Crónicas de Vestuario. -
“Vuelta al infierno del Arcángel”
Hay
lugares, hay situaciones, hay personas que, se haga lo que se haga,
quedan marcadas por la fatalidad. Regresaba el conjunto azul al
inicio del periplo más horrendo de su historia, al campo donde se
plasmó un descenso que luego se transformaría en una segunda
claudicación y que llevó al Real Oviedo a unas catacumbas que todos
quisiéramos olvidar. Un infierno que pocos mencionaron en los
prolegómenos, aquella triste tarde de junio de 2003 donde los azules
comenzaron una penitencia inmerecida, un período de tormentas, de
guerra civil, de bajezas y de heroicidades, de contrastes sólo
definibles como pasión en todos sus extremos. En los buenos y en los
malos.
El
Arcángel es un escenario infernal para el oviedismo, donde podría
levantarse una segunda estatua al Ángel Caído, como la que se erige
en el Parque del Retiro, cerca de la magnífica rosaleda donde se
pueden disfrutar todos los colores de la naturaleza representados en
unos deliciosos rosales. Las rosas azules representan confianza,
afecto, fidelidad y reserva, aunque también se pueden regalar a esa
persona única, especial e imprescindible, además de revelar como
alguien misterioso a quien las regala... Y un misterio grande, muy
grande, es cómo el Real Oviedo dejó escapar vivo a un Córdoba que
será líder pero que no mostró nada reseñable excepto en sus dos
remates -el segundo en un clamoroso fuera de juego- para justificar
su posición en la tabla.
El
once de Sergio Egea llegó al partido indolente y despistado, en una
situación que se ha repetido demasiadas veces esta temporada y sobre
la que debería de haber un toque de atención por parte del cuerpo
técnico. El choque se tiró en esos minutos y de poco sirvió llevar
el mando en el resto, con dos goles abajo, con líneas muy separadas
y con jugadores contemplando la luna de Valencia en la noche
cordobesa de patios decorados. Un infierno del que nadie quiso hablar
y que revivió frente a un conjunto verdiblanco mediocre y que
encontró en el desastroso trencilla cántabro Arias López al aliado
perfecto para finiquitar un increíble resultado a la vista de sus
nulos méritos. Cuando se choca contra un juez que detiene un
contraataque de los visitantes ante la caída de un contrario -Víctor
Pérez- que permaneció en el suelo mientras sus propios compañeros
seguían el ataque sin tirar el balón fuera, descubres que todo está
perdido. Sólo queda retrotraerse al doble fuera de juego del segundo
gol de los andaluces y saber que en el infierno del Arcángel sólo
tocaba penar una vez más, doce años y medio después.
MANOLO
D. ABAD
Foto: J.L.G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el 30 de noviembre de 2015