“Cobrando deudas”
El
encuentro contra el Real Zaragoza traía muchos recuerdos y de
diversa índole. Por un lado, el de choques en lo más alto, en
típicos enfrentamientos de una Primera División a la que ambos
ansían volver. Por otro, el de momentos de humillación en días
tristes para el oviedismo. Aquella pancarta desplegada en uno de los
graderíos de la Romareda con el lema “Oviedo, púdrete en 2ª B”,
está marcado a fuego en el corazón azul como no podía ser de otra
forma ante tan cruel y desafortunada manifestación. El fútbol se
nutre de la memoria, de la competición y, por supuesto, de las
rivalidades. Malo cuando éstas se exacerban, peor aún si se emplean
para degradar a un equipo que se encontraba en los peores momentos de
su gran historia.
Por
fortuna, llegó el momento de verse las caras y cobrar las deudas del
pasado. Como en “A quemarropa”, obra maestra del cine negro de
John Boorman, el Real Oviedo se llevó la victoria frente a la
ignominia de la afición maña. En el clásico de Boorman, Walker
(espléndido Lee Marvin), el protagonista, se toma cumplida venganza
de la traición de su amigo Reese, que le abandona moribundo y, de
paso, se lleva a su mujer. Walker cobrará su deuda. Como también se
resarcieron los azules en la húmeda matinal ante el Zaragoza. No
conviene escupir al cielo, porque todo lo que sube acostumbra a
bajar, algo que parece que la afición aragonesa desconoce: justo
cuando gritaban a favor del eterno rival llegó el gol azul. Guiños
del destino.
El
partido estuvo marcado por las precauciones y el tanteo mutuo en una
primera parte donde importaba más mantener el poder del balón, el
control de las posiciones y el no arriesgar que la búsqueda del gol.
Tuvo que ser el siempre incisivo Toché quien abriese la lata y
cerrase el partido. Los aragoneses debían arriesgar más en la
reanudación y lo intentaron con la inclusión de Jorge Díaz en la
banda izquierda. Sin embargo, el ritmo siguió favoreciendo a los
azules que apenas pasaron apuros, muy atentos a los movimientos de
Ortuño que casi nunca pudo romper el fuera de juego. Los azules se
mostraron solventes atrás, pero no aprovecharon los múltiples
huecos que ofrecía la ofensiva maña, más desesperada conforme
avanzaban los minutos. Es esta una situación que se viene repitiendo
en los últimos choques del cuadro de Sergio Egea: no se aprovechan
las ventajas de los contragolpes y partidos favorables no terminan de
cerrarse con una holgura que evitaría sorpresas de última hora.
En
cualquier caso, la línea victoriosa del equipo lo tapa todo. Quizás
Susaeta ya no esté tan fresco como hace unos meses y necesite un
descanso. Posiblemente Koné tenga que apoyarse más en sus
compañeros y no intentarlo por su cuenta en muchas ocasiones. Pablo
Hervías debe recuperar la fe en sí mismo. Son sólo algunos
pequeños síntomas que se ven en el equipo y sobre los que, seguro,
el cuerpo técnico ya ha tomado nota. Mientras tanto, disfrutemos de
esta victoria ante quien pensó -como Reese en “A quemarropa”-
que el equipo azul estaba moribundo en un callejón. Supongo que esa
nefasta pancarta siempre aparecerá en el recuerdo del oviedismo,
como acicate para disfrutar de victorias como ésta.
MANOLO
D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS G. FIERROS