Vetusta Blues. -
“Oviedo-Pekín”
Por
si ya no estuviera suficientemente animado el tema político
municipal en la ciudad, este largo fin de semana de puente vino un
hecho más a añadirse a la lista de asuntos a tratar: la
contaminación. Todo a cuenta de unos niveles de polución que
sobrepasaban con creces los admisibles. Casi, casi, como si nos
encontráramos en Pekín. Mi recuerdo de varios días en la capital
china, en noviembre de 1999, fue el de una urbe descomunal envuelta
en una niebla que no se sabía muy bien si procedía de la
contaminación o de la propia época del año. Quizás de ambas
cosas. Era China un lugar excitante en un momento de cambio económico
que aún no se reflejaba mucho en unas costumbres que, transcurridos
tres lustros, han uniformado a esa sociedad como cualquier otra
occidental más. Entonces sí se apreciaban diferencias, aún les
quedaban por llegar los nuevos ricos, los parásitos de las
especulaciones salvajes y las grandes desigualdades. Precisamente, al
mismo tiempo que Oviedo, Pekín daba la alerta roja por
contaminación. ¡Cómo estarán allí los niveles vista la
resistencia china a asumir cualquier medida ecológica!
Cuarenta
y tres horas han permanecido cerrados los accesos a Oviedo por la
autopista “Y”, en una medida tomada a instancias del gobierno del
Principado de Asturias debida, supuestamente, al tráfico. Y aquí
empiezan los dislates: si fuera a causa del tráfico de automóviles,
las sustancias contaminantes serían dióxido de nitrógeno cuando lo
que se ha hallado ha sido azufre, con casi total probabilidad
proveniente de una planta química, de una cementera o de una planta
de coque. ¿Qué sentido tiene, entonces, cortar el tráfico? ¿Y por
qué ahora cuando ya se había alertado de un “inusual” y
“llamativo” nivel de los registros contaminantes hace un mes en
el Naranco y en la Corredoria a través de la Coordinadora Ecologista
de Asturias?
Bien
parece que, en este caso, no se trata de alarmas infundadas y que la
realidad es un Oviedo contaminado. No sé si en el camino de Pekín,
claro, en el que hay que andar con mascarilla por las calles. Lo que
parece también claro es que esa polución no procede del tráfico
automovilístico sino de otras actividades industriales que,
casualmente, tienen lugar en el entorno de la ciudad: planta química,
una cementera o una planta de coque. No hace falta señalar mucho ni
rascarse la cabeza para saber de su procedencia con nombres y
apellidos.
Aunque
la protección del medio ambiente suela tomarse a broma, aunque
contemplemos cómo se acaba con las energías renovables de un modo
absurdo dado que España es rica en ellas, aunque todo esto parezca
una conspiración propia de un capítulo de “Expediente X”, bien
harían los responsables de la ciudad en ponerse manos a la obra para
que Oviedo no se equipare a Pekín en sus niveles de polución. En
poseer una calle de cuarenta y cinco kilómetros como la de la
capital china no se parece, por fortuna, y tampoco quisiéramos que
lo hiciera por una atmósfera imposible para que el ser humano
sobreviva.
MANOLO
D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el miércoles 9 de diciembre de 2015