Vetusta Blues. –
“Sin cines”
Sí, es un signo de los tiempos, uno de los peores:
la desaparición de cines en la zona centro de la ciudad. Lanzados al estilo de
vida de gigantescos centros comerciales, de uso permanente del automóvil, de la
búsqueda de grandes espacios alejados del corazón de la ciudad, los cines
dejaron de estar al alcance del paseo y se convirtieron en macrosalas. Con el
cierre de los Multicines Brooklyn en febrero de 2007, Oviedo se quedó sin cines
en el casco urbano y con ello la pérdida de uno de los atractivos que dotan de
calidad de vida a una ciudad. Acceder a un lugar de entretenimiento sin tener
que coger el coche o no recurrir a un plan completo es un beneficio que a los
ovetenses se nos ha hurtado desde esa fecha. Si, encima, añadimos la
desaparición de la Obra Cultural de CajAstur y la ausencia de sus magníficos
ciclos de cine nos encontramos con un triste erial en detrimento del ocio de
los ovetenses.
Los más perjudicados son los aficionados al séptimo
arte de más edad. Para ellos y ellas, con sus dificultades de movilidad, el
tener que trasladarse a los macrocentros comerciales supone todo un problema.
Pero no son sólo ellos y ellas los perjudicados. Tener que montarse todo un
plan para trasladarse a disfrutar de una película, acostumbra a disuadir a
muchos cinéfilos. Recuerdo muchos domingos, tras ver al Real Oviedo en el
Tartiere, prolongar la tarde en los Clarín, los Minicines o los Brooklyn.
Curioso: todos acabaron convirtiéndose en supermercados. Pasamos de soñar en la
sala oscura a la vida misma y las necesidades básicas.
Ahora nos encerramos en casa a ver películas
grabadas de internet o renunciamos a las novedades de estreno a la espera de
que se publiquen, meses después, en dvd. Ir al cine deja de ser una alternativa
de ocio para quienes gustan de disfrutar en el centro, sin tener que recurrir
al coche. La vida cambia pero no siempre es para mejor, desde luego. Que los
cines hayan desaparecido del casco urbano supone para Oviedo una gran pérdida,
desde el punto de vista cultural y de ocio. Parece difícil que se pueda
remediar, por mucho que se hayan programado algunos –pequeños- parches desde el
Ayuntamiento. Una o varias salas en el recinto de la Fábrica de Gas quizás hubieran
podido remediarlo. Mientras, habrá que recurrir al coche, a todo un plan nada
espontáneo y salir de los cómodos límites de ese centro de la ciudad donde nos
sentimos tan a gusto.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 23 de agosto de 2014