Para aquellos que leímos más que patadas a un balón pegamos, Ocón
siempre nos recordará a uno de los grandes del periodismo, donde los
crucigramas y demás entretenimientos suponen -o suponían- uno de
los fuertes. Pedro Ocón de Oro fue uno de esos creadores
reconocibles. Por desgracia, y miren que no nos gusta hablar de las
labores arbitrales salvo cuando son escandalosas, nos tocó padecer a
su tocayo -recién descendido- Daniel Ocón Arráiz, pésimo
trencilla que cuajó una de esas actuaciones lamentables a las que no
nos gusta referirnos.
Porque el Real Oviedo, de nuevo frente a un rival de tronío como el
Tenerife, se mostró como un cuadro solvente. Dibujado, en un nuevo
alarde táctico de Juan Antonio Anquela, con otro esquema, con
Forlín barriéndolo todo y dos mediocentros por delante de él, el
once azul se mostró muy seguro atrás y con dos estiletes como Saúl
Berjón y un ultramotivado Aarón Ñíguez en los dos extremos. Toché
ya no estaba tan sólo y los laterales podían desplegarse con
facilidad. Eso hizo Mossa en unos primeros minutos vibrantes que
obligaron a ese buen entrenador que es Martí a taparlo y frenar la
sangría producida por ese lado. El señor Ocón se comió unas
cuantas, la principal un codazo de un Raúl Cámara que no debió
terminar el partido -ni la primera parte- y el choque se fue con el
uno a cero maravilloso, fruto de una de esas conexiones que nos
gustaría ver más entre Ñíguez -espectacular- y Saúl Berjón
-pillo-.
Parece que este esquema puede dar frutos a la espera de que se
recuperen los lesionados. Ante un once capaz, con clase, los
oviedistas se mostraron solventes y, sí, intensos. Si alguien no
conoce el concepto “intensidad”, basta con acercarse al
diccionario y ver su significado. Para eso están los libros. Para
eso, también, la cada vez más presente literatura sobre el fútbol.
Aunque siempre nos quedemos a expensas de un giro de azar que malogre
todo lo escrito y todas nuestras expectativas. Un lance aislado te
deja fuera y se pierden dos puntos. Otra vez más. Estamos en la
novena jornada, la travesía -como siempre repetimos- es aún muy
larga. Pero hace falta sumar con tres y dejarse de cualquier otra
consideración. Luis Aragonés lo dijo: “ganar, ganar, y ganar”.
Destrozar. Y a esos conformistas del uno-a-cero olvidarlos. Sus
consejos son de perdedores. O, peor aún, de empatadores que ganan
lances amañados.
miércoles, 11 de octubre de 2017
martes, 10 de octubre de 2017
Ryan Adams "To be without you"
It's so hard to be without you
Lying in the bed, you are so much to be without
Rattles in my head that empty drum filled with doubt
Everything you lose will always come find its way out
Every night is lonesome and is longer than before
Nothing really matters anymore
It's so hard to be without you
Used to feel so angry, now I only feel humble
Stinging from the storm inside my ribs where it thunders
Nothing left to say or really even wonder
We are like a book and every page is so torn
Nothing really matters anymore
It's so hard not to call you
Thunders in my bones out in the streets where I first saw you
And everything was new and colorful, it's gotten darker
Every day's a lesson, things were brighter before
And nothing really matters anymore
It's so hard to be without you
Everyday I find another little thread of silver
Waiting for me when I wake some place on the pillow
And then I see the empty space beside me and remember
I feel empty, I feel tired, I feel worn
Nothing really matters anymore
lunes, 9 de octubre de 2017
La Folie
Crónicas de Vestuario. -
“La
Folie”
“La Folie” es una de las grandes canciones del grupo británico
The Stranglers. Como se podrán imaginar, el título hace referencia
a “la locura”, esa en la que se vio envuelta el Real Oviedo en su
partido ente el Barcelona B. Cierto es que ahí está siempre el
peligro ante los filiales, que el choque se desmadre, que se manejen
tiempos locos, algo que sucedió en un tramo final donde los azules
bien pudieron haber vencido de haber aprovechado Owusu una gran
oportunidad de gol, de esas que no se pueden fallar.
Antes de que el partido entrase en esa fase de ruptura total de
esquemas y tácticas, el conjunto de Anquela había salido con orden
pero sin la debida profundidad, con un disparo inocente de un Saúl
Berjón que parece haber perdido el magnífico nivel con el que
comenzó la temporada. Poco a poco, el filial azulgrana fue
apoderándose del juego hasta que en una concatenación de errores
llegó el tanto del brillante José Arnáiz en las postrimerías de
esa primera mitad.
Para el segundo acto el Real Oviedo trató de meter más presión en
su delantera, dando un paso que obtuvo sus frutos a balón parado en
un saque de esquina rematado con brillantez por Carlos Hernández. Y,
a partir de ahí, la anarquía total en un juego que prescindía de
elaboración en el centro del campo y discurría directo en cada
área. Por momento, un verdadero correcalles. El once de Anquela es
incapaz de mandar en el ritmo de los partidos cuando los rivales
parecen descomponerse y, así, llegaron ocasiones por parte y parte.
Nadie manejaba el choque porque ni Ramón Folch -otro que parece algo
perdido en los últimos encuentros- ni Forlín eran capaces de
controlar la desbocada situación. El partido, envuelto en una
espiral de locura, pudo haberlo resuelto Owusu, pero se precipitó
cuando habría tenido tiempo de controlar dentro del área e incluso
combinar con Toché. Lamentablemente, desbarató la ocasión y se
perdió la oportunidad de volver con una victoria a domicilio que se
está haciendo esperar demasiado.
Parece que se van a recuperar a varios de los múltiples lesionados
de cara al trascendental partido del miércoles ante el Tenerife.
Falta hará, porque se percibe un juego muy poco claro, con una
ausencia de profundidad alarmante y pocas conexiones en un ataque
donde Toché está demasiado solo. Y aún así, se conserva el punch
en ataque. La llegada de Diegui Johanesson debe volver a activar una
banda derecha de la que no han salido más centros que algunos
ocasionales de Aarón Ñíguez, bagaje muy corto para aspirar a metas
más altas. Lo mismo se percibe en la izquierda donde se echa mucho
de menos a Mossa y su proyección ofensiva. El once azul también
necesita clarividencia táctica para saber manejar las situaciones
favorables en su propio beneficio.
Son demasiados puntos los que el cuadro de Anquela se ha dejado fuera
de casa y hace falta un triunfo que dé ese aplomo en las visitas a
domicilio. Muchos -demasiados- aspectos a pulir aún. No queda otra
que armarse de paciencia.
MANOLO D. ABAD
domingo, 8 de octubre de 2017
El valor de los clásicos
Crítica. Música. -
“El valor de los clásicos”
LOS DELTONOS
Factoría Cultural, Avilés.
Viernes 6 de octubre de 2017.
Pasan los años, las
modas van y vienen y, entre ese maremágnum, permanecen los clásicos.
Los Deltonos se han ganado a base de mucho trabajo ese lugar, un
reconocimiento que no es de mayorías, pero que les permite situarse
en una zona cómoda, en esa intersección donde puedes hacer lo que
te dé la gana y sobrevivir con un puñado de fieles.
Y ahí están: en la zona
intermedia donde brillan las guitarras, en la que el concierto se
desarrolla a su propio ritmo, sin ninguna concesión más que la de
sentirse a gusto. Con un espléndido guitarrista como Hendrik Roever
rodeado de una banda perfectamente engrasada que suena de maravilla.
Ni más, ni menos. Hace unos días moría Tom Petty, un
individualista al que jamás pillaron en ningún otro lugar que no
fuera el rock. Bien podemos decir que los cántabros han alcanzado
tan ideal posición a base de trabajo duro y una integridad a prueba
de balas.
El concierto discurre con
fuerza, con una banda de cuatro a dos guitarras -eso tan difícil de
hallar y conseguir en el panorama estatal- plena de rock y de un
repertorio sólido y diverso. La apoteosis de la noche se remata en
el bis con el absoluto clásico “Repartiendo” (pura serie negra
en forma de canción) y el siempre grato “Hard luck blues”, todo
un guiño al pasado, a su actuación en la sala Quattro hace nada
menos que veinticinco años. Con el valor de haberse convertido ya en
unos absolutos clásicos con mayúsculas del rock español.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: PACO WALKS SOFTLYPublicado en el diario "El Comercio" el domingo 8 de octubre de 2017
Símbolos
Vinilo Azul. -
“Símbolos”
Pide la Peña Azul
Castrillón un homenaje para el que hasta la campaña pasada fue
portero del Real Oviedo Esteban, uno de los símbolos del oviedismo.
Y me parece una propuesta acertada que debería ser tenida en cuenta
por la entidad azul.
Esteban y Michu son los
dos últimos símbolos para la afición oviedista. Dos nombres
propios que acentúan su valor, puesto que se forjaron en los tiempos
más difíciles para el club y su afición. Tiempos de supervivencia
y barro donde ellos enarbolaron el orgullo, el valor y la garra, que
son el santo y seña del equipo más representativo de la capital del
Principado de Asturias. Lo hicieron, además, y más acusado en el
caso de Esteban, pudiendo haberse quedado en otros conjuntos de
superior categoría. Allá por donde ha ido, la estela humana de
Esteban ha quedado marcada con letras de oro. En su anterior club, el
Almería, era también capitán e ídolo de la afición. Los dejó
pudiendo haberse quedado allí, seguramente ganando más dinero, pero
el corazón azul del avilesino le impulsó a regresar a su tierra
para ayudar a su equipo del alma.
Pienso muchas veces,
cuando conozco a jóvenes aficionados azules, en que muchos de ellos
sólo han visto al Real Oviedo en la encrucijada, en el barro, en el
fondo del precipicio. No disfrutaron del equipo, como otros que sí
hemos tenido esa suerte, jugando frente a los grandes de la Liga cada
domingo, durante muchas temporadas seguidas e incluso alcanzando la
competición europea. Quizás por eso, sean estas generaciones las
que merecen encontrar símbolos tangibles de los que sentirse
orgullosos. Más que el viejo aficionado que recordará a Herrerita o
Lángara, más de los que ya hemos entrado en la madurez que
recordamos las hazañas de Gorriarán, Sañudo, Jokanovic, Carlos o
Dely Valdés. Precisamente porque no han podido disfrutar de esos
grandes momentos, es la razón de que se valore a Esteban y a Michu
como símbolos perennes del oviedismo, que la gente los perciba como
suyos, que se honre su contacto personal y su compromiso en tiempos
difíciles. Si es iniciativa de los dirigentes azules, mejor aún.
El fútbol -le pese a
quien le pese- es algo más que un deporte, trasciende sus fronteras
en la sociedad. Bien conducido debería servir para mostrar alguno de
sus valores y qué mejor para todo oviedista que se precie, que sean
esos transmisores dos “paisanos” -como solemos decir en Asturias-
como Esteban y Michu.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "D-Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 8 de octubre de 2017
viernes, 6 de octubre de 2017
Un día en Prado del Rey con Los Deltonos
Rock Stories. -
“Un día en Prado del Rey con Los Deltonos”
1989, junio. Volví a subirme a la furgoneta con mis queridos amigos The Amateurs, como tantas otras veces, en un aprendizaje que no se puede pagar. Un crítico de rock en el otro lado. Cargando los amplificadores, cobrando la entrada, acercándoles las copas... Si no conoces el otro lado, no puedes valorar qué es lo que hay en cada lugar.
Llegamos a Madrid, ilusionados. Una tarde de incipiente verano de
junio. Los chicos me acercaron hasta donde se situaba la antigua
Estación Sur de Autobuses de Madrid. Llevaba conmigo un teclado de
un amigo de la banda para hacer el playback en unas horas. Bajaba por
Santa María de la Cabeza en dirección a la calle Ferrocarril cuando
tres tipos me rodean. No me detuve pero noté la navaja en mi
espalda. Eran tiempos en los que te daban el palo con frecuencia.
Diez mil pelas me sacaron. Afortunadamente, siempre tuve la
precaución de guardar en los calcetines. Eso me salvó. Piqué en la
casa familiar. Le conté a mi tía Mariví la movida. Me dio algo más
de dinero y me cogí el metro en dirección a Prado del Rey. Allí
estaban los chicos. Pensé en el teclado. Menos mal que no me lo
pidieron.
Hicimos el control de la entrada, del dni y esas cosas. Las doce de
la mañana, nos esperaban. En el plató ya estaban todos los del
programa “Cajón Desastre”. Bueno, no, Miriam Díaz Aroca, no.
Estaba el de los Refrescos, muy creído él, y una chavalina
encantadora con sueter de rayas rojas. También un niño prodigio
bastante odioso como todos los niños malcriados. ¡Luuucaaaas, sí,
joder, Lucas! De aquella el muchacho salía en todo tipo de espacios
televisivos y cinematográficos. Yo creo que no lo aguantaba ni su
madre. Pueden añadir las cuatro consabidas letras, si quieren.
También, para rematar el asunto, una docena de enanos de todo tipo y
especie que seguían las órdenes de un realizador que no veíamos
-estaba en su cubículo presidencial, una especie de púlpito en las
alturas del inmenso estudio desde donde no se le veía- como un
ejército convencido y fiel.
Sobre las tablas, Los Deltonos se desesperaban. El realizador la
había tomado con el tipo que simulaba tocar la armónica. Era,
después lo supe, Rafa, dueño de varios locales señeros de la época
en Malasaña como la Vaca Austera. Nada le gustaba al realizador de
Rafa. Y así estuvieron pugnando con el playback hasta la hora de
comer. Sin conseguir cerrar ninguna de las tres canciones previstas.
Tenía su EP en casa, pero me lo terminé de aprender. Nos fuimos a
comer. Antes de llegar al comedor de Prado del Rey se nos unió Juan
de Pablos y pasamos un almuerzo magnífico hablando con él de
música. Era un tiempo apasionante. De aquella no se hablaba ni de
“alternativo” ni de “indie”, lo “independiente” ya había
sido superado. La palabra era “underground”: Sex Museum, Los
Clavos, Las Ruedas, Los Deltonos, Cancer Moon, Surfin´ Bichos, los
Amateurs, Los Bichos, La Secta, Pantano Boas...
No nos dimos mucha prisa en la sobremesa. A las cuatro llegó nuestro
turno. Iba a hacer un playback con los teclados y tenía cierta
preocupación tras ver cómo había tratado el realizador a Rafa. El
pobre, antes de irse, nos pidió disculpas y nos invitó a su bar.
Grabamos en una toma, pero no dio tiempo a más, Seis de la tarde. El
realizador había decidido reñir con los niños (me libré, vayan
ustedes a saber por qué) y los estuvo situando durante mucho tiempo.
La pobre regidora tenía pinta de irse a suicidar en cuanto acabara
tal sesión de despropósitos. Dos canciones. Aún quedaba una, pero
tuvimos que terminar. Hablaron con José Andreu, vocalista y
guitarra, además de factotum para todos los business. En quince días
nos tocaría volver. Evidentemente, vestidos igual. El único
problema era que Paco “Hummungus” Fernández lucía un aparatoso
vendaje en uno de sus brazos fruto de un accidente de moto... Sin
problema: se le vendaría cuando llegásemos y tema resuelto.
Salimos a las ocho. El cielo de Madrid, visto desde Prado del Rey,
embriagaba. Nos fuimos a Malasaña. Perdí a los chicos no sin antes
quedar para el día siguiente y me trasladé a La Vaca Austera a ver
a mi nuevo amigo Rafa. Cerramos el local hasta las mil. La noche
terminó en un trasiego por la Malasaña de la incipiente mejor
época. Llegué a la calle Ferrocarril andando. Mi tía dormía. Y no
pensé en la pasta que me habían mangado, sino en que repetiría
pronto otro viaje a ese inolvidable Madrid.
MANOLO D. ABAD
miércoles, 4 de octubre de 2017
El efecto champán
Crónicas de
Vestuario. -
“El
efecto champán”
Llegaba el equipo azul tras una de esas derrotas dolorosas, muy
dolorosas, ante un rival que -sin duda, me atrevo a firmarlo aquí-
estará en las posiciones de cola de la categoría, con la intención
de resarcirse, como siempre, ante su fiel público. Más de once mil
espectadores a pesar de que la LFP se empeñe en fastidiar este tipo
de encuentros al más alto nivel, ante equipos con aficiones muy
estables, con una gran historia. Pero, ¡ay! los lunes y por la
cadena catalana “Gol TV” no son nada propicios. Que yo recuerde,
ninguna de las retransmisiones por este canal han tenido un resultado
favorable a los azules. Otro gafe más a superar. Había que
reaccionar, mostrar carácter -el que les imprime su entrenador- no
esconderse y convencer.
Los primeros treinta minutos fueron para enmarcar. Un once con gran
intensidad, empujando con fuerza y una gran disposición táctica
para oprimir al rival hasta acorralarlo en su propio terreno. Fruto
de esa salida en tromba, bien orquestada, bien dirigida, muy bien
trabajada, el once azul se adelantó hasta un brillante dos a cero.
Para un equipo con mucha clase, pero más dudas -esa ansiedad que
provoca el tener una gran hinchada detrás- ese resultado debería
haber sido letal. Dejémonos de idioteces, un equipo competidor
(adjetivo mágico que se repite como una mala digestión) hubiera
aplastado, hubiera destrozado. Porque la gran competición
profesional exige machacar. Estos son los conjuntos ganadores, los
que tienen fe inquebrantable, los que desean hacer más daño, los
que -regreso al tópico- tienen hambre. Aquello que te dicen que
mejor era un 1-0 por aquello de mantener la tensión, una de dos: o
son idiotas; o han nacido para perder, como en la maravillosa canción
de Johnny Thunders & The Heartbreakers. Y en el deporte, la
supuesta épica del perdedor no vale para nada. Bueno, a algún
tuercebotas quizás sí le valga.
Mikel González hizo uno de esos remates increíbles en un golazo
brutal y la balanza se desniveló. Muchos jugadores desaparecieron. A
la defensa oviedista le empezaron a temblar las piernas -sobre todo,
a los centrales- ante un delantero con mayúsculas como Borja
Iglesias y el partido se fue al garete. El medio campo maño comenzó
a carburar, a crear y sólo Forlín fue capaz de tapar las vías de
agua de una nave azul que naufragaba.
En la segunda parte se sufrió. Mucho. Juan Carlos salvó varios
unos-contra-uno y llegamos a un empate que supo a victoria. Nunca
entenderé que se pite a un jugador de tu equipo durante el partido,
por mucho que no te guste. Y a mí tampoco me gusta Juan Carlos, la
verdad sea dicha. Pero no por eso voy a criticarle cuando no se lo
merece. Uno prefiere porteros más sobrios: como decía cierto
entrenador, que pare lo posible, todo lo posible, aunque no lo
imposible. Pero es el nuestro. Y debería ser apoyado. Ya está.
Un punto más. Esa es la lectura. Ante un gran equipo que mostró una
capacidad de recuperación brutal y que dominó la segunda parte de
principio a fin. Sumar es siempre importante, sea como sea. Y creo
que al Zaragoza lo veremos más arriba, porque tiene materia prima
para estar en las posiciones de privilegio. Dicho lo cual:
necesitamos un triunfo fuera. Es urgencia, casi emergencia. Por si
ocurre un accidente como el de la pasada noche de lunes. Un efecto
champán, donde tras los primeros brindis, las burbujas se secaron
dejándonos un bebedizo infumable en forma de indeseado empate.
Recuperemos el ánimo y pensemos en qué preferimos descorchar.
Quizás mejor una botella de un buen vino de reserva, para poder
paladearlo durante noventa y pico minutos hasta saborear otros tres
ansiados puntos, que es como más se disfruta.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS
"Dolor"
Hacia la madrugada
me despertó de un sueño dulce
un súbito dolor,
un estilete
en el tercer espacio intercostal derecho.
Fino, fino,
iba creciendo y en largos arcos se irradiaba.
Proyectaba raíces, que, invasoras,
se hincaban en la carne,
desviaban, crujiendo, los tendones,
perforaban, sin astillar, los obstinados huesos,
durísimos
y de él surgía todo un cielo de ramas
oscilantes y aéreas,
como un sauce juvenil bajo el viento,
ahora iluminado, ahora torvo,
según los galgos-nubes galopan sobre el campo
en la mañana primaveral.
Sí, sí, todo mi cuerpo era como un sauce abrileño,
como un sutil dibujo,
como un sauce temblón, todo delgada tracería,
largas ramas eléctricas,
que entrechocaban con descargas breves,
entrelazándose, disgregándose,
para fundirse en nódulos o abrirse
en abanico.
¡Ay!
Yo, acurrucado junto a mi dolor,
era igual que un niñito de seis años
que contemplara absorto
a su hermano menor, recién nacido,
y de pronto le viera
crecer, crecer, crecer,
hacerse adulto, crecer
y convertirse en un gigante,
crecer, pujar, y ser ya cual los montes,
pujar, pujar, y ser como la vía láctea,
pero de fuego,
crecer aún, aún,
ay, crecer siempre.
Y yo era un niño de seis años
acurrucado en sombra junto a un gigante cósmico.
Y fue como un incendio,
como si mis huesos ardieran,
como si la médula de mis huesos chorreara fundida,
como si mi conciencia se estuviera abrasando,
y abrasándose, aniquilándose,
aún incesantemente
se repusiera su materia combustible.
Fuera, había formas no ardientes,
lentas y sigilosas,
frías:
minutos, siglos, eras:
el tiempo.
Nada más: el tiempo frío, y junto a él un incendio
universal, inextinguible.
Y rodaba, rodaba el frío tiempo, el impiadoso tiempo
sin cesar,
mientras ardía con virutas de llamas,
con largas serpientes de azufre,
con terribles silbidos y crujidos,
siempre,
mi gran hoguera.
Ah, mi conciencia ardía en frenesí,
ardía en la noche,
soltando un río líquido y metálico
de fuego,
como los altos hornos
que no se apagan nunca,
nacidos para arder, para arder siempre.
(Dámaso Alonso)
Peter Perrett "An epic story"
I've read this book too many times
The hero's death is tragic every time
Trying to pretend
I don't know how it ends
An epic story of romantic love
It has to be the ultimate in love
The scale of sacrifice
Is cheaper the price
Together we can face this hard world
Enough about the cruelest of things
Our sufferin' is beyond any words
It's too late for repentance of sin
Don't worry, babe
I'll always be your man
No one could love me the way that you can
If I could live my whole life again, I choose you
Every time
We have descended far enough
With every day we know we've had enough
Tryin' to respond, we know that we've been wronged
An epic story of romantic love
It has to be the ultimate in love
Take another shot
It's all that we got
Together we can face this hard world
Enough about the cruelest of things
Our sufferin' is beyond any words
It's too late for repentance of sin
Don't worry, babe
I'll always be your man
No one could love me the way that you can
If I could live my whole life again, I choose you
Together we can face this hard world
Enough about the cruelest of things
Our sufferin' is beyond any words
It's too late for repentance of sin
Don't worry, babe
I'll always be your man
No one could love me the way that you can
If I could live my whole life again, I choose you
Every time
I'll always be your man (your man)
No one can love me the way you can (you can)
If I could live my whole life again I'd choose you
Only you
martes, 3 de octubre de 2017
domingo, 1 de octubre de 2017
Ride "Lannoy point"
If seeing is believing
Believing is not seeing
All these feelings
I can't repair
Your way of seeing
All melts into air
A Face of reason equals treason
A treason against all reason
All this dealing
I can't repair
My way of being
All melts into air
I'm wiser for the time
I row against the tide
I drop onto my knees
All turned back a century
We'll be wiser when we fall
Like the dinosaurs before
When we've swept ourselves away
A better sense can start again
A better sense can start again
A better sense can start again
I'm wiser for the time
I roll against the tide
I drop to my knees
All to that good century
We'll be wiser when we fall
Like the dinosaurs before
When we've swept ourselves away
A better sense can start again
(Believing my feelings)
A better sense can start again
(Believing all my feelings)
A better sense can start again
(Believing all my feelings)
A better sense can start again
(Believing all my feelings)
A better sense can start again
A better sense can start again
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