Vinilo Azul. -
“Echando Humo”
Los
caminos por los márgenes, por el underground alternativo, podrán
resultarles muy bonitos a aquellos que -sentados en su cómodo sillón
a prueba de turbulencias vitales- envidian la libertad de acción, el
construirse un mundo propio a costa de muchos sufrimientos y
renuncias. Verdaderos románticos que tomaron las directrices del
punk y su “hazlo-tú-mismo” quedan muy pocos y Pablo Fernández,
más conocido como Pablo Humeante, álma máter de los recientemente
finiquitados Discos Humeantes y cuarta parte -la más visible- del
nuevo sello discográfico Humo, es uno de ellos. Se podría pensar,
viéndole con su aspecto algo atolondrado, las gafas de pasta a lo
Poch -el legendario vocalista de los míticos Derribos Arias- con
arreglos caseros de esparadrapo, en cómo ha podido levantar una
discográfica respetada bajo unas directrices claras y concretas. Una
vez más nos equivocamos si atendemos a las apariencias: tras ese
aspecto despreocupado, uno se encuentra una cabeza bien amueblada,
con ideas diáfanas sobre cómo llevar a cabo sus proyectos en un
territorio de aguas pantanosas, de cenagales acechantes que han
hundido a más de un incauto con ínfulas que se creía experto en
navegaciones empresariales complejas.
Los
sueños son siempre bonitos y visten muy bien, pero luego llega la
realidad para quebrar ilusiones y esperanzas. Aquel momento que Los
Enemigos representaron en su canción “Occidente”: cuando tengas
que cobrar será ese instante. El caso es que Discos Humeantes
salieron adelante y lograron hacerse un nombre más allá del
Pajares, además de por su vocación no provinciana, por la
personalidad que este asturiano que pasó muchos años en Barcelona,
consiguió imprimir. Él, con su olfato, o, mejor dicho, su oído (y
también su capacidad de decisión), apostó por perlas
incomprendidas como Fasenuova o Las Nurses, músicas nada
complacientes pero con gran capacidad de sugestión, que lograron
crecer de la mano del propio sello discográfico. Tras una travesía
estimulante que dio cabida a propuestas nada convencionales, en
formato vinilo, llega el momento de cambiar de nuevo, de dar un giro
para no quedarse en la zona cómoda. Quién sabe si para crecer y
hacerse más fuerte: Humeantes se transforman en Humo. Pablo Humeante
comienza a repartir responsabilidades y opciones vitales más allá
de su sola persona. Todo ello en un vibrante período de ocho años.
El propio Pablo pasa a moverse en otros ámbitos como la Lata de
Zinc. Allí le vemos muchas veces en la taquilla, poniéndonos un
sello al entrar a sus conciertos (con esa reminiscencia de discoteca
ochentera) o, simplemente, departiendo con el público o gente de
alguna de las bandas de su nuevo sello.
Siempre
es un placer comprobar cómo gente que hace del riesgo virtud y
consigue salir a flote, enriqueciendo la vida cultural de la ciudad,
sin alharacas ni presunciones vacías, moviéndose con elegante
equilibrio en la cuerda floja de ese intangible que es lo
“alternativo”, puede continuar mucho tiempo convirtiendo sus
sueños en realidad. Y, al mismo tiempo, haciéndonos partícipes de
esas ilusiones y proyectos. Que sigas echando “Humo” como ahora
durante mucho tiempo, Pablo Humeante.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio"