Crónicas
de Vestuario. -
“Síntomas
inquietantes”
Afrontaba
el Real Oviedo su tercer encuentro de esta larga Liga con la
necesidad de una victoria, de ser respaldado todo un trabajo previo y
de alcanzar un objetivo que debía ser traducido en puntos. Puntos
son amores y no buenas razones, casi podríamos afirmar en una nueva
versión del refrán.Y
el once azul se marcó la tarea de definir el partido en goles. Que,
se diga lo que se diga, son la palmaria realidad de este juego.
Sin
embargo, quedarse en esa superficie de goles y éxitos sería tonto
dado lo que mostraron los azules en el partido ante un rival como el
Albacete, que, como me decía el gran Armando Álvarez -comentarista
de RPA- nunca le perdió la cara al partido. Los de Sergio Egea se
encontraron -a diferencia de la jornada anterior ante el Alavés- con
todo de cara. Pero no supieron amortizar la bendición de la suerte y
jamás mandaron en el partido. Sin ritmo, sin poder, sin apenas
intención, los azules navegaron a la deriva de los deseos de un
queso mecánico sin apenas pólvora. Esa fue la que salvó al Real
Oviedo, aunque los síntomas sean preocupantes. No sabemos qué ha
pasado con las bandas, pero están prácticamente desaparecidas a
nivel ofensivo. Apenas hay esas combinaciones donde Susaeta, Héctor
Font o Borja Valle se lucían. Contamos con un jugador como Pablo
Hervías que se soltaría en cuanto le ofreciesen un balón potable
para penetrar todo tipo de defensas. Pero no, el equipo azul sigue
dominando la pelota con una lentitud desesperante, sin mandar en el
tiempo ni cerrar partidos como el de este domingo que se pusieron tan
de cara.
Los
manchegos, sin mostrar nada del otro jueves, sí consiguieron crear
algunos peligros ante la dubitativa defensa azul -afortunadamente
regresó David Fernández para que la pausa, el orden y el control
regresaran- que no llegaron a más dado el ínfimo nivel ofensivo de
los albaceteños.
Llegados
a este punto, lo mejor son los puntos conseguidos. También la fuerza
para golpear con goles a los contrarios. En el debe, la ausencia de
una seguridad en defensa, donde -vuelvo a repetir- la presencia
sensata de David Fernández es un capital impagable, y el carecer de
un mando en el medio del campo con el que controlar los partidos.
Éste nos fue favorable, pero llegarán días a la contra donde habrá
que reinventarse y buscar otras opciones. La velocidad sí que parece
que los jugadores azules han sido capaces de abordarla, algo
fundamental en esta categoría.
Cierto
es que resulta complicado adaptarse a una nueva división tras haber
sido gallito y campeón, pero también lo es que de grandes es saber
corregir defectos para brillar. Los ovetenses de Sergio Egea han de
demostrar mucho -y esa presión bien que se encargan de aplicarla
todos los entrenadores rivales- pero deberían mantener la cabeza
fría y, sobre todo, mostrar su personalidad. A pesar del 3 a 1, poco
vimos de lo deseado en el cuadro azul. Y lo esperamos. Y será
necesario para que esta travesía en Segunda discurra sin más
turbulencias de las precisas.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 7 de septiembre de 2015