Vinilo Azul. –
“Cosas que hacer para sobrevivir a San Mateo”
Amo a mi
ciudad, Oviedo. Aquí nací, aquí me he empeñado en vivir. Aquí
llegará el día de morir. Pero no en San Mateo, no en las fiestas de
San Mateo, mis queridos conciudadanos. Y eso que si nos adentramos en
el recinto ferial es como si hubiéramos tomado el Delorean de
“Regreso al futuro” y nos hubiéramos dirigido al pasado de
cabeza. Esa programación musical de la plaza de la Catedral, un
verdadero y lamentable “dejà vu” para los supuestos
todos-los-públicos que ya no existen ni en esta ciudad ni en ningún
otro punto de la Península. Los que viven en el pasado y se dedican
a programar sin ton ni son, con un pie en lo supuestamente más
vendido y otro en lo “popular” nos sorprenden con su vanguardismo
para traernos, ¡tachán! en rigurosa exclusiva al Dúo Dinámico, a
Carlos Jean o a Hevia.
Mejor
emigrar, ¿no? Largarse a cualquier festival de esos que se
criticaban hace años y hoy son los que consiguen llenar esas grandes
multitudes que jamás volverá a alcanzar a atraer ningún “artista”.
El gran e inigualable Alejandro Sanz, que nos ha torturado con su
extrema mediocridad durante décadas y que ha vuelto por una dudosa
puerta grande, consiguió el… ¡ejem! récord de meter a escasas
–no llegaron a…, vamos- cinco mil personas en la vecina Gijón. Y
estos son los que se reían de las treinta y cinco mil durante cada
día de un finde en Benicàssim. Pero ahí siguen, luciendo el
palmito, en su Delorean de camino de regreso a 1990 con un nuevo
disfraz.
Querría
sobrevivir con esas actuaciones minoritarias tan bien resueltas en la
plaza del Paraguas los dos años pasados. Gentes “minoritarias”
(¿quién no lo es hoy en este mundo globalizado?) pero de gran
calidad como los deliciosos Peralta, los siempre contagiosos
Blues´N´Decker o el profundo Nacho García. Pequeños ejemplos de
lo que vimos en un coqueto escenario, un lujo que la población
musicómana de Oviedo se merece. Pero no, había que renovar las
verbenas y nos fuimos a ninguna parte. ¿A ninguna parte? Aún nos
quedaba el Concurso de Rock en la plaza de Feijoo, pero ahí hay más
bien pocos invitados que merezca la pena ver. Esperaremos a mejor
ocasión para encontrar calidad y respeto al público. No falté a
Johnny Penicilina y los Frixuelos Eléctricos, eso sí. Dejarse los
tímpanos a estas alturas en morralla es un lujo que ya no nos
podemos permitir.
¿Cómo
sobrevivir a San Mateo? Nos queda refugiarnos en algún chiringuito
por semana y disfrutar de la paz de los bares nocturnos habituales
cuando el ambiente o eso que llaman “ambiente” (los empujones,
las masas aborregadas sin destino determinado, casi como zombies) se
dirigen en las fechas cumbre a los supuestos puntos álgidos.
Sobreviviremos
soñando en que en el próximo San Mateo desaparezcan todos aquellos
que contribuyen, con su total inutilidad prepotencia programadora, a
hacer de estas fiestas las de cualquier pueblo cutre de la piel de
toro.
MANOLO
D. ABAD
Foto: ELOY BELTENÉ
Publicado en el suplemento del diario "El Comercio", "El Comercio de Oviedo", el domingo 13 de septiembre de 2015