Vetusta Blues. –
“Blues a medianoche”
“Un verano en la ciudad/ un infierno en el que me
quemo yo solo/ Los periódicos se acumulan/ sin ser leídos casi nunca”, cantaban
unos grandes del rock español, los granadinos 091 en su “Blues a medianoche”
hace ya tres décadas. De vuelta en el tiempo, los diarios no se acumulan sin
ser leídos, por mucho que se pretenda que las vacaciones, los calores o el sol
impongan un ritmo diferente. La actualidad marca un compás agotador de
escándalos y noticias que nos devuelven al papel o a la pantalla del ordenador.
En lo nacional, el mayor caso de corrupción sistematizada de toda la
democracia, el que protagoniza Jordi Pujol y su familia, una punta del iceberg
que parece superar al fraude de los EREs o a la “Trama Gürtel”. En Oviedo,
también tenemos ineludibles puntos de interés: la comisión de los Palacios, la
liquidación de la siniestra empresa Cinturón Verde, concejales no-dimisionarios
(con condena en firme) o el regreso de Antonio Masip a la política municipal…
Como ven, no hay descanso. Como desde aquí sólo hablamos
de realidad y nada más que de realidad (para ficción uno ya tiene sus novelas y
relatos), ésta apenas deja espacio para otros aspectos de la vida ovetense.
Para el sosegado veraneo en la ciudad que, a diferencia del “infierno” que
cantaban 091 en su canción, ofrece –o debería- una alternativa a quienes pasan
de playa o de macroeventos. Dejarse abrazar por el jazz al aire libre en el
Parque de San Francisco, ese mismo enclave donde –en pleno delirio de una época
parece ser que finiquitada- unos desaprensivos planearon un aparcamiento
subterráneo, es uno de los placeres que uno puede darse en ese intento de
recuperar cierta actividad cultural en el verano de la ciudad. Algo que debe
alejarse de macroeventos para los que no existe infraestructura alguna en
Vetusta –como tantas veces he repetido desde esta columna- y de buscar la
propia personalidad ovetense, un lugar apacible alejado de las apreturas
playeras, de terraceo tranquilo sin stress de chiringuito, de conversaciones de
amigos sin exhibiciones de torsos musculosos o cuerpos trabajados a golpe de
bisturí, de esa sobriedad que transmiten los edificios de Oviedo y sus calles
limpias.
Sí, quizás tengan razón en darse una tregua.
Mientras saboreo una cerveza con mis amigos Eloy y Mery en una terraza de la
ciudad, hoy cubierta por la atmósfera húmeda de nuestro orbayu, pienso en todo
lo malgastado en Oviedo en estos años. En el endeudamiento absurdo empleado en
instalaciones baldías, en la batallas perdidas como la Plaza de Toros –lanzada
a una galopante ruina ante la mirada hipócrita de la inoperante Comisión de
Patrimonio- en bonitos proyectos como aquel pionero festival Oviedo Múltiple,
echado a perder por la ceguera de unos gobernantes sumidos en el delirio y la
autocomplacencia, en tantas componendas urbanísticas para beneficio de los de
siempre, en una absurda guerra civil futbolística, en aquel ridículo remedo de
“Operación Triunfo” que tanto se llevó en detrimento de otras iniciativas, en
tanto dinero tirado para desgracia de unos contribuyentes ovetenses ahogados
por la presión de pagar tanta irresponsabilidad… En que, a pesar de todo, nos
empeñamos en mirar con esperanza al futuro.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 2 de agosto de 2014