sábado, 30 de agosto de 2014
Las tres desaparecidas
Vetusta
Blues. –
“Las
tres desaparecidas”
El regreso a la ciudad
nos devuelve las estampas de orbayu, humedad y cielos grises. Cae la noche de
final de agosto y comienza el partido de vuelta de la final de la Supercopa. El
Café Cadillac está mucho más tranquilo que en otras ocasiones futboleras,
apenas están Rafa y Julio tras la barra, mis amigos Rodrigo y Meri y un par de
personas más. Estoy rodeado de madridistas, cosa rara en un local donde
predominamos los atléticos. Por fortuna, no me toca perder esta vez, aunque las
coñas de Julio Riesgo son una constante. Presta ver el fútbol en buena
compañía, con la rivalidad bien entendida y con un ambiente estupendo más allá
de los colores de cada uno. La educación, supongo. Esa que siempre está ahí.
Esa que hace llevaderos muchos vaivenes de la vida.
Tras el partido,
tomamos el pulso de la noche en uno de los locales que sobreviven en la ciudad.
Cuando se cierran lugares donde uno se siente a gusto es como si nos quitaran
algo, y en Oviedo sin el Supernova y sin La Antigua Estación hay un vacío en
nuestras noches. Estamos en la Plaza del Paraguas y en el bar que coge el
nombre de tan singular enclave ovetense. Hemos salido a la terraza, pero está
repleta, así que nos acomodamos en las escaleras donde más gente conversa
aprovechando el tiempo favorable. Nada más lejano de esos botellones, donde la
gente establece una competición a ver quién grita más. Aquí se habla y se
escucha, todo un lujo. A mi derecha dos chicas también conversan hasta que una
se dirige a mí y me pregunta si tengo fuego. No fumo, de modo que les pregunto
a mis amigos si ellos tienen un mechero. Rodrigo me lo pasa y yo se lo hago
llegar. Transcurre un rato en el que creo que las muchachas se han olvidado de
devolvérmelo, hasta que una de las dos chicas me golpea el brazo para avisarme
y dármelo. Ni gracias ni nada. Este mundo parece haber perdido esos detalles y
se lo comento a mis amigos. Rodrigo me dice que son las “tres desaparecidas”:
hola, por favor y gracias. Pues sí, desaparecidas, perdidas. Un mundo de
maleducados, donde esas pequeñas convenciones han sido exterminadas en virtud
del empujón, de los malos modos, de la competencia llevada a los extremos más
absurdos. El mundo transformado en una completa jungla de animales donde ya no
debemos extrañarnos de nada. Lamentablemente.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 30 de agosto de 2014
viernes, 29 de agosto de 2014
miércoles, 27 de agosto de 2014
martes, 26 de agosto de 2014
lunes, 25 de agosto de 2014
Aplomo e ilusión
Crónicas de Vestuario. –
“Aplomo e ilusión”
El Real Oviedo inicia una temporada nueva llena de
esperanzas y con esa perenne ilusión por el ascenso. A la vista de lo ofrecido
por el once azul frente al filial sportinguista hay ese alimento para que la
llama del oviedismo prenda alta y orgullosa. Ya hablamos muchas veces de ese
partido ante el Sporting B que a nadie gusta y que, en los últimos tiempos, se
había saldado con balances negativos. El Real Oviedo saltó al campo con un nuevo
aire, muy vertical, con una banda derecha por donde Susaeta y Nacho López
desplegaron dinamismo y velocidad, creando el pánico en la defensa gijonesa. Ya
desde el primer minuto se vislumbró ese peligro para los rojiblancos, con una
jugada finalizada por Borja Valle que se fue por poco. En relación a la
temporada anterior, se observa a un equipo con aplomo, con confianza en sus
propias posibilidades, sin las ansias que atenazaban al conjunto ovetense en la
campaña pasada. Tras un carrusel de oportunidades, el gol acabó por llegar en
un barullo en el área tras un córner resuelto por Generelo en el minuto
cuarenta y uno de la primera parte.
Vimos una primera mitad notable, de momentos
brillantes, con un Real Oviedo que supo imponer el mando, tocar y con capacidad
para crear ocasiones claras. Faltaba la finalización, como en un espléndido
remate de Dani Bautista desde fuera del área. Conscientes de la necesidad de
vencer en su propio campo, pero también de convencer a los suyos, algo
primordial para que el objetivo pueda enganchar a una afición tan golpeada y
que tanto ha sufrido, el equipo asumió con paciencia y autoridad el reto de
vencer a un conjunto que se encerró en su campo y que buscaba dar golpes en unos
contraataques que pocas veces pudo montar.
La defensa es ese pilar sobre el que debe fundamentarse una temporada que va a ser larga
y dura pero que se abre con la mejor de las impresiones ante un rival que
tantos disgustos había dado en las últimas campañas. Esta vez, para alegría del
oviedismo, no aparecieron nuevos héroes rojiblancos como Guerrero o Jony. Fue
el momento de que lucieran muchos jugadores azules: la clase de Héctor Font
-¡menuda exquisitez de asistencia en el segundo gol!-, un Susaeta incisivo como
en sus mejores tardes, un incansable y goleador Linares, la capacidad de penetración
de Nacho López y la desenvoltura en el medio campo de Generelo y Jonathan Vila.
Este Real Oviedo da la impresión de fortaleza
mental, liderado por un auténtico jefe –Esteban- y respaldado por jugadores expertos
y acostumbrados a ser importantes. Nada de currículos de apariencia brillante y
presencias engañosas en divisiones superiores como antaño. Aquí hay material
humano y futbolístico para construir un gran equipo. Sin euforias, con la
cautela que nos marcan tantas experiencias negativas, pero sin renunciar en
absoluto a la ilusión y a la esperanza de que esta temporada sí sea azul.
MANOLO D.ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 25 de agosto de 2014
sábado, 23 de agosto de 2014
Sin cines
Vetusta Blues. –
“Sin cines”
Sí, es un signo de los tiempos, uno de los peores:
la desaparición de cines en la zona centro de la ciudad. Lanzados al estilo de
vida de gigantescos centros comerciales, de uso permanente del automóvil, de la
búsqueda de grandes espacios alejados del corazón de la ciudad, los cines
dejaron de estar al alcance del paseo y se convirtieron en macrosalas. Con el
cierre de los Multicines Brooklyn en febrero de 2007, Oviedo se quedó sin cines
en el casco urbano y con ello la pérdida de uno de los atractivos que dotan de
calidad de vida a una ciudad. Acceder a un lugar de entretenimiento sin tener
que coger el coche o no recurrir a un plan completo es un beneficio que a los
ovetenses se nos ha hurtado desde esa fecha. Si, encima, añadimos la
desaparición de la Obra Cultural de CajAstur y la ausencia de sus magníficos
ciclos de cine nos encontramos con un triste erial en detrimento del ocio de
los ovetenses.
Los más perjudicados son los aficionados al séptimo
arte de más edad. Para ellos y ellas, con sus dificultades de movilidad, el
tener que trasladarse a los macrocentros comerciales supone todo un problema.
Pero no son sólo ellos y ellas los perjudicados. Tener que montarse todo un
plan para trasladarse a disfrutar de una película, acostumbra a disuadir a
muchos cinéfilos. Recuerdo muchos domingos, tras ver al Real Oviedo en el
Tartiere, prolongar la tarde en los Clarín, los Minicines o los Brooklyn.
Curioso: todos acabaron convirtiéndose en supermercados. Pasamos de soñar en la
sala oscura a la vida misma y las necesidades básicas.
Ahora nos encerramos en casa a ver películas
grabadas de internet o renunciamos a las novedades de estreno a la espera de
que se publiquen, meses después, en dvd. Ir al cine deja de ser una alternativa
de ocio para quienes gustan de disfrutar en el centro, sin tener que recurrir
al coche. La vida cambia pero no siempre es para mejor, desde luego. Que los
cines hayan desaparecido del casco urbano supone para Oviedo una gran pérdida,
desde el punto de vista cultural y de ocio. Parece difícil que se pueda
remediar, por mucho que se hayan programado algunos –pequeños- parches desde el
Ayuntamiento. Una o varias salas en el recinto de la Fábrica de Gas quizás hubieran
podido remediarlo. Mientras, habrá que recurrir al coche, a todo un plan nada
espontáneo y salir de los cómodos límites de ese centro de la ciudad donde nos
sentimos tan a gusto.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 23 de agosto de 2014
sábado, 16 de agosto de 2014
Aquí no hay playa
Vetusta Blues. –
“Aquí no hay playa”
“Aquí no hay playa” fue el gran éxito de un grupo de
efímera fama, The Refrescos, a finales de los 80. En esa canción se hablaba de
la –evidente- ausencia de mar en la capital madrileña, algo que se podía
extender a Oviedo sin ningún problema para transformarlo en himno veraniego,
como así sería finalmente.
No soy, precisamente, un fanático de las playas,
máxime tras haber padecido un melanoma, por lo que no extraño ni añoro ese
calor sofocante, la arena metiéndose por cada rincón del cuerpo o el
insoportable gentío agobiando sin cesar. Sin embargo, en ese Oviedo de los prodigios
delirantes, de las propuestas inútiles y de los proyectos elefantiásicos hubo
un alcalde que incluyó en su programa electoral la creación en la ciudad de…
una playa. Quizás influido por el himno de los Refrescos, a principios de los
90, Gabino de Lorenzo tuvo la idea. Idea que, por fortuna y a la vista de otros
proyectos de dimensiones descomunales, costo superlativo y utilidad nula no vio
la luz. Sirva este recordatorio para que nos vayamos preparando para todo tipo
de propuestas en estas elecciones municipales para las que cada vez queda menos
tiempo y que empiezan a concitar nerviosismo en las filas de muchos partidos y
aspirantes.
El recuerdo de ese delirante proyecto de playa para
Oviedo pone de manifiesto la escasa cobertura de piscinas municipales que
existe en la ciudad, entregada con total alegría a la iniciativa privada. La
masificación de la escasa oferta en la ciudad, algo digno de ser resaltado y
paradójico, sí que llama la atención teniendo en cuenta que aquí, sí, no hay
playa. Aunque mi querido amigo Pablo Lorenzana vaya a matarme por destapar esta
anécdota, voy a aprovechar para contarla: tras ofrecer su inolvidable actuación
en esa Plaza de Toros de Oviedo sobre la que la inoperante Comisión de
Patrimonio sigue sin tomar una decisión, Lou Reed buscó un lugar para darse un
chapuzón como solía hacer después de cada concierto. El Hotel de la Reconquista
donde se hospedaba no tenía esa instalación, así que hubo que llamar al
encargado de la piscina del polideportivo de Otero a altas horas de la noche
para complacer a la leyenda rockera y que pudiera darse su baño.
Valga este pequeño ejemplo para, ante esos comicios
municipales que se avecinan, prime la cordura y los candidatos se dejen de
propuestas inútiles o estrafalarias y piensen en los múltiples retos que Oviedo
debe afrontar: las nefastas circunvalaciones y accesos, el desarrollo
urbanístico en la zona de la antigua Fábrica de Armas sin caer en pelotazos ni
desperdiciar –como ya se ha hecho con los terrenos de la Fábrica de Gas- un amplísimo
espacio donde acoger equipamientos culturales o deportivos (visto que la
Comisión de Patrimonio pretende que la ruina se apodere de la Plaza de Toros,
plantear la construcción de un emplazamiento alternativo, por ejemplo)… Tantas
y tantas opciones que pueden transformar la ciudad en una oportunidad que no
debería desperdiciarse.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 16 de agosto de 2014
sábado, 9 de agosto de 2014
Las Ratas
Vetusta Blues. –
“Las ratas”
“Las ratas” es una de las inolvidables novelas de
Miguel Delibes que reúne muchas de las virtudes de su literatura: denuncia
social, una sutil muestra de lucha entre el bien y el mal, personajes inocentes
y limpios sometidos a la tiranía de los miserables… Las ratas menos literarias,
las reales, consiguen siempre y a prácticamente todo el mundo provocar
repulsión, asco y rechazo. Sin embargo, forman parte del paisaje urbano o, más
bien, suburbano. Un punto de atención constante puesto que transmiten multitud
de enfermedades y su hábitat encuentra acomodo entre la suciedad. Son, pues,
todo un problema “oculto” para cualquier ciudad que se acentúa cuando el
abandono crece.
Oviedo hace bandera de su limpieza, de sus calles
inmaculadas y de sus escobas de todos los metales. De ahí que cuando aparecen
focos de abandono o de suciedad las alarmas deberían saltar con resorte
inmediato. Las ratas son una enfermedad crónica de las ciudades pero no debería
descuidarse la lucha contra ellas: de las cercanías del Parque de San Pedro de
los Arcos a la Florida, de la Carisa al Oviedo Antiguo siempre existe la
posibilidad de que se genere un foco de alarma.
Cuentan los expertos en desratización que, aunque
casi imposible de contabilizar, hay al menos una rata por habitante en la
ciudad, lo que supone una elevada población subterránea. Prolíficas, adaptables
a las circunstancias y avispadas, las ratas provocan un unánime rechazo que no
sucede con, por ejemplo, otro animal urbano devastador –en especial para los
edificios- como las palomas. Precisamente quienes dan de comer a estas aves
deberían pensar no sólo en lo corrosivas que son para la arquitectura ciudadana,
sino que esos restos que dejan para alimento de las palomas sirven también para
atraer a las ratas. En general, todos los depósitos de basura a su alcance en
bolsas sin la protección de cubos les sirven.
Animales nocturnos que algunas ocasiones pude ver al
regresar a mi domicilio tras una noche de amigos o de conciertos, aunque la vez
que más me impresionaron fue cuando hace muchos años, apenas un niño, en
Oporto, vi cómo campaban a sus anchas por las calles.
La lucha contra las ratas no será uno de esos
argumentos estrella en los programas de los políticos municipales, tampoco
lucirá en la prensa como cuatro mil globitos lanzados al cielo de la ciudad,
pero es uno de esos objetivos que no conviene descuidar ni permitir que el
olvido o un mal entendido pudor lo silencie. En juego está la salud de los
ciudadanos, una parte importante de su bienestar.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 9 de agosto de 2014
jueves, 7 de agosto de 2014
sábado, 2 de agosto de 2014
Blues a medianoche
Vetusta Blues. –
“Blues a medianoche”
“Un verano en la ciudad/ un infierno en el que me
quemo yo solo/ Los periódicos se acumulan/ sin ser leídos casi nunca”, cantaban
unos grandes del rock español, los granadinos 091 en su “Blues a medianoche”
hace ya tres décadas. De vuelta en el tiempo, los diarios no se acumulan sin
ser leídos, por mucho que se pretenda que las vacaciones, los calores o el sol
impongan un ritmo diferente. La actualidad marca un compás agotador de
escándalos y noticias que nos devuelven al papel o a la pantalla del ordenador.
En lo nacional, el mayor caso de corrupción sistematizada de toda la
democracia, el que protagoniza Jordi Pujol y su familia, una punta del iceberg
que parece superar al fraude de los EREs o a la “Trama Gürtel”. En Oviedo,
también tenemos ineludibles puntos de interés: la comisión de los Palacios, la
liquidación de la siniestra empresa Cinturón Verde, concejales no-dimisionarios
(con condena en firme) o el regreso de Antonio Masip a la política municipal…
Como ven, no hay descanso. Como desde aquí sólo hablamos
de realidad y nada más que de realidad (para ficción uno ya tiene sus novelas y
relatos), ésta apenas deja espacio para otros aspectos de la vida ovetense.
Para el sosegado veraneo en la ciudad que, a diferencia del “infierno” que
cantaban 091 en su canción, ofrece –o debería- una alternativa a quienes pasan
de playa o de macroeventos. Dejarse abrazar por el jazz al aire libre en el
Parque de San Francisco, ese mismo enclave donde –en pleno delirio de una época
parece ser que finiquitada- unos desaprensivos planearon un aparcamiento
subterráneo, es uno de los placeres que uno puede darse en ese intento de
recuperar cierta actividad cultural en el verano de la ciudad. Algo que debe
alejarse de macroeventos para los que no existe infraestructura alguna en
Vetusta –como tantas veces he repetido desde esta columna- y de buscar la
propia personalidad ovetense, un lugar apacible alejado de las apreturas
playeras, de terraceo tranquilo sin stress de chiringuito, de conversaciones de
amigos sin exhibiciones de torsos musculosos o cuerpos trabajados a golpe de
bisturí, de esa sobriedad que transmiten los edificios de Oviedo y sus calles
limpias.
Sí, quizás tengan razón en darse una tregua.
Mientras saboreo una cerveza con mis amigos Eloy y Mery en una terraza de la
ciudad, hoy cubierta por la atmósfera húmeda de nuestro orbayu, pienso en todo
lo malgastado en Oviedo en estos años. En el endeudamiento absurdo empleado en
instalaciones baldías, en la batallas perdidas como la Plaza de Toros –lanzada
a una galopante ruina ante la mirada hipócrita de la inoperante Comisión de
Patrimonio- en bonitos proyectos como aquel pionero festival Oviedo Múltiple,
echado a perder por la ceguera de unos gobernantes sumidos en el delirio y la
autocomplacencia, en tantas componendas urbanísticas para beneficio de los de
siempre, en una absurda guerra civil futbolística, en aquel ridículo remedo de
“Operación Triunfo” que tanto se llevó en detrimento de otras iniciativas, en
tanto dinero tirado para desgracia de unos contribuyentes ovetenses ahogados
por la presión de pagar tanta irresponsabilidad… En que, a pesar de todo, nos
empeñamos en mirar con esperanza al futuro.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 2 de agosto de 2014
viernes, 1 de agosto de 2014
En el programa de TPA "El Club Musical"
El pasado martes 29 de julio de 2014 se emitió el programa de TPA "El Club Musical" dedicado a la cantante Silvia Quesada y en el que aparecí hablando de la vida y obra de Nick Cave, su relación con mi propia experiencia personal y recomendé algunos álbumes de su dilatada discografía. Lo podéis ver aquí, en este enlace, desde el minuto 23 aproximadamente.
http://www.rtpa.es/programa:EL%20CLUB%20MUSICAL%202014_1405497215.html
http://www.rtpa.es/programa:EL%20CLUB%20MUSICAL%202014_1405497215.html
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