Crónicas de Vestuario. –
“Un nuevo camino”
Un equipo con la historia del Real Oviedo no podía
permitirse dejar ir esta oportunidad de conseguir el triunfo como campeón de la
Segunda B y finiquitar así, de un modo brillante, la estancia en un infierno
que pocos han padecido en sus carnes como los seguidores azules. Quizás por
eso, el que los 155 de Cádiz soportaran la cacicada andaluza de no dejarles
pasar con sus entradas pagadas al Ramón de Carranza no es sino otro hito en un
equipo ovetense que deja leyenda y épica en todos y cada uno de los capítulos que
jalonan sus temporadas de historia. Muy justa la protesta de los Symmachiarii
ante tamaña maniobra, con una suciedad indigna de un club con la trayectoria
del club amarillo. Cuando me enteré de lo que les ocurrió, evoqué
inmediatamente mi primer viaje siguiendo al Real Oviedo, al final de la
temporada 1985-86 cuando recorrí una distancia similar con la Peña Bochum,
esperando que en Albacete obrase el milagro de ascender a Primera con sólo un
5% de posibilidades en aquella última jornada. También entonces quisieron
dejarnos fuera, pero la mediación del gran presidente José Manuel Bango
permitió que las dos decenas de aficionados pudiésemos acceder a aquel
desolador Carlos Belmonte pre-queso mecánico.
Se perdieron el gol de Linares tras semanas de sequía
los hinchas azules pero no importó demasiado. El conjunto ovetense salió con
mando y fuerza, quizás no esa velocidad de inicio de temporada pero sí la
suficiente capacidad combinativa como para poder intimidar a un cuadro
tarraconense que no parecía preparado para encajar ese primer golpe. Sin
embargo, los catalanes fueron rehaciéndose en la primera parte, imponiendo un
ritmo más cansino donde se sentían cómodos y seguros, a pesar de la necesidad
de conseguir un tanto con el que desnivelar la balanza. El Nàstic es uno de
esos equipos de Segunda B que saben explotar todas y cada una de las
debilidades del contrario, con buena colocación en el campo y una determinación
clara en los metros decisivos. Un ordenado Real Oviedo apagó sus intenciones
sin demasiado esfuerzo.
Para la segunda mitad quedaba remachar y el once
dirigido por Sergio Egea supo dar y herir a su adversario. Con un Linares
alejado del ansia desbordada de las últimas semanas de sequía, la solución no
se dejó esperar. A la fe de Diego Cervero le correspondió dar justa puntilla
para que Vicente Moreno –el entrenador tarraconense- no pudiera asirse a
interpretaciones delirantes como las del domingo pasado donde llegó a afirmar
que su equipo había merecido más diferencia en el marcador (no mencionó nada
del regalito del penalti, por cierto, y así es que no hay manera).
Broche azul a la última temporada en bronce. Queda
mucho por hacer y se abre un camino nuevo donde debería mandar la cordura y la
prudencia, lo que ha sabido imponer a su plantilla un entrenador como Sergio
Egea. Todos ellos han conseguido, en la neblinosa, londinense, noche azul
remachar del modo más hermoso un tránsito de dolor indecible que tantas
cicatrices ha dejado entre la hinchada azul. Por fin, bien, saquemos el cava,
la sidra, el queso, los oricios y celebremos este gran momento.
MANOLO D. ABAD
Foto: PABLO LORENZANA
Publicado en el diario "El Comercio" el jueves 11 de junio de 2015