Vetusta Blues. –
“Las ratas”
“Las ratas” es una de las inolvidables novelas de
Miguel Delibes que reúne muchas de las virtudes de su literatura: denuncia
social, una sutil muestra de lucha entre el bien y el mal, personajes inocentes
y limpios sometidos a la tiranía de los miserables… Las ratas menos literarias,
las reales, consiguen siempre y a prácticamente todo el mundo provocar
repulsión, asco y rechazo. Sin embargo, forman parte del paisaje urbano o, más
bien, suburbano. Un punto de atención constante puesto que transmiten multitud
de enfermedades y su hábitat encuentra acomodo entre la suciedad. Son, pues,
todo un problema “oculto” para cualquier ciudad que se acentúa cuando el
abandono crece.
Oviedo hace bandera de su limpieza, de sus calles
inmaculadas y de sus escobas de todos los metales. De ahí que cuando aparecen
focos de abandono o de suciedad las alarmas deberían saltar con resorte
inmediato. Las ratas son una enfermedad crónica de las ciudades pero no debería
descuidarse la lucha contra ellas: de las cercanías del Parque de San Pedro de
los Arcos a la Florida, de la Carisa al Oviedo Antiguo siempre existe la
posibilidad de que se genere un foco de alarma.
Cuentan los expertos en desratización que, aunque
casi imposible de contabilizar, hay al menos una rata por habitante en la
ciudad, lo que supone una elevada población subterránea. Prolíficas, adaptables
a las circunstancias y avispadas, las ratas provocan un unánime rechazo que no
sucede con, por ejemplo, otro animal urbano devastador –en especial para los
edificios- como las palomas. Precisamente quienes dan de comer a estas aves
deberían pensar no sólo en lo corrosivas que son para la arquitectura ciudadana,
sino que esos restos que dejan para alimento de las palomas sirven también para
atraer a las ratas. En general, todos los depósitos de basura a su alcance en
bolsas sin la protección de cubos les sirven.
Animales nocturnos que algunas ocasiones pude ver al
regresar a mi domicilio tras una noche de amigos o de conciertos, aunque la vez
que más me impresionaron fue cuando hace muchos años, apenas un niño, en
Oporto, vi cómo campaban a sus anchas por las calles.
La lucha contra las ratas no será uno de esos
argumentos estrella en los programas de los políticos municipales, tampoco
lucirá en la prensa como cuatro mil globitos lanzados al cielo de la ciudad,
pero es uno de esos objetivos que no conviene descuidar ni permitir que el
olvido o un mal entendido pudor lo silencie. En juego está la salud de los
ciudadanos, una parte importante de su bienestar.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 9 de agosto de 2014