Crónicas de Vestuario. –
“Aplomo e ilusión”
El Real Oviedo inicia una temporada nueva llena de
esperanzas y con esa perenne ilusión por el ascenso. A la vista de lo ofrecido
por el once azul frente al filial sportinguista hay ese alimento para que la
llama del oviedismo prenda alta y orgullosa. Ya hablamos muchas veces de ese
partido ante el Sporting B que a nadie gusta y que, en los últimos tiempos, se
había saldado con balances negativos. El Real Oviedo saltó al campo con un nuevo
aire, muy vertical, con una banda derecha por donde Susaeta y Nacho López
desplegaron dinamismo y velocidad, creando el pánico en la defensa gijonesa. Ya
desde el primer minuto se vislumbró ese peligro para los rojiblancos, con una
jugada finalizada por Borja Valle que se fue por poco. En relación a la
temporada anterior, se observa a un equipo con aplomo, con confianza en sus
propias posibilidades, sin las ansias que atenazaban al conjunto ovetense en la
campaña pasada. Tras un carrusel de oportunidades, el gol acabó por llegar en
un barullo en el área tras un córner resuelto por Generelo en el minuto
cuarenta y uno de la primera parte.
Vimos una primera mitad notable, de momentos
brillantes, con un Real Oviedo que supo imponer el mando, tocar y con capacidad
para crear ocasiones claras. Faltaba la finalización, como en un espléndido
remate de Dani Bautista desde fuera del área. Conscientes de la necesidad de
vencer en su propio campo, pero también de convencer a los suyos, algo
primordial para que el objetivo pueda enganchar a una afición tan golpeada y
que tanto ha sufrido, el equipo asumió con paciencia y autoridad el reto de
vencer a un conjunto que se encerró en su campo y que buscaba dar golpes en unos
contraataques que pocas veces pudo montar.
La defensa es ese pilar sobre el que debe fundamentarse una temporada que va a ser larga
y dura pero que se abre con la mejor de las impresiones ante un rival que
tantos disgustos había dado en las últimas campañas. Esta vez, para alegría del
oviedismo, no aparecieron nuevos héroes rojiblancos como Guerrero o Jony. Fue
el momento de que lucieran muchos jugadores azules: la clase de Héctor Font
-¡menuda exquisitez de asistencia en el segundo gol!-, un Susaeta incisivo como
en sus mejores tardes, un incansable y goleador Linares, la capacidad de penetración
de Nacho López y la desenvoltura en el medio campo de Generelo y Jonathan Vila.
Este Real Oviedo da la impresión de fortaleza
mental, liderado por un auténtico jefe –Esteban- y respaldado por jugadores expertos
y acostumbrados a ser importantes. Nada de currículos de apariencia brillante y
presencias engañosas en divisiones superiores como antaño. Aquí hay material
humano y futbolístico para construir un gran equipo. Sin euforias, con la
cautela que nos marcan tantas experiencias negativas, pero sin renunciar en
absoluto a la ilusión y a la esperanza de que esta temporada sí sea azul.
MANOLO D.ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 25 de agosto de 2014