Crónicas de Vestuario. -
“La maldición de la Pantera Rosa”
Salieron
de “rosa Hummel” los jugadores del Real Oviedo a un estadio donde
las sensaciones nunca han sido buenas como Mendizorroza y un equipo
que, en las pocas veces donde ha habido cruce, nunca nos ha entregado
algo de eso que llamamos buen rollo. Ellos subían, nosotros bajamos
y los encuentros en ese ascensor tampoco dejaban más que malos
recuerdos. Disfrazados con el imposible “rosa Hummel”, los azules
mostraron la peor de las peores versiones en años ante un rival que
fue una nadería, pero supo aprovechar todas y cada una de las
tonterías que perpetraron con estúpida mano, con la torpeza del
Inspector Clouseau en defensa, para alegrar la vista a unos
vitorianos que no son nada del otro jueves.
El
caos azul, perdón, rosa en el primer cuarto de hora permitió
adelantarse a los blanquiazules con la facilidad de un alevín.
Desastrosa toda la defensa, marcándose momentos de absoluto
desconcierto, en una versión que ni se recordaba en la Tercera
División. José Fernández, lateral derecho de campanillas, nos hizo
recordar a Nacho López y Diegui Johanesson. Incluso preguntarnos el
porqué de su fichaje. En el puesto de central, otro caos, con un
Verdés cubriendo a su compañero Borja Gómez (¡hasta cuatro rosas
juntos!) y dejando libre al veteranísimo Pelegrín en un remate a
placer ante un batido Esteban en amarillo, que poco pudo hacer ante
semajante dislate.
Pésima
primera parte de los rosas, horror en rosa, deslavazados, sin ser
capaces de marcar el tempo ante un voluntarioso -y nada más- equipo
vasco. La impresión, pésima y preocupante. El doble pivote era
incapaz de crear nada, de ensamblar un pase y la debilidad defensiva
quedaba demostrada con contínuos desajustes para placer de un
conjunto sin muchos argumentos que se encontraba una autopista donde
hacer daño.
Los
intentos por cambiar las cosas, a través de dos cambios ( Borja
Valle y el incisivo y prometedor Aguirre en lugar de Héctor Font y
un oscuro Jonathan Vila) se diluyeron pronto ante el orden vasco,
quizás la única virtud destacable de los blanquiazules, pero básica
para manejarse en las aguas turbias de la Segunda División. Sin
enganche en la delantera, inexistentes en la creación e inseguros en
la defensa, los rosas -por favor, nunca más ese horripilante rosa-
marcaron los honores de un verdadero dislate que ni Peter Sellers
interpretando al Inspector Clouseau. Esperemos que no venga Blake
Edwards a retratar esta gran tragicomedia que los oviedistas
escenificaron con torcidos renglones y peor letra. Aún queda mucho
tiempo para reparar este esperpento cuajado en un escenario poco
afín. El equipo azul (ayer, rosa) debería recuperar seriedad
defensiva, creatividad ofensiva e incisiva puntería para superar a
lo que hemos visto hoy, que, de repetirse, nos mandaría directos, de
vuelta, al camino de ese infierno que ha habido que padecer en esta
última generacion.
Que
no se repita: ni el rosa torpe ni el desastre completo que tuvimos
que padecer con estoica estampa (desde luego, en azul, no en rosa
Hummel).
MANOLO
D. ABAD
Foto: J.L.G.FIERROS
Foto: J.L.G.FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 31 de agosto de 2015