domingo, 30 de agosto de 2015

"La grandeza de unos tipos normales"

 

Vinilo Azul. –

La grandeza de unos tipos normales”


A pesar de veinte años de carrera musical impecable y recta, de haber publicado siete álbumes, de llegar a ser versionados por una banda americana, de tener fans por todo el planeta, la existencia de los Feedbacks en su tierra pasa desapercibida excepto para un pequeño número de escogidos. Mal habla de la escena rock asturiana que una banda del talento y la dedicación de los Feedbacks sea persistentemente ignorada por la mayoría de medios, mientras todo tipo de advenedizos, oportunistas y mediocres encuentran su lugar bajo los focos.

Quizás sea esa discreción de quien prefiere hacer realidad sus creaciones en vez de pasarse el tiempo en la barra del bar o peloteando a algún que otro periodistuqui o, incluso, a algún político con posibles. Quién sabe si buscarse buenas amistades entre algún que otro promotor es más rentable que tratar de conseguir un repertorio sólido y una carrera repleta de buenos trabajos y canciones inolvidables, aunque para la mayoría ni tan siquiera existan.

Un 3 de noviembre de 1995 les vi en concierto por primera vez y, ya entonces, me atraparon. Presentaban aquel día en el legendario bar ovetense Monster –hoy reciclado en el Solysombra- su primer EP de tres canciones “The chords are the same”, ya con un Paco Loco a los mandos técnicos que, prácticamente, no les ha abandonado a lo largo de su dilatada y rica carrera. En estos veinte años han ido puliendo su estilo, del original power-pop y punk-pop de sus inicios donde, además de varios singles y EPs, firmaron tres álbumes de referencia para los fieles amantes del estilo que dicen bautizó Pete Townsend como síntesis de la aceleración de la clásica melodía pop reforzada por la fiereza del ritmo del rock´n´roll: “Ready, steady, bang” (No Tomorrow, 1996), “Speedway” (Rock Indiana, 1999) y “Nothing a little pop won´t cure” (Rock Indiana, 2002).

Poco a poco, el cuarteto originario de Turón comenzó a virar hacia el rock americano de guitarras, que es donde ya están alcanzando unas cotas de maestría como las que alumbran su nuevo y más reciente trabajo, su séptimo álbum “Skyway Blvd.” (Pretty Olivia, junio 2015), una magnífica colección de canciones redondas y diversas, que deberían transformar el pertinaz olvido con que se les trata en Asturias en la admiración que recogen en el resto de la Península. Si con “My own revolution” (Rock Indiana, 2005), “Sunday morning record” (Rock Indiana, 2006) y “Give a tree your name” (Rock Indiana, 2011) demostraban que su giro era sincero, más acorde con los años cumplidos, pero repleto de fuerza y, sobre todo, de esa honestidad de quien ama aquello que crea y no piensa en futuros réditos, con este séptimo trabajo (¿cuántos pueden presumir de llegar a un séptimo álbum ganando con cada canción, manteniendo ilusión, entusiasmo y sensibilidad?) consiguen graduarse en lo más alto del magisterio rock. Sin altisonancias, con el toque exacto para que cada canción resulte única y, al tiempo, propia. Con mucha magia y más precisión que nunca. 

En estos tiempos de exhibicionismos vacuos, de bluffs insoportables, de personajes que se creen la encarnación de la verdad, de toda una galería de los horrores formada por oportunistas de diverso pelaje, vividores a los que se les ha pasado el arroz y mendaces incompetentes refugiados en bandas-tributo para explotar los últimos céntimos con los que timar al primer ignorante –con mando en plaza, claro- que se les ponga en su camino, da gusto encontrarse con los hermanos Adolfo y Carlos García, Javi Cimadevilla y el siempre enorme Pibli González marcándose esta maravillosa lección de rock, de pervivencia, de tenaz honestidad. 

MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" en su suplemento "El Comercio de Oviedo" el domingo 30 de agosto de 2015