Vinilo Azul. –“Fonoteca y futuro”
El futuro puede convertirse, en
determinados momentos, en una obsesión. Cuando te llega en la edad adolescente,
se transforma en una losa demasiado pesada. Los caminos deben recorrerse sin saber
hacia dónde podrán llevarnos, pero que la encrucijada se despliegue, cruda e
insondable, en años de dudas y descubrimientos puede resultar un lastre muy
pesado. Pienso ahora en muchos de aquellos inciertos días de búsquedas y
ansiedades y en cómo, tantas veces, se iban desplegando pistas sobre dónde
podía haber encontrado mi sitio.
Poco imaginaba en mi
preadolescencia que una parte de mi mundo iba a desarrollarse entre discos y
músicas de todo tipo. En aquellos días, mi hermana Alzira y yo pasábamos algunas
tardes en el sexto piso de la calle Melquíades Álvarez, 7, donde se ubicaban la
administración de RTVE en Asturias y la discoteca de RNE. Allí, junto a la
encargada del ingente archivo, Rita María Álvarez, curioseábamos en las
estanterías y pinchábamos discos de algunos grupos que ya empezaban a sonarnos,
desde los más clásicos Beatles o Kinks a lo más rompedor, como toda la movida
madrileña que empezaba a llegar, con cuentagotas, en singles de Alaska y Los
Pegamoides, Los Secretos, Burning o Nacha Pop. Estábamos a principios de los 80
y aquella era una de las pocas formas de iniciarse en aquello que veíamos
suceder en programas de televisión matinales como “Pista Libre” o “Caja de
Ritmos”. Mientras mis padres trabajaban en el piso quinto, donde tenía su sede
RNE en Asturias, nosotros escuchábamos música al tiempo que Rita Mari
clasificaba en sus archivos los discos de todo tipo y condición en unos
ficheros y señalaba con el dimo las referencias con las que podría encontrarlos
sin problema. Era un mundo nuevo y apasionante. El acudir a ese edificio
suponía sorpresas de todo tipo y podías cruzarte con toda clase de personajes
más o menos conocidos. Recuerdo cómo, ya veinteañero, subimos al ascensor junto
a la actriz Maru Valdivielso, que, a finales de los 80 comenzaba su carrera
como actriz y venía a ser entrevistada –por mi madre, curiosamente- a raíz del
estreno del largometraje “Sahara” de Miguel Hermoso. Fue chocante: nuestros
abrigos negros nos daban un aspecto
idéntico. Tanto que el ordenanza pensó que ella era una amiga nuestra cuando
flanqueamos las instalaciones de Radio Nacional que nos conocíamos al dedillo.
Su mirada profunda, su porte de estrella, su personalidad y su belleza me
dejaron en estado de shock un montón de semanas…
Hace unos días, el reportaje
“Conducir en tercera… edad” del programa de TPA “Asturias Semanal” recibía el
premio de periodismo de seguridad vial de la Fundación Línea Directa en la
categoría de televisión. La ambientación musical corrió de mi cuenta y me sentí
orgulloso de formar parte de un estupendo equipo de profesionales, de poder
contar con la confianza de Leonor Suárez y Arantza Uruburu, de haber podido
musicar tantos y tantos reportajes para ellas o para otros compañeros en el
pasado como Beatriz Fernández, Silvia López, Dolores Moral, Miguel González,
Olalla Pena o Laura Estévez. Quién me lo iba a decir en aquellos días de
encrucijadas, o en los momentos de dudas en medio de caminos que parecían
conducir a un precipicio. Mientras documento para RTPA las digitalizaciones del
ingente archivo musical de Radio Langreo pienso en esos años, en esas pequeñas
pistas que la vida parece mostrar. También, en todos los trayectos que me han
conducido hasta aquí; en tantos y tantos conciertos, en tantas y tantas
interminables noches de música en vivo; en tantos discos, cds, casetes, vídeos,
dvds, libros y enciclopedias de música; en cuánta vida e ilusión me he dejado
persiguiendo un sendero que ahora es una aplastante y bendita realidad, que ya
no es un futuro inquietante sino solo un claro presente.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 21 de junio de 2015