Vetusta Blues. –
“Duros a cuatro pesetas”
En estos
tiempos del euro, de la globalización, del “Espacio Schengen”
–finiquitado hace poquito gracias a esos atentados contra nuestra
libertad y modo de vida- también aparecen nuevas figuras dignas de
ser reseñadas: los milagreros. Que una empresa titubea, que algo
falla, aparece un conseguidor, alguien que te va a solucionar los
problemas con un chasquido de dedos. Una especie de genio de la
lámpara que va a arreglar todos los desaguisados previos, que va a
obrar el milagro para convencer hasta al más descreído. Y no, no es
cuestión de perder la fe en los milagros. El tema es no creer a
quien viene con la fórmula mágica de solución de problemas
profundos. Todo esto al hilo de la salvación del último reducto de
la megalomanía del régimen que hizo y deshizo en Oviedo durante
veinticuatro años en la ciudad: el Asturcón. Según sus creadores,
el centro hípico más importante del mundo. Ni Nueva York, oiga. En
realidad, un vertedero de millones de euros de todos los ovetenses
que han padecido una presión fiscal inaudita para mantener una
inadmisible megalomanía. Los cuatro beneficiados por el delirio,
encantados, claro. El resto, en una ciudad sin piscinas municipales,
sin casi ningún servicio público al ciudadano de a pie, pensando en
trocear la carne de los caballitos y comérsela. Y discúlpenme el
exabrupto. Aunque los beneficios de la carne de potro están
autentificados. Los del Asturcón, millones de euros para una nadería
impúdica para una élite, no. No y no y no, lo de la equinoterapia
está muy bien, pero, ¿cuántos otros colectivos desfavorecidos
podrían apañarse con la mitad del dinero destinado a la megalomanía
del Asturcón?
Según
parece hay solución a uno de los múltiples marrones que el régimen
anterior -el de veinticuatro años repartiendo favores a muchos de
los que ahora levantan la voz- dejó bien sembrado en el suelo de la
ciudad. Hasta ha trascendido que un jeque quiere hacerse con el
complejo megalómano único en el mundo. ¡Mucho ojo con esto! No hay
duros a cuatro pesetas. Piensen en estos jeques, como el que se ha
hecho con el Málaga de fútbol, de nombre Abdullah Bin Nasser Al
Thani. En el verano de 2010 aterrizó, con todo su boato, en la Costa
del Sol, y se hizo con el club de fútbol. Pagó treinta millones de
euros. Invirtió ciento treinta y siete. Llegaron Van Nistelrooy,
Cazorla, Demichelis, Joaquín, Isco,… nombres y nombres. La
orquesta la dirigió Manuel “El Ingeniero” Pellegrini, procedente
del Real Madrid. Se clasificaron para la Liga de Campeones en 2012.
Tres años después, el jeque no ha puesto un euro más. Ha
esquilmado la cantera del equipo. Ha recuperado mucho más dinero del
invertido en traspasos, aunque, en realidad, el fondo de todo era
conseguir el proyecto de ampliación del puerto deportivo de La
Bajadilla en Marbella y la construcción de una zona comercial por un
valor aproximado de unos cien millones de euros… Dio en duro y el
equipo blanquiazul agoniza en el fondo de la tabla de Primera
totalmente desmantelado hoy. Tomen nota.
Algo
habrá en Oviedo que llama la atención de codiciosos y timadores de
toda especie. Algo que desde el gobierno del Principado –siempre
tan pendiente de Gijón y tan poco atento a la capital- no han visto:
un momento fundamental para que la ciudad se pueda cambiar a partir
de espacios transformables como la Fábrica de Gas, el antiguo Huca y
la Fábrica de Armas. La ceguera de Javier Fernández –tan cómodo
en “su” Somió- y la visión de oportunistas parecen abocarnos a
un nuevo desastre en esa palabra que sólo la escucharán –al
referirse a Oviedo- en los gijoneses: la capital. Que, a fin de
cuentas, es (o debería ser) la de todos los asturianos.
MANOLOD.
ABAD
Publicado en el diario "El Comercio el miércoles 2 de diciembre de 2015