Crónicas de Vestuario. –“El triunfo del hombre tranquilo”
Se presentaba en cuadro el Real Oviedo a la ida de
la gran final por el título de Segunda B ante el Nástic de Tarragona y bien
puede decirse que, a pesar del resultado adverso, el equipo azul compitió con
valor y dignidad. Fue la oportunidad para ver a jugadores que no se han podido
prodigar mucho, para contemplar las evoluciones de algunos de los hombres que han
de formar parte del futuro azul como Johanesson, Allyson o Christian Rivera y,
sobre todo, para comprobar el gran trabajo que Sergio Egea ha realizado al
frente de la nave azul.
Discutido como todos, el argentino es un hombre
prudente que ha impuesto la mesura imprescindible para poner orden en esa
bendita locura de un club como el Real Oviedo. Han sido años azarosos que
envolvieron a la nave azul en una histeria donde hicieron fortuna oportunistas
de todo tipo, en la que cada resorte estaba dispuesto a saltar a la más mínima,
en el que la desunión agrandó la tragedia de este histórico del fútbol español.
Desde el primer momento Egea se ciñó a un guión al que sólo pueden adaptarse
los más grandes, los verdaderamente inteligentes: ir modelando un grupo de jugadores,
trasladar la tranquilidad a todos los ámbitos del club, imponer un trabajo
concienzudo, serio, sabiendo delegar funciones y comunicar sencillez y respeto
a quien quisiera oírle sin eludir en ningún momento todas y cada una de sus
responsabilidades. Una tarea ardua donde tantos y tantos fracasaron, la manejó
el argentino con sensatez y humildad. Tan fue así que a algunos como a mi
querido Fierros le parecía que siempre comentaba lo mismo en rueda de prensa.
Tuvo tiempo a desdecirse: la sensatez y la humildad no significan –aunque haya
tantos actores en este mundo del fútbol vanos e histriónicos- ausencia de
carácter y de valor.
El Real Oviedo ha ido adaptándose a lo largo de esta
temporada a todos y cada uno de los retos que se le pusieron encima de la mesa.
Lo primero, conseguir ser un equipo solvente y con la contundencia debida en su
propio campo; lo segundo, ser fiable fuera de casa –allá donde se consiguen
títulos y si no vean la estadística de los últimos campeones de Primera- con
una defensa fuerte y una solidaridad total en los once jugadores del equipo.
Quizás se haya perdido esa brillantez inicial -¡ojo, en eso también influye el
conocimiento del resto de escuadras!- pero el Real Oviedo se ha convertido a
las órdenes de Sergio Egea en un conjunto solvente y fiable. Con confianza, no
confiado.
Queda rematar el próximo miércoles una gran campaña
donde se ha conseguido salir del gran infierno y qué mejor manera que hacerlo a
lo campeón, a lo grande. Que ese conjunto que desconoce cualquier matiz entre
el azul y el blanco, entre el cielo y el infierno, alcance la máxima gloria de
la mano de un hombre honrado y sensato que ha sabido encontrar el tono preciso
para que la nave azul vuelva a emerger en las aguas del fútbol español con sus
característicos e intransferibles orgullo, valor y garra.
MANOLO D.ABAD
Foto: JOSÉ LUIS G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 8 de junio de 2015