Vetusta Blues. -
“Cuestión de tiempo”
El
tiempo corre en dos dimensiones completamente distintas en la
política municipal ovetense. A favor del tripartito, que camina
hacia una consolidación cada vez mayor de sus acuerdos; en contra de
la oposición, los destripadores del “destripartito”, los
destronados tras veinticuatro años de campar a sus anchas por la
ciudad. Podrán hablar de “ideas felices” supuestamente vendidas
por la prensa -algo curioso cuando la lista de ocurrencias en estos
doscientos ochenta y ocho meses de régimen bien podría llenar un
libro- pero lo cierto es que no hay caos y, por mucho que desde
algunos medios afines se les trate de animar, el acuerdo continúa. Y
cuanto más tiempo transcurra, peor para los destronados, claro.
Hemos
vivido seis meses de tal acoso, bien apoyado desde diversos frentes,
que casi salíamos a escándalo por día. Escándalos imaginarios,
estos sí que sólo trataban de socavar los cimientos de una unión a
tres bandas siempre dificultosa. Aunque sea la democracia la que
exige llegar a acuerdos entre diferentes fuerzas muchas veces, esta
máxima les resulta difícil de entender a quienes han pasado el
rodillo por la ciudad a lo largo de más de seis mil días sin ningún
tipo de control.
Entre
los muchos lastres heredados está esa normativa de las terrazas que,
ciertamente, resulta de una complejidad que ni los propios
responsables de llevarla a cabo la entienden. Si no se entiende,
imagínense ponerse a aplicarla. Queda ahora en las manos del nuevo
gobierno solucionar un nuevo marrón más que añadir a la larga
lista que se han encontrado en estos seis meses. Habría que
preguntarse dónde estaba ese caos que anunciaban los destripadores
del “destripartito”. Si en su herencia: Asturcón, el spa del
Naranco, la normativa de las terrazas, los contratos firmados
apresuradamente en el tiempo de “alcaldía en funciones”; o en su
compleja resolución contrarreloj y, uno añadiría más, contra la
presión de muchos de los voceros especializados en despertarnos cada
día con un nuevo escándalo.
El
tiempo transcurre y llegan los presupuestos. Los meses pasan y cada
vez más se va descubriendo que ni caos ni desgobierno ni escándalos
diarios. También aparecen, a veces con lentitud exasperante, algunos
de los demonios escondidos bajo la alfombra en estos veinticuatro
años. Otros se tapan con gran dificultad. Pero el tiempo, mientras,
sigue marcando unas horas que corren contra quienes se creyeron por
encima del bien y del mal, haciendo y deshaciendo a su antojo. Y es
ahora, cuando el reloj marca, implacable, sus horas.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el miércoles 13 de enero de 2016