domingo, 21 de junio de 2015

Fonoteca y futuro


Vinilo Azul. –“Fonoteca y futuro”


El futuro puede convertirse, en determinados momentos, en una obsesión. Cuando te llega en la edad adolescente, se transforma en una losa demasiado pesada. Los caminos deben recorrerse sin saber hacia dónde podrán llevarnos, pero que la encrucijada se despliegue, cruda e insondable, en años de dudas y descubrimientos puede resultar un lastre muy pesado. Pienso ahora en muchos de aquellos inciertos días de búsquedas y ansiedades y en cómo, tantas veces, se iban desplegando pistas sobre dónde podía haber encontrado mi sitio.

Poco imaginaba en mi preadolescencia que una parte de mi mundo iba a desarrollarse entre discos y músicas de todo tipo. En aquellos días, mi hermana Alzira y yo pasábamos algunas tardes en el sexto piso de la calle Melquíades Álvarez, 7, donde se ubicaban la administración de RTVE en Asturias y la discoteca de RNE. Allí, junto a la encargada del ingente archivo, Rita María Álvarez, curioseábamos en las estanterías y pinchábamos discos de algunos grupos que ya empezaban a sonarnos, desde los más clásicos Beatles o Kinks a lo más rompedor, como toda la movida madrileña que empezaba a llegar, con cuentagotas, en singles de Alaska y Los Pegamoides, Los Secretos, Burning o Nacha Pop. Estábamos a principios de los 80 y aquella era una de las pocas formas de iniciarse en aquello que veíamos suceder en programas de televisión matinales como “Pista Libre” o “Caja de Ritmos”. Mientras mis padres trabajaban en el piso quinto, donde tenía su sede RNE en Asturias, nosotros escuchábamos música al tiempo que Rita Mari clasificaba en sus archivos los discos de todo tipo y condición en unos ficheros y señalaba con el dimo las referencias con las que podría encontrarlos sin problema. Era un mundo nuevo y apasionante. El acudir a ese edificio suponía sorpresas de todo tipo y podías cruzarte con toda clase de personajes más o menos conocidos. Recuerdo cómo, ya veinteañero, subimos al ascensor junto a la actriz Maru Valdivielso, que, a finales de los 80 comenzaba su carrera como actriz y venía a ser entrevistada –por mi madre, curiosamente- a raíz del estreno del largometraje “Sahara” de Miguel Hermoso. Fue chocante: nuestros abrigos negros nos daban un  aspecto idéntico. Tanto que el ordenanza pensó que ella era una amiga nuestra cuando flanqueamos las instalaciones de Radio Nacional que nos conocíamos al dedillo. Su mirada profunda, su porte de estrella, su personalidad y su belleza me dejaron en estado de shock un montón de semanas…

Hace unos días, el reportaje “Conducir en tercera… edad” del programa de TPA “Asturias Semanal” recibía el premio de periodismo de seguridad vial de la Fundación Línea Directa en la categoría de televisión. La ambientación musical corrió de mi cuenta y me sentí orgulloso de formar parte de un estupendo equipo de profesionales, de poder contar con la confianza de Leonor Suárez y Arantza Uruburu, de haber podido musicar tantos y tantos reportajes para ellas o para otros compañeros en el pasado como Beatriz Fernández, Silvia López, Dolores Moral, Miguel González, Olalla Pena o Laura Estévez. Quién me lo iba a decir en aquellos días de encrucijadas, o en los momentos de dudas en medio de caminos que parecían conducir a un precipicio. Mientras documento para RTPA las digitalizaciones del ingente archivo musical de Radio Langreo pienso en esos años, en esas pequeñas pistas que la vida parece mostrar. También, en todos los trayectos que me han conducido hasta aquí; en tantos y tantos conciertos, en tantas y tantas interminables noches de música en vivo; en tantos discos, cds, casetes, vídeos, dvds, libros y enciclopedias de música; en cuánta vida e ilusión me he dejado persiguiendo un sendero que ahora es una aplastante y bendita realidad, que ya no es un futuro inquietante sino solo un claro presente.


MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "El Comercio de Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 21 de junio de 2015