“Remando contra corriente”
Volvía el Real Oviedo a la Segunda División y daba gusto contemplar
el ambiente en las gradas en ese regreso. Va a ser una temporada
larga y dura, en la que conviene tener mucha paciencia y no lanzar
nunca las campanas al vuelo ni, lo contrario, caer en la desazón.
Cuarenta y dos son demasiados partidos, veintidós son muchos
conjuntos y ya se ha visto en anteriores campañas cómo equipos que
partían como favoritos terminaban luchando por salvarse del descenso
y, a la inversa, otros por los que nadie daba un duro, se
encaramaban a lo más alto. Habrá que esperar, como siempre -pero
más acentuado aún en esta Segunda de veintidós equipos- al primer
tercio de calendario para ver con una mínima aproximación real
quiénes son los cuadros a considerar como gallitos.
El Lugo se había empeñado en las declaraciones previas en otorgar
favoritismo al conjunto azul, una burda -por manida- manera de echar
responsabilidad a los recién llegados y ver si se podía nadar a
favor y pescar algo. Lo consiguió pronto con Carlos Pita en un
monumental chutazo en el catorce. Una falta lanzada por Susaeta fue,
una vez más, la llave para el gol de la igualada. En esta ocasión,
Jonathan Vila peinó el balón con su coronilla, con ese peculiar
movimiento que patentara durante muchas temporadas -entre 1970 y
1981- el alicantino Juan Manuel Asensi con el Barça. El Real Oviedo
asumió sus virtudes y buscó el juego por alto y a balón parado.
Borja Gómez remataría al palo en el 32, pero tuvo la réplica en
Pablo Caballero que cebeceó a bocajarro para que Esteban sacase una
grandiosa mano. La primera parte se había ido con un once azul
tenso, poco lúcido en defensa, empujado por Pablo Hervías en las
bandas y con el resto tratando de encontrarse en la incómoda
situación de remar contra corriente.
Salió el Real Oviedo lanzado en unos agobiantes primeros diez
minutos donde cercó al Lugo, pero fueron éstos en el doce, tras un
centro de David Ferreiro, los que se encontraron con un afortunado
remate de Caballero dentro del área pequeña, que entró con lento y
desesperante paso. Paradójicamente, los azules no sólo no se
hundieron sino que se adueñaron del balón y comenzaron a crear
peligro a través de un Linares que salió de su prolongado letargo.
Y brilló el aragonés: primero con un remate al larguero tras pase
de Font, luego con un remate de cabeza que se colaba a gol cuando
Carlos Pita lo sacó y, finalmente, a la tercera llegaría el tanto
tras una espléndida jugada colectiva azul. Luego sería el momento
del portero lucense José Juan, que se lució ante Borja Valle y el
debut de Cervero para intentar un milagro que se mascó en el tramo
final.
En una Liga tan larga, cada punto es un triunfo; no caer en propio
campo, básico; y saber reaccionar ante las adversidades con
creatividad y gol, esencial. Como bien resumió el poeta latino
Horacio: “En los contratiempos, sobre todo, es donde conocemos
todos nuestros recursos para hacer uso de ellos”. Esperemos que no
siempre haya que remar contra corriente como en esta tarde de agosto.
MANOLO D. ABAD
Fotos: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS
Fotos: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS