Vinilo Azul. –
“La grandeza de unos tipos normales”
A pesar
de veinte años de carrera musical impecable y recta, de haber
publicado siete álbumes, de llegar a ser versionados por una banda
americana, de tener fans por todo el planeta, la existencia de los
Feedbacks en su tierra pasa desapercibida excepto para un pequeño
número de escogidos. Mal habla de la escena rock asturiana que una
banda del talento y la dedicación de los Feedbacks sea
persistentemente ignorada por la mayoría de medios, mientras todo
tipo de advenedizos, oportunistas y mediocres encuentran su lugar
bajo los focos.
Quizás
sea esa discreción de quien prefiere hacer realidad sus creaciones
en vez de pasarse el tiempo en la barra del bar o peloteando a algún
que otro periodistuqui o, incluso, a algún político con posibles.
Quién sabe si buscarse buenas amistades entre algún que otro
promotor es más rentable que tratar de conseguir un repertorio
sólido y una carrera repleta de buenos trabajos y canciones
inolvidables, aunque para la mayoría ni tan siquiera existan.
Un 3 de
noviembre de 1995 les vi en concierto por primera vez y, ya entonces,
me atraparon. Presentaban aquel día en el legendario bar ovetense
Monster –hoy reciclado en el Solysombra- su primer EP de tres
canciones “The chords are the same”, ya con un Paco Loco a los
mandos técnicos que, prácticamente, no les ha abandonado a lo largo
de su dilatada y rica carrera. En estos veinte años han ido puliendo
su estilo, del original power-pop y punk-pop de sus inicios donde,
además de varios singles y EPs, firmaron tres álbumes de referencia
para los fieles amantes del estilo que dicen bautizó Pete Townsend
como síntesis de la aceleración de la clásica melodía pop
reforzada por la fiereza del ritmo del rock´n´roll: “Ready,
steady, bang” (No Tomorrow, 1996), “Speedway” (Rock Indiana,
1999) y “Nothing a little pop won´t cure” (Rock Indiana, 2002).
Poco a
poco, el cuarteto originario de Turón comenzó a virar hacia el rock
americano de guitarras, que es donde ya están alcanzando unas cotas
de maestría como las que alumbran su nuevo y más reciente trabajo,
su séptimo álbum “Skyway Blvd.” (Pretty Olivia, junio 2015),
una magnífica colección de canciones redondas y diversas, que
deberían transformar el pertinaz olvido con que se les trata en
Asturias en la admiración que recogen en el resto de la Península.
Si con “My own revolution” (Rock Indiana, 2005), “Sunday
morning record” (Rock Indiana, 2006) y “Give a tree your name”
(Rock Indiana, 2011) demostraban que su giro era sincero, más acorde
con los años cumplidos, pero repleto de fuerza y, sobre todo, de esa
honestidad de quien ama aquello que crea y no piensa en futuros
réditos, con este séptimo trabajo (¿cuántos pueden presumir de
llegar a un séptimo álbum ganando con cada canción, manteniendo
ilusión, entusiasmo y sensibilidad?) consiguen graduarse en lo más
alto del magisterio rock. Sin altisonancias, con el toque exacto para
que cada canción resulte única y, al tiempo, propia. Con mucha
magia y más precisión que nunca.
En estos
tiempos de exhibicionismos vacuos, de bluffs insoportables, de
personajes que se creen la encarnación de la verdad, de toda una
galería de los horrores formada por oportunistas de diverso pelaje,
vividores a los que se les ha pasado el arroz y mendaces
incompetentes refugiados en bandas-tributo para explotar los últimos
céntimos con los que timar al primer ignorante –con mando en
plaza, claro- que se les ponga en su camino, da gusto encontrarse con
los hermanos Adolfo y Carlos García, Javi Cimadevilla y el siempre
enorme Pibli González marcándose esta maravillosa lección de rock,
de pervivencia, de tenaz honestidad.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" en su suplemento "El Comercio de Oviedo" el domingo 30 de agosto de 2015