Vinilo Azul. -
“Absolutamente malditos”
Acudo
a Parque Principado a recoger en la Fnac la estupenda caja con dos
cds “Ork Records: New York New York”, donde se resume todo el
movimiento que, a mediados de los 70 supuso la génesis del punk al
otro lado del charco. Como no podía ser de otra forma, aprovecho el
viaje para perderme en las estanterías y buscar más música,
películas y libros. Superadas las multitudes previas a los Reyes
Magos, esa locura generalizada que convierte en impracticable unas
compras tranquilas, encuentro algunos trabajos que ya poseía en
vinilo pero que en su versión cd contienen señuelos como añadir
temas sueltos en singles o inéditos, además de las remezclas de
sonido. Entre ellos, encuentro el “Tormenta de tormento” de
Corcobado y los Chatarreros de Sangre y Cielo que no tenía ni
siquiera en vinilo y el “Color Hits” de Los Bichos, con varios
jugosos extras. Por un momento, me quedo absorto contemplando la
portada del grupo navarro que encabezaba el finado Josetxo Ezponda.
Una explosión de colores que me trae inmediatamente el recuerdo de
una maqueta parecida de los propios Bichos en Madrid, en casa de
Íñigo Pastor, jefe del legendario sello discográfico independiente
Munster Records. Había acudido junto a mis buenos amigos The
Amateurs a llevarle una maqueta para un recopilatorio, además de una
cinta -¡en bobina!- de los Sangrientos. Finalmente, tan solo
aparecerían The Amateurs. Y también Los Bichos. Recuerdo haberle
pedido a Íñigo que me pusiera esa maqueta repleta de color y flipar
con aquel grupo. El tiempo los acabaría transformando: de malditos a
míticos.
También
los ovetenses The Amateurs son unos absolutos malditos. No sólo en
su tierra sino en todo el territorio nacional, que se trabajaron
durante muchos años en multitud de conciertos. Sin embargo, su
huella pervive. Quizás no han alcanzado el status de legendarios
como otras formaciones como Los Bichos o los añorados Cancer Moon,
pero The Amateurs marcaron una época en Asturias y formaron parte de
una escena en España que se adelantó a lo que sería la explosión
indie de principios de los noventa. Veinticinco años después,
apenas quedan restos de su obra ni nadie ha tenido a bien recuperar
sus tres álbumes ni tan siquiera pudieron permitirse el lujo de
marcarse una reunión para celebrar algún tipo de aniversario.
El
mundo de los creadores y, sobre todo, de los pioneros es así:
muchos, anticipándose a su tiempo, obtienen como recompensa el
silencio, el vacío, la incomprensión. El malditismo menos buscado.
La mítica menos querida. Pienso en mis queridos Feedbacks,
ninguneados en Asturias con una insistencia tan pertinaz que me
asombro de que hayan podido publicar siete álbumes en veinticinco
años de existencia y algunos no se hayan enterado todavía. Poco
importa pues son reconocidos como se merecen más allá del Pajares,
pero siempre queda esa espina de ser invisibles para los tuyos.
Supongo
que son los peajes a pagar por ir a tu bola, por no preocuparte de
las relaciones públicas y sí de trabajar en tus creaciones, además
de buscar una proyección más allá de Asturias. Aquí, algunos,
siguen mirándose al ombligo creyéndose los mejores, exprimiendo
hasta resecarlo el mínimo circuito local y sacando el brillo a
estatuillas huecas.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" en el suplemento "El Comercio de Oviedo" el domingo 17 de enero de 2016