Crónicas de Vestuario. -
“Vuelo en amarillo”
Al
Real Oviedo parece que le va el color amarillo en esta temporada.
Tanto a favor como en contra, esos colores han estado presentes en
las dos victorias encadenadas de los de Sergio Egea, que logran
auparse así a posiciones de relevancia. La “maldición del
amarillo” a la que se encomienda la gente del teatro proviene de la
muerte del gran autor Jean-Baptiste Molière en plena representación
de “El enfermo imaginario” que se produjo vistiendo esos colores.
Nada de yuyus para el conjunto azul que, espoleado por las estupendas
sensaciones de la épica confrontación copera ante el Mirandés,
salió al campo dispuesto a ofrecer sus mejores virtudes.
Es
el Alcorcón de Muñiz un cuadro ordenado, pegajoso, excesivamente
precavido y al que la imaginación y pegada en ataque de un equipo
como el Real Oviedo hace daño. La jugada del gol de Toché -un
cazagoles que huele las opciones de peligro como los grandes
depredadores del área- es una de esas situaciones de rebote en
segunda opción en las que los onces predecibles, trabajados en un
minucioso (y, a veces, demasiado encorsetado) trabajo táctico acaban
por deshacerse. El partido se tornó cómodo para los de Egea, aunque
en los últimos minutos del primer acto comenzaron los clásicos
titubeos e indecisiones que obligaron a Esteban a mostrar su gran
categoría.
Para
la segunda mitad, el entrenador asturiano del Alcorcón dio a entrada
a Collantes, un extremo, con la idea de dar mayor profundidad a un
equipo demasiado previsible en sus acciones. El choque se abrió,
pero fueron los azules los que se aprovecharon de ello en primera
instancia: un magnífico centro de un Koné que sigue mostrando unas
condiciones estupendas para enriquecer el juego oviedista, lo volvió
a aprovechar el ex de Panathinaikos y Deportivo Toché para marcar su
cuarto tanto en esta temporada. Los amarillos trataron de encerrar a
unos ovetenses que se fueron echando hacia atrás y permitieron que
Fernando Román llevase a gol un gran testarazo. El mismo Román a
punto estuvo de cambiar el signo del partido, con un remate al
larguero con uno de los dos balones que pululaban por la cancha, en
otra indecisión más de otro torpe trencilla, un muy desafortunado
Eiriz Mata. Nos acordamos de Molière y el amarillo y las muchas
maldiciones que pesaron sobre el Real Oviedo en estos pasados años.
Pero no, otra asistencia de Susaeta fue rematada a gol con claridad
por un Cristian Rivera cada vez más asentado para bien de los
azules. El postrero tanto, ya con el añadido terminado, de David
Rodríguez debe servir como aviso para no perder en ningún momento
la concentración.
Lograr
un fortín en casa, con la indispensable comunión con el público
ovetense, debe ser la base para construir y volar alto. El Desarme de
un grupo sólido como el Alcorcón al que el conjunto de Sergio Egea
anotó la mitad de los goles que llevaba encajados en las ocho
jornadas anteriores debe servir para creer y seguir sumando.
MANOLO
D. ABAD
Reportaje fotográfico: J.L.G.FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 18 de octubre de 2015