Vetusta Blues. -
“El
Cartel”
Aunque estemos en 2015 hay actitudes y circunstancias que no le dejan
a uno de sorprender. Términos que nos devuelven a unos tiempos que
ya creíamos superados, pero que regresan, circulares como un
pesadillesco bucle, de vez en cuando, para recordarnos que siguen
ahí, adheridos como un musgo nocivo en las mentes de muchos. Sin
embargo, persisten como una mala digestión.
Resulta que, dentro de unos días, habrá una representación en la
ciudad de un espectáculo que retoma el cabaret, el café-teatro más
canallesco y que decidieron anunciarlo por todo lo alto con la imagen
de una mujer mostrando sus esplendorosas piernas abiertas de par en
par. Seguro que lo habrán visto. O, quizás, oído vía quien se
haya fijado en los susodichos carteles. Hasta aquí, todo normal. Uno
puso la vista en la imagen de las magníficas extremidades de la
mujer, casi distraídamente, pensando que son esa parte del cuerpo
donde un cirujano tiene poco que hacer...
Lo peor vino cuando llegaron las protestas de “los de siempre”,
esta vez con la coartada de un presunto peligro hacia la infancia.
Estamos en 2015, repito. Esos, tan preocupados por la salud de los
niños y por su educación, quizás sean los que los tienen
despiertos, correteando por las terrazas donde ellos y ellas se toman
algo hasta altas horas de la madrugada. O quizás sean los que
justifiquen las bestiales ingestas de alcohol de esos mismos niños,
privados del necesario sueño unos años antes(se ha demostrado que
el crecimiento físico y mental depende de un adecuado descanso en
edad infantil), cuando alcanzan la preadolescencia. O esos que dejan
a los pequeños sueltos por esas mismas terrazas sin preocuparse de
que crucen la calle sin control en zonas donde no existen semáforos
para controlar el tráfico. O los que echan la culpa (y el peso de la
educación de sus hijos) sobre los docentes cuando les consienten
absolutamente todo si no los desautorizan cuando toman una medida
dura. No, hombre, no, lo más alarmante es que sus pequeños observen
dos espléndidas piernas en un cartel.
Uno, que se crió de pequeño en la etapa de la Transición, se
fijaba en los anuncios de aquellas películas clasificadas “s”,
films eróticos que hicieron furor en España a finales de los 70 y
principios de los 80, en la prensa o en los cines y no sólo no ha
tenido ningún trauma sino que ha sabido afrontar con total
naturalidad todo lo referente al sexo. Veíamos las portadas de los
kioscos con revistas como el “Lib” o los mismos “Interviú” y
aprendíamos a no acomplejarnos. Ni de nuestros cuerpos ni de
nuestros deseos y fantasías ni, por supuesto, de nuestra incipiente
sexualidad. Puritanismo, censura, no son más que cortapisas
capadoras de una libertad que se debe aprender desde niño. Sin que
eso suponga, en modo alguno, menoscabo de los valores educacionales
-estos sí que se pierden con alarmante rapidez- que son la base de
toda formación humana. No vengan a echar la culpa ahora a un cartel
de una mujer espectacular y de sus dos hermosas piernas. Menos
hipocresía y más cultura y educación de una puñetera vez. Aunque
parezca increíble, estamos, sí, en 2015.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 10 de octubre de 2015