domingo, 8 de mayo de 2016

Clásico de clásicos

Vinilo Azul. -

Clásico de clásicos”


Los años nos han mostrado múltiples caras de la noche en Oviedo. Sin embargo, hay una que permanece impasible a los tiempos: el Diario Roma. Celebra el emblemático local la treintena en un estado de forma inmarchitable, como ese clásico de la noche ovetense que es. Su nocturnidad nos devuelve a otros tiempos y, a la vez, nos conserva perdurables frente al paso de los años. Los Doors, AC/ DC, Motorhead o los Stones seguirán sonando cada sábado en la lista de un siempre impertérrito Salgado, que te saluda desde el otro lado de la barra para reforzar la convicción de que el viaje ha merecido la pena, que has escogido la vía correcta cuando el cruce de caminos te planteó un millón de dudas hace ya muchos años. Solo su gesto ya vale por treinta mil palmadas en la espalda de cualquier otro. Si hay la posibilidad de que el local no esté abarrotado, Salgado podrá sorprenderte con su conversación, con un brindis -bebo el mismo cava que él cuando la ocasión lo requiere- o, simplemente, ver cómo se esmera en que suenen los Twilight Singers o Mark Lanegan y te hará plantearte todo lo que pudo haber sido y no fue en estos treinta años de recta travesía en torcidas aguas.

Salgado es un superviviente y el Diario Roma el clásico de la noche rockera ovetense. Mi buen amigo Jorge Alonso me insiste, recordando un artículo suyo en EL COMERCIO que tuvo réplica en esta misma columna: “¿Ves? Este es el Oviedo rockero al que me refería. Clásico e irreductible”. Juanjo Cima -artífice del Vinoteo y un montón de excitantes aventuras gastronómicas más- nos convida a unas cervezas. Está desatado y Alonso flipa cuando le cuenta que ha visto ¡treinta y nueve veces! a Eric Clapton. Me mira y me vuelve a preguntar: “¿de verdad que...?”. Río, mientras el de Lugones me abraza y me grita al oído. Sí. Es un sábado más en el Diario Roma. Hay gente pero no te encuentras como en otros locales donde cada empujón es una disputa para que un niñato (o, peor aún, un ajado ex-niñato) se exhiba ante la amante ocasional de turno con una música perrera y en medio de un mar de seres que no quieren ser humanos, mientras, lo más seguro, su mujer esté en casa cuidando de la prole. Aquí, sí, hay clásicos, pero de la resistencia. La vital, como la del propio Salgado o la de quien les escribe; la de los que han decidido su propio camino contra viento y marea, al margen de los dictámenes que marcaba aquella tremenda canción de los Godfathers “Birth, school, work, dead”. Todo ello siendo unos clásicos auténticos, sin variar el gesto de duros, de los duros que han encarado las bofetadas de la vida con el rostro imperturbable de un héroe del spaguetti-western.

Sí, en esta diversidad encontramos las nuevas sensaciones de locales recientes que nos animan la vida como la Lata de Zinc, La Salvaje, el Sol y Sombra, el Serie B o el Fauno que, progresivamente, van tomando el relevo nocturno de la ciudad. Pero, siempre, como un viejo amigo al que no cultivamos lo suficiente, es un placer recogerse, recorrer viejos pasos y darse una vuelta, a brindar por los treinta años del Diario Roma, por la resistencia en ese terreno pantanoso que es la noche -más aún si es en pleno casco antiguo- y brindar con Salgado y todo su equipo por esos “buenos tiempos” que el grupo madrileño La Frontera cantó que volverían algún día. Felicidades por esos treinta años, clasicazos.

MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 8 de mayo de 2016